jueves, 31 de diciembre de 2009

¿DE QUE AVIVAMIENTO ESTAMOS HABLANDO?



¿DE QUÉ AVIVAMIENTO ESTAMOS HABLANDO?


Meditando sobre la actual condición general de la juventud cristiana en Occidente

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2: 15-17)

¿Cómo podríamos definir que es el mundo conforme al pasaje que hemos leído? Podríamos definirlo como el sistema espiritual invisible de maldad dominado por Satanás (1 Jn. 5: 19b). A pesar de ello, muchas veces no se presenta como tal en apariencia, sino que se disfraza de libertad, solidaridad, paz, amor, alegría de vivir, tolerancia, pluralismo, optimismo, humanitarismo, espiritualidad, etc. etc. Es la oferta engañosa del diablo.

Implícito en el mundo, radica todo un proceso de seducción y deseo, que apela a los sentimientos e intereses carnales de los individuos, incluso de los cristianos.
Otro símil al respecto lo encontramos en Mt. 7: 13, 14. La puerta ancha y el espacioso camino que lleva a la perdición es también subproducto del mundo y su espíritu maligno.

Jesús dijo que muchos son los que circulan por esa ancha autopista al infierno, y relativamente pocos los que entran por la puerta estrecha y andan por el camino estrecho que conduce a la vida eterna. Nótese que Jesús se estaba dirigiendo a los judíos de su tiempo, y no a los impíos paganos de las naciones.
La verdad de Dios, no es siempre plato de buen gusto, ni siquiera para muchos que se llaman cristianos.

El camino espacioso que el diablo está ofreciendo al cristiano de hoy en día, está lleno de presunción en lugar de fe, de gracia convertida en libertinaje, de deseos de los ojos en lugar de santidad, de sueños que sin lugar a dudas se harán realidad, de ligereza, de vanagloria, de entretenimiento y espectáculo en lugar de avivamiento, de prosperidad terrenal en vez de prosperidad eterna, de fábulas en vez de doctrina, de “libertad” en lugar de gracia y pureza, de comodidad en vez de padecimiento por la causa del Nombre, de “mensaje positivo” en lugar del mensaje de la Cruz, de conquista y victoria fácil en vez de arrepentimiento de obras muertas, sacrificio, renuncia y compromiso, de “tomar la tierra” en vez de que Cristo viene pronto, de ecumenismo en vez de unidad en el Espíritu, de maldición encubierta en lugar de bendición, de apatía e incluso muerte espiritual en lugar de vida eterna.
El mundo se presenta agradable y apetecible como el fruto del árbol que estaba en medio del huerto del Edén (Gn. 3: 3).

Eva, marginando la orden expresa de Dios, amó y deseó el fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal, hasta que sucumbió a la tentación y lo comió. La apariencia de ese fruto la invitaba a lo “nuevo”, a lo “diferente”, a la “conquista”, a la experiencia de un poder y un conocimiento que pensó la convertiría en alguien muy especial.

Similar es también la oferta del diablo para los cristianos especialmente en estos días que corren, y muchos a la ligera aceptan, sin considerar lo que realmente la Biblia tiene que decir.

Así pues, el comer el fruto del árbol prohibido, representó la aceptación de la propuesta satánica de ser “como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Gn. 3: 5).

¿Cómo podríamos relacionar el efecto del fruto prohibido del huerto del Edén con la propuesta y tentación diabólicas hacia los cristianos en estos días?:
La declaración de la serpiente, tiene varias implicaciones y matices, aunque básicamente, tiene el sentido de hacer creer al que es tentado, de que puede estar por encima de casi todo, escogiendo en su espuria auto suficiencia como manejar su propia vida según su pensamiento, deseo o sueños, determinando por sí mismo que está bien y qué está mal en función del simple criterio personalista.

Invariablemente, ese fruto representó el principio de la rebeldía, porque esa manera de proceder es la del rebelde desde el principio, es decir, del maligno.
Podríamos, por tanto, definir la rebeldía como el uso de la libertad ausentando a Dios.

La propuesta del diablo siempre ha sido la misma: el uso de la libertad. Eso sí, la libertad sin Dios, lo cual la convierte invariablemente en libertinaje.
La rebeldía es amar al mundo, porque este mundo es rebelde a Dios. La rebeldía es plato común; une a los rebeldes.
Estas son cosas de las cuales los cristianos deberíamos huir, pero lamentablemente, muchos no lo hacen, y son presa de ese mismo espíritu satánico en mayor o menor medida.

1. Abriendo la iglesia al mundo (la iglesia se abre, y el mundo entra) Por todo ello, y llegados a este punto, debo exponer ante todos ustedes, mis queridos lectores, mi gran preocupación por cómo están yendo las cosas en muchos lugares del planeta en cuanto a la Iglesia se refiere, y concretamente, en cuanto a la juventud cristiana, de entrada dejando claro que hay honrosísimas excepciones; muchos jóvenes que aman al Señor y son serios en cuanto a su fe, sujeción y compromiso.
En cuanto a edad se refiere, ya no soy joven, pero aunque a los jóvenes les cueste creerlo, yo les comprendo porque una vez, no hace tanto tiempo lo fui, y recuerdo perfectamente como era y me comportaba entonces. Digo esto, porque en cuanto a lo que voy a compartir, nada va a tener que ver con el famoso asunto de diferenciación generacional o de “diferencia horaria”, como me gusta llamarlo. No creo, por tanto, que sea un problema de incomprensión, o similar.

llamándonos cristianos, y muchos siéndolo, hemos permitido abrir la iglesia al mundo, muchos con la sanísima y buena intención de alcanzarlo, pero con el tremendo disgusto de ver que más bien el mundo nos ha alcanzado a nosotros, y sobre todo a los jóvenes, y todavía muchos se atreven llamarle a eso “avivamiento”.
2. El diablo y los jóvenes cristianos El diablo, es especialista en aprovecharse de la ignorancia, fallos, imperfecciones, y debilidades de los creyentes para sus malvados propósitos.

Generalizando en cuanto a la juventud cristiana, esta tiene fuerza, vigor, ganas, ímpetu. Todo esto es muy bueno. Pero también hay que decir, también generalizando, que es más ingenua, y carece de la suficiente perspectiva.

Para el diablo en la actualidad, debido al poco tiempo que resta, los jóvenes son el objetivo prioritario. Siempre tomará partido de sus naturales y lógicas carencias debidas a la edad, para aprovecharse de las virtudes arriba mencionadas, para sus fines de destrucción.

Esa es la razón por la cual los que somos tutores espirituales de ellos, debemos velar concienzudamente, y guiándoles convenientemente según las Escrituras, en el temor de Dios.

Un joven (o jóvenes) con carisma, al que se le brinde el púlpito y medios de comunicación, tiene una gran responsabilidad, ya que puede tener mucha influencia sobre los demás jóvenes. Entre otras cosas, deberá ser ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Ti. 4: 12)

En cuanto a palabra, es decir, doctrina, me gustaría dar aquí un pequeño ejemplo, y no me gustaría que se me mal interpretase, ya que no es mi intención avergonzar a nadie, sino argumentar para poder entender mejor el asunto.

En la página web de un conocido medio evangelístico juvenil que conozco suficientemente bien, podemos leer:

“Encuentros en la 4ª Dimensión, forma parte de una visión. Levantar un “ejército de jóvenes” apasionados por Jesús, que ocupe el lugar que le corresponde y comience a conquistar la tierra” (1)

Yo se que esto se ha escrito sin mala fe, aunque con ligereza, y sin duda, con falta del necesario asesoramiento.

Si nos damos cuenta, desde una perspectiva bíblica o teológica podemos observar inexactitudes y hasta aberraciones en esta declaración. A saber:

“Encuentros en la 4ª Dimensión”. No es un concepto cristiano, sino budista. ¿Por qué emplear ese lema si se pretende dar la gloria a Cristo?

¡Cuidado con la ignorancia!

Satanás ha estado por siglos diciendo que el “reino espiritual” (lo llaman 4ª dimensión) es lo que realmente importa, más que este reino material o tridimensional (de ahí los gnósticos y la actual Nueva Era)

De la información que da uno de tantos centros esotéricos o de la Nueva Era en cuanto a la iniciación a la 4ª Dimensión, leemos así:

Iniciación a la 4ª Dimensión (Seres de Luz): “Pasamos de la 3ª Dimensión que se basa en todo lo que se recibe a través de nuestros 5 sentidos y sometiéndonos a lo que nos ordena la mente, a la 4ª

Dimensión...Con esta Iniciación abriremos el Alma, la Conciencia y como no, el Corazón para recibir a los Seres de Luz e invitarlos a formar parte de nuestra vida” (2)

Como podemos ver, es una explícita invitación a que entren demonios (seres de luz) en uno. En lo que es la iniciación a la 4ª Dimensión, se utilizan términos como: “Las Dimensiones Vibracionales, la Dualidad Universal, los Chacras o Vórtices de Energía, liberando el pasado, el poder del pensamiento, el proceso reencarnativo (la Partida), el tribunal kármico, la Era de Acuario, las 7 Leyes del Cielo, el karma y drama, el camino hacia el propio Maestro interior, el mundo de los Seres de Luz (Guías)” (3)

Todos ellos conceptos ocultistas y mágicos que absolutamente nada tienen que ver con el verdadero cristianismo.
Sigamos.

2. “...de una visión”. No es que el término sea antibíblico, pero es a todas luces inapropiado, debido al tremendo abuso que se ha hecho y se hace del vocablo “visión” (visión G12, por ejemplo)

3. Levantar un “ejército de jóvenes”... y comience a conquistar la tierra”. Este término en modo alguno se mantiene en pie frente a la Escritura, ya que los cristianos, seamos jóvenes o no, no vamos a conquistar la tierra. Esta espuria doctrina es propia del G12 (Gobierno de doce), de la nueva corriente apostólica, etc., y hace que muchos pongan su fe en una irrealidad, barnizada eso sí, de espiritualidad.

La razón de que esos lemas hayan sido escogidos, es porque suenan actuales, y por tanto son llamativos. Vienen de la pluma y del púlpito de numerosos maestros dominionistas, muchos de ellos incautos e ignorantes, manejados por otros que saben muy bien qué es lo que hacen y a quién sirven.
Evidentemente, esa es una manera de proceder que no le da la gloria a Dios.


3. Los sueños, sueños son Desde hace un tiempo a esta parte, es exagerado el énfasis en el medio eclesial, sobre todo neopentecostal, G12 etc. que se está haciendo acerca de los “sueños” y “soñar sueños”, y que Dios “te concederá tus sueños”, y que “visualices y tus sueños se cumplirán”. Esto no es más que doctrina absolutamente espuria, proveniente de la Nueva Era (metafísica).

Una bien conocida cantante cristiana, al término de su actuación ante miles de jóvenes, acercándose a ella el presentador de ese evento juvenil, le preguntó: “¿Podrá Dios conceder los deseos de todos estos jóvenes?” – Sin pensárselo dos veces, la cantante internacional se expresó de la siguiente manera: “No sólo puede, ¡sino que lo va a hacer!” – Inmediatamente todo el auditorio aplaudió la respuesta. (6)

Yo entiendo que llevados por la euforia del momento, uno puede decir cosas que luego reflexionando, no diría en su cotidianidad. No obstante, el estar tan a flor de piel, denota clarísimamente su impresionante difusión., y el impacto tremendo que está teniendo. Pero no nos engañemos. Dios no va a conceder los sueños de nadie, sino son propuestas de Su voluntad. Dios no es ningún “genio de la lámpara” para conceder los deseos personales de nadie.

Dios quiere que le pidamos para que nos de, pero siempre será lo pertinente a Su voluntad, y en Su tiempo.

El enseñar que invariablemente los sueños de uno se van a cumplir, es una manera de atar al creyente a su propia carne; es una invitación al egocentrismo. Es también una manera de desviarle de los planes del Señor para su vida, y de descentrarle en cuanto a la expectativa de la venida del Señor... (véase: si uno anda ciego tras sus deseos, no espera la venida del Señor, sólo el cumplimiento de sus deseos)
4. Expresiones muy juveniles Lo emocional es muy propio de los jóvenes, por eso no nos sorprendemos al escuchar lemas y exclamaciones llenos de sentimiento, como “explotar para Cristo”, “estalla nuestro corazón por Jesús”, “mega ultra concentración de jóvenes para Jesús”, “apasionados por Jesús”, etc. No veo nada de malo en esto, sino todo lo contrario, pero, ¡atención! , esas palabras deberían ir de acorde con una realidad, con la verdad de que realmente Jesús es tan importante para todos aquellos que declaran estas cosas, ocupando Su lugar en los corazones...pero, ¿es esto siempre así?

El Señor no se deja impresionar por las palabras y las expresiones. El lo sabe todo. Por lo tanto estas grandilocuentes y juveniles expresiones deberían ir acompañadas de una realidad vivencial en términos de pureza, santidad, verdadera devoción por el Señor, verdadera piedad, verdadera obediencia en amor, temor de Dios, etc. Si no es así, es solamente metal que resuena o címbalo que retiñe; cosa vana.

Cuando los cristianos confundimos avivamiento con sensacionalismo, entretenimiento y espectáculo, estamos en serios problemas. No tengo nada en contra del sano entretenimiento, pero jamás lo he de confundir con el avivamiento.
El avivamiento no es sólo alegría y gozo del alma, ni libertad para expresarla ante todos. Eso el mundo también lo hace y lo ofrece.

Avivamiento no es sólo un dechado de buenas intenciones, de presunta fe, que en realidad no es más que presunción en muchos casos, cuando esa creencia no es conforme a la Escritura.
Avivamiento no es concentración masiva de cristianos, jóvenes o no tanto, para “explotar para Cristo”, si sólo lo es en apariencia y poco más, para mostrar nuestra “libertad cristiana” ante todos.

Avivamiento no es predicación de la Palabra, mezclándolo con música y bailes mundanos y gritando a voz en cuello que “Jesús es el Señor”, mezclando lo santo con lo profano, mezclando el fuego santo con el fuego extraño.
Recientemente, y en este sentido, en un evento multitudinario de jóvenes cristianos en pleno centro de Madrid al cual asistimos algunos de nosotros, ocurrió algo que tanto a mi esposa como a mí mismo nos dio mucho que pensar, y nos preocupó sobremanera. Vimos a un evangelista joven, el Hno. Cristian Franco con denuedo predicando abiertamente el Evangelio ante todos, pero también vimos a la gente reunida allí, la inmensa mayoría creyentes profesantes, que se distraían hablando unos con otros, jugando, entreteniéndose, sin apenas prestar atención al mensaje.
El hermano acabó su tiempo de exposición de la Palabra, e inmediatamente presentaron a una serie de artistas, bailarines, y grupos musicales diversos que consiguieron ipso facto captar el interés de la alegre y a todas luces desenfadada y despreocupada audiencia. (7)

Podíamos ver a todos aquellos jóvenes, coreando, bailando, divirtiéndose, etc.
Insisto, no tengo nada en contra del sano entretenimiento, pero jamás lo he de confundir con el avivamiento. Tristemente, se confunden los términos. En ese evento, como en muchos otros de similares características, no hubo avivamiento. Si lo hubiera habido, se hubiera atendido y escuchado con el respeto que merece la Palabra. Pero no había interés por la Palabra, sino sólo por el ocio y el divertimento “cristianos”.

La realidad espiritual hoy en día Meditándolo, llego a la conclusión de que todo esto es sintomático. No obedece a ese evento mencionado en concreto, sino que ese evento en particular, así como otros similares en general, reflejan y muestran la realidad espiritual de hoy en día en el seno eclesial, y en concreto entre los jóvenes.

Si los jóvenes cristianos y todos en general, deseamos ondear la bandera del avivamiento, deberemos partir antes de la ineludible base de una verdadera vida de pureza y santidad en el amor y el temor de Dios. De verdadero quebrantamiento ante el Señor. De conocer, amar y vivir la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo. De no desear ni buscar ver “nuestros sueños cumplidos”, sino antes lo que es la voluntad del Señor para nuestras vidas. De no hacer lo que el mundo hace en mayor o menor medida (como para así intentar llegar al mundo), sino todo lo contrario...
Pureza en nuestras acciones, motivos, comportamiento, relaciones. La pureza de Cristo. Nuestra vida deberá buscar el reflejar el carácter de Cristo. Entonces podremos empezar a hablar de avivamiento, antes no. Antes, hermanos, sólo es una quimera.

7. Concluyendo Pensando en los eventos cristianos, el verdadero avivamiento, por cierto palabra que como tal no viene en la Biblia, no se mide conforme a la vara de medir de este mundo. No se corresponde con el número de personas que llene un evento evangelístico, o lo bien que predique el orador invitado, o lo bien que canten o bailen los artitas invitados, o la buena aceptación por parte de propios o extraños, o lo bien organizado que estuvieron los eventos de “avivamiento”, etc. No se mide por la apariencia.

En general, el avivamiento es otra cosa. El avivamiento debe empezar en el corazón de cada uno de los creyentes, conforme a la obra del Espíritu Santo.
Un conocido ministerio de evangelismo juvenil sito en Madrid, España, lanzó hace poco el siguiente encomiable lema:
“Es el tiempo de vivir y provocar una revolución santa en medio de la juventud de España y Europa” (8)

Es una muy buena intención la expresada por dichos jóvenes, pero no olvidemos los dos factores esenciales para ver un cumplimiento. Primero, la imprescindible obra del Espíritu Santo:
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican” (Salmo 127: 1)

Segundo, y como resultado de lo primero, será imprescindible una acción espiritual mucho más comprometida que el simple deseo o la simple intención. Será requerible una verdadera entrega al Señor, y un celo por la santidad, la pureza, amor a la Palabra, temor de Dios, y un verdadero llevar la Palabra del Evangelio a los perdidos. Por tanto, un apartarse de todo aquello que es conforme al mundo, conforme a la puerta ancha y al espacioso camino, conforme al deseo del fruto prohibido.

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