jueves, 30 de diciembre de 2010

UN MENSAJE SOBRE LA GRACIA DE JESUCRISTO

UN MENSAJE SOBRE EL DINERO

martes, 28 de diciembre de 2010

PELIGROS QUE DEBEN SER EVITADOS EN EL USO DEL AMEN

Peligros que deben ser evitados en el uso del “amen” en la adoración pública

Debido al pecado remanente en nosotros, no existe ningún privilegio en la vida cristiana que no sea susceptible de ser abusado, ni ningún deber hacia el cual no sintamos cierta indisposición.

Y dado que el expresar el amén es un privilegio y es un deber, debemos dar algunas advertencias para que no caigamos en excesos con respecto a este privilegio que Dios nos ha concedido:

A. Cuidado con usar el “amén” como un mecanismo para llamar la atención sobre ti mismo:

El propósito primordial del uso del “amén” en la Iglesia es la gloria de Dios (comp. 2Cor. 1:20). ¡Cuán pecaminoso es, entonces, usar este aspecto de la adoración corporativa para llamar la atención sobre nosotros mismos!

Es muy pecaminoso, usar el amén como un medio para presentar cierta imagen a los ojos de los demás. Y es muy fácil caer en ese pecado. Hay lugar en la adoración para el uso del amén a nivel individual, pero hacer uso de ese recurso para llamar la atención de los demás sobre nosotros es un grave, gravísimo pecado a los ojos de Dios.

Nos congregamos como iglesia para contemplar la hermosura del Señor, a deleitarnos en la adoración a Él. Cualquier acción voluntaria destinada a llamar la atención sobre nosotros mismos, puede provocar la acción involuntaria de que los hombres y mujeres que se han congregado en ese lugar desvíen su vista de Dios para posarla sobre nosotros.

Parece muy espiritual que digamos “amén” constantemente a todo cuanto se dice desde el púlpito. Pero la marca de la verdadera espiritualidad es el amor, el amor a Dios por encima de todas las cosas, y el amor al prójimo como a nosotros mismos; y ambas cosas son violadas cuando hacemos uso del amén para llamar la atención sobre nosotros mismos.

B. Cuidado con usar el “amén” de tal manera que hagas violencia contra ti mismo:

Dios nos hizo a cada uno con una forma de ser particular que no es destruida en el momento de la conversión; de modo que, aunque nuestra adoración sea corporativa, eso de ningún modo significa la destrucción de nuestra individualidad.

En el Sal. 139 el salmista expresa su adoración a Dios por la forma como fue creado: “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (vers. 16).

No somos lo que somos como un producto de la casualidad; Dios es soberano, y Él nos hizo como somos física, intelectual, temperamental y emocionalmente. Todos debemos esforzarnos por dar lo mejor de nosotros mismos en nuestro servicio a Dios, por manejar cada área de nuestra vida, no conforme a nuestra lógica o nuestro temperamento, sino según lo que Dios ha dicho en Su Palabra. Pero siempre seremos nosotros mismos.

Timoteo, por ejemplo, debía esforzarse por ser un ministro fiel; pero él no tenía que esforzarse por llegar a ser Pablo. Eran hombres muy diferentes el uno del otro. Si Timoteo usaba responsablemente los medios de gracia que Dios había puesto a su alcance llegaría a ser un Timoteo maduro, pero nunca llegaría a ser otra persona distinta a quien él era.

Lamentablemente algunos cristianos pueden sentirse tentados a identificar la manera en que una persona aplica estos principios como si fuera la forma correcta, y caer entonces en el error de imitarlo haciendo violencia a su identidad como individuo.

Supongamos que aquí tenemos un creyente cuyo temperamento es quieto y tranquilo, su hablar siempre es suave, moderado; rara vez se le oye levantar la voz. Pero resulta que este hermano pone su atención en otro miembro de la Iglesia con un temperamento distinto; y más aun, con una voz potente.

¿Imaginan Uds. la sorpresa que causará hermano cuando repentinamente pronuncie un ¡Amén! en una forma tal que se escuche artificial debido a su forma particular de ser? Cuidado, hermanos, de no implementar estas cosas de tal manera que hagamos violencia contra nosotros mismos.

C. Cuidado con hacer del “amén” una vana repetición:

Las palabras de Cristo en Mt. 6:7 se aplican perfectamente en este contexto. Los paganos, dice el Señor, se caracterizan por una adoración vana, sin sentido. Ellos piensan que por su palabrería serán oídos.

En el caso particular que estamos tratando, alguien pudiera pensar que mientras más “amén” diga durante la oración, o durante la predicación, más espiritual será. Pero ese pensamiento es pagano.

Esa falta también es cometida cuando expresamos un “amén” con nuestros labios que no refleja el verdadero estado de nuestro corazón. Con nuestros labios asentimos a lo que está siendo declarado, pero en realidad en nuestros corazones no tenemos el menor interés de implementar esas cosas en nuestra vida: “Este pueblo de labios me honra – dijo el Señor de los fariseos, mas su corazón está lejos de mí” (Mr. 7:6).

D. Cuidado con usar el “amén” en circunstancias inapropiadas:

En 1Cor. 13:5 dice que el amor no hace nada indebido, que no se comporta de una manera tal que haga sentir molestos a los demás sin necesidad. Hay momentos en que no tenemos otra alternativa que obedecer, aunque haga sentir incómodo a otros; pero no siempre es así.

Pablo dice en 1Cor. 9:20: “Me hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos, etc. A todos me hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”.

Si estamos en una Iglesia que no conoce, o no practica, esta enseñanza debemos hacer uso del dominio propio que el Señor nos ha dado para que no seamos motivo de distracción para los demás.

“Ah, pero y qué de mi libertad cristiana”. Nuestro uso de la libertad cristiana debe ser regulado por el amor, y el amor no busca lo suyo.

E. Cuidado con seguir la indisposición de nuestra carne contra todo deber impuesto por Dios en este asunto del uso del “amén” en la adoración pública:

Recuerden que nuestra carne se opone a todo deber impuesto por Dios, pero nuestra obligación en tal caso es a resistir esa indisposición y hacer lo que debemos hacer. Alguien puede decir: “Es que todo esto no es natural para mí”.

Si somos cristianos, la Biblia dice que hemos sido hecho partícipes de la naturaleza divina. Muchas cosas son ahora naturales para nosotros a pesar de que antes eran anormales.

¿Acaso era natural para nosotros venir a la Iglesia cada domingo? ¿O dar gracias por los alimentos? ¿O leer la Escritura todos los días? Nada de eso era natural, pero se supone que sea natural ahora.

Pues de igual modo debemos en esto seguir lo que Dios ha decretado en Su Palabra. Aunque vamos a la iglesia como individuos, también vamos como parte de un cuerpo a escuchar la Palabra de Dios y a elevar nuestros corazones a Él en oración y alabanza.

Y Dios espera de nosotros, no solo que mantengamos nuestros corazones sintonizados con la Palabra que está siendo expuesta, o con las oraciones que están siendo elevadas, sino también que expresemos nuestro asentimiento a través del “amén”.

Los creyentes honramos a Dios y a Su Palabra cuando nos esforzamos como individuos y como Iglesia en traer todas las áreas de nuestra vida bajo los principios que Dios ha establecido en Su Palabra.

Debo reconocer por justicia que para estos post me fueron de mucha ayuda unas clases de Escuela Dominical impartidas por el pastor Albert Martin.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

lunes, 27 de diciembre de 2010

AFIRMACION 2.010

[He aquí el texto en español de la "Afirmación 2010. Recordad -especialmente los pastores- que se puede firmar la Afirmación aquí ]

En vista de la actual oposición violenta del adversario de Dios y del hombre, y la evidente confusión y grave alejamiento de la Verdad Bíblica en la Iglesia profesante, creemos nuestro deber hacer una solemne afirmación de la doctrina que procuramos firmemente creer y enérgicamente mantener. Se sobrentiende que esta afirmación no cubre todos los dogmas de la fe una vez entregada a nosotros, sino que aquí se hace declaración y se hace hincapié, a la doctrina que se está siendo especialmente atacada en el presente. Consciente, como ciertamente lo somos, de nuestra propia gran debilidad, y dependiendo como siempre del apoyo y la fuerza de nuestro fiel Dios, unidos hacemos un testimonio solemne y público de la verdad de vital importancia, mientras que al mismo tiempo, rechazamos con firmeza los errores y las novedades que son contrarias a ellas. Hacemos un llamamiento a todos los que aman la Verdad a sumarse a nosotros para hacer esta formal afirmación formal de Fe, y rogamos a Dios que la utilice para el derrocamiento de la falsa doctrina y práctica.

“Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él”.

Isaías 59:19

1. La Infalibilidad de la Escritura

Afirmamos que Dios ha revelado sobrenaturalmente al hombre una verdad objetiva. La revelación general viene a través del universo que Dios ha hecho 1 y por medio de la naturaleza del hombre, creado a imagen de Dios. 2 Pero la revelación especial ha sido dada en una variedad de maneras (por ángeles, sueños, voces, etc.), culminando en la revelación de Dios en Cristo, la cual es perfecta y completa. 3 Esta revelación ha sido asegurada de forma permanente en el registro de las Escrituras por el proceso de inspiración, por el cual Dios “sopló”, o hizo proceder de Él, los escritos que ahora forman la Santa Biblia. 4 El producto resultante fue la infalible Palabra de Dios, sin mezcla alguna de error ni en doctrina ni en hechos. 5 Los 66 libros de la Biblia fueron reconocidos por el pueblo del Señor como inspirados y, por el propio testimonio de estos libros, se convirtieron en la regla divina por la cual todas las creencias y prácticas habían de ser probadas y juzgadas. 6 Dios, por Su singular cuidado y providencia, ha preservado Su Palabra escrita. 7 Los Textos auténticos y preservados son el Hebreo Masorético y el Texto Griego Recibido, y estos son los Textos que están a la base de la Versión Autorizada, que es, con mucho, la mejor y más exacta traducción en inglés de la Palabra infalible e inerrante de Dios que actualmente está en uso.

Rechazamos las versiones modernas e infieles, basadas en textos corrompidos y que hacen libre uso de la equivalencia dinámica en la traducción.

1 Salmo 19:1-6 1; Romanos 1:18-23 2 Génesis 1:26, Romanos 2:14-15, 3 Juan 1:14, Hebreos 1:1, 2 4 2 Timoteo 3:16,17; Hebreos 3:7; 5 Salmo 119:160; Daniel 10:21; Juan 10:35 6 Isaías 8:20; 34:16; Mateo 22:29; Hechos 17:2 7 Salmo 119:152,160; Isaías 40:8; 59:21 ; Mateo 24:35; 1 Pedro 1:24,25

2. La Santísima Trinidad

Afirmamos que hay un solo Dios vivo y verdadero. 1 Aunque es incomprensible en su esencia y naturaleza, 2 este Dios se revela en las Escrituras como un Espíritu puro, 3 de infinita o absoluta perfección, 4 y eternamente subsistente en (o existente en el forma de) una Trinidad de Personas: 5, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. 6 Estas Personas, o distinciones personales, en el Ser divino, están misteriosamente relacionadas entre sí, 7 igualmente comparten la misma esencia divina 8 y son, por tanto, iguales en poder y gloria. 9 Cada una de las Personas en la Divinidad tiene sus propiedades (o rasgos) personales, características y distintivas, en el Ser divino: es propiedad del Padre engendrar desde la eternidad 10 (Paternidad); del Hijo, ser eternamente engendrado del Padre (Filiación); 11 y del Espíritu Santo proceder eternamente del Padre y del Hijo (Procesión). 12 Estas propiedades personales en modo alguno implican precedencia o sucesión (la idea del tiempo está totalmente excluida) o superioridad o inferioridad (la idea de su rango o nivel está también totalmente excluida), sino que denotan las relaciones que existen eternamente en la Divinidad. 13 Fue la Segunda Persona de la Divinidad (el Hijo eternamente engendrado) Quien, en el tiempo señalado, entró en este pobre mundo y se hizo hombre, 14 asumiendo voluntariamente un cuerpo humano real 15 y un alma racional. 16 Una operación sobrenatural y milagrosa estuvo obrando en su concepción 17 –no a la manera de la generación ordinaria, por la que el pecado original se propaga– 18 y al nacer Él estaba libre de la culpa y corrupción del pecado de Adán, y era completamente santo y puro.19 De esta manera Él estuvo en condiciones para obtener la redención para Su pueblo. 20 Quien aplica la redención garantizada a los pecadores elegidos no es otro que la Tercera Persona de la Divinidad (el Espíritu Santo), Quien asegura que los tales son bendecidos espiritual y salvíficamente tanto en esta vida y como en la vida venidera. 21 El Señor Jesucristo ha unido para siempre en sí mismo la naturaleza de Dios y del hombre, las dos naturalezas existentes en Su única persona. 22 Este Dios uno y trino, sumo bendito y sumo glorioso, es el verdadero y único objeto de adoración, el Único de quien la fe depende y a quien se debe obediencia. Por gracia sin igual, éste es el Dios a quien pertenecemos, el Dios que buscamos glorificar a Dios y el Dios que esperamos disfrutar para toda eternidad. 23

Rechazamos las antiguas herejías que reaparecen en nuestros días: Triteísmo (que hace de las Tres Personas, tres dioses), sabelianismo (que considera a las Tres Personas como meros modos de manifestación), y el arrianismo (que enseña que el Hijo es una criatura exaltada y que el Espíritu Santo es simplemente una energía producida por el Hijo). Es especialmente preocupante la negación cada vez más común de la generación eterna de nuestro Señor y la eterna Filiación, así como la negación de que el Señor encarnado tenía un alma verdaderamente humana (al decirse que su naturaleza divina tomó el lugar del alma en la persona de Jesucristo). En nuestra opinión, estos son errores graves y peligrosos, que comprometen o bien la Divinidad de nuestro Señor o bien Su verdadera humanidad; e instamos a una mucho más cuidadosa adhesión a las Escrituras en estos asuntos, y a aquellos credos y confesiones históricas que mantienen fielmente la doctrina verdadera y genuina de la Palabra de Dios acerca de la profunda, pero sublime, verdad de la Santísima Trinidad.

1 Deuteronomio 6:4; 2 Samuel 22:32; Nehemías 9:6; Isaías 43:10 2 Job 11:7-9; 26:14; Salmo 139:6; Proverbios 30:4; 1 Corintios 1:21; 1 Timoteo 6:16 3 Isaías 31:3, Juan 4:24; Hebreos 12:9 4 Mateo 19:17; 1 Juan 1:5 5 Génesis 1:1 – “Dios” se traduce “Elohim”, que está en forma plural ( cf. Eclesiastés 12:1 – literalmente, “tus Creadores”), 1:26; 3:22; 11:7; Números 6:24-26; Salmo 115:9-11; Isaías 6:3; Daniel 9:19 6 Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14; Efesios 2:18; 1 Pedro 1:2; 1 Juan 5:7; Apocalipsis 1:4,5 7 Salmo 110:1; Isaías 48:16; 61:1; 63:7-10; Daniel 9:19; Mateo 3:16-17; 11:27; Juan 3:35; 14:16,17, 26; 15:26; Hebreos 1:8, 1 Juan 2:23 8 El Padre – Mateo 11:25; Romanos 15:6; 1 Corintios 8:6, Gálatas 1:1,3. El Hijo – Salmo 45:6 (cf. Hebreos 1:8); Isaías 9:6; 40:3; Jeremías 23:6; Mateo 1:22-23; Juan 1:1, 5:18; 10:30; 20:28; Romanos 9:5; 1 Timoteo 3:16; Tito 2:13, 1 Juan 5:20, Apocalipsis 5:11-14. El Espíritu Santo – 2 Samuel 23:2,3; Hechos 5:3,4; Romanos 5:5, 1 Corintios 3:16, Efesios 2:22 9 Cantar de los Cantares 4:16; Ezequiel 37:9,14; Zacarías 13:7; Mateo 28:19, Juan 5:22,23; Filipenses 2:6; Hebreos 1:6, Apocalipsis 1:4,5; 5:13-14 10 Juan 5:26 11 Salmo 2:7 – “este día” es “la eternidad”; Proverbios 8:24,25; Miqueas 5:2; Marcos 12:6, Juan 1:14,18 -”el unigénito del Padre, el Hijo unigénito”, 3: 16; Romanos 8:3, 1 Juan 4:9 – “unigénito” antes de “… enviado al mundo” 12 Isaías 61:1, Juan 14:26; 15:26; Romanos 8:9; Gálatas 4:6 13 Mateo 11:27, Juan 17:25,26; Romanos 15:19 14 Juan 1:14; Gálatas 4:4; Filipenses 2:7,8; 1 Timoteo 2:5 15 Lucas 24:39; Colosenses 1:22; Hebreos 2:14; 10:5 (cf. Mateo 4:2; Marcos 4:38; Juan 4:6,7) 16 Isaías 53:10,12; Mateo 26:38; Lucas 23:46 (cf. Mc 3:5; Lucas 10:21) 17 Lucas 1:31,35; 1 Timoteo 3:16 18 Génesis 3:15, Mateo 1:22-23; Gálatas 4:4 (cf. Romanos 5:12) 19 Juan 14:30 ; Hebreos 4:15; 7:26; 9:14; 1 Pedro 2:22 20 Mateo 20:28; Gálatas 4:4,5 21 1 Corintios 6:11; Tito 3:4-7 22 Romanos 1:3, 4; 9:5; Filipenses 2:6-9 23 Deuteronomio 26:17, Salmo 48:14; Mateo 5:16, 1 Corintios 6:20; Salmo 4:6,7; 16:11; 27:4; 43:4; 73:25,26; Isaías 29:19; Apocalipsis 22:3-5

3. La Doctrina de la Gracia

Afirmamos que la doctrina común de la gracia en las Confesiones Reformadas (por ejemplo, Westminster, 1647; Saboya, 1658, y Londres, 1689), se conforma totalmente a la Escritura, la única norma infalible para la doctrina. Esa doctrina, comúnmente llamado calvinista, hace hincapié en la soberanía absoluta de Dios 1 e incluye la verdad de la Depravación Total, 2 Elección Incondicional, 3 Redención Particular, 4 Gracia Irresistible, 5 y Perseverancia de los Santos, 6 pero también abarca otras verdades reveladas de la Fe Reformada Histórica. Toda esta verdad es mantenida con una preocupación piadosa por los perdidos, y creemos firmemente en la necesidad de cumplir la comisión de evangelización y predicar el Evangelio a toda criatura, en todo el mundo.7 Este Evangelio son las buenas nuevas para los hombres pecadores, a través de Jesucristo, el único Salvador, presentado en él para ser creído y que la gente confíe en Él (a través de la gracia), de manera que los pecadores no se pierdan, sino que tengan vida eterna. 8

Rechazamos el arminianismo en todas sus formas, especialmente el moderno “decisionismo” y “conversionismo fácil” [en inglés, easy-believism].

1 Deuteronomio 4:39; Salmo 115:3, Isaías 46:9-11; Daniel 4:34,35; Efesios 1:11 2 Salmo 51:5; Jeremías 17:9, Marcos 7:21,22 3 Romanos 9: 10-13; Efesios 1:4; 2 Tesalonicenses 2:13 4 Mateo 20:28; Juan 10:11, Hechos 20:28, Efesios 5:25; Tito 2:14; Apocalipsis 5:9 5 Juan 5:21; 6:44,45,65; Hechos 16:14, Romanos 8:30; 9:23,24; 2 Timoteo 1:9, 1 Pedro 2:9 6 Job 17:9; Filipenses 1:6; 1 Pedro 1:5 7 Marcos 16:15,16, Lucas 14:15-24, Romanos 1:14-16 8 Lucas 2:10; Juan 1:12,13; 3:16,17; Hechos 4:12; 13:26; 18:27, 1 Corintios 2:2, 2 Corintios 4:5; Gálatas 3:1,8; Efesios 2:8,9; 1 Timoteo 1:15, 1 Juan 5:11,12

4. Creación en Seis Días

Afirmamos la historicidad del relato bíblico de la Creación, que se encuentra en los primeros capítulos del Génesis.1 La Creación es el acto sobrenatural de Dios 2 por el cual, en el principio 3 y por Su Palabra o mandato inmediato, 4 trajo, de la nada, todo a la existencia, 5 y esto en el espacio de seis días literales, de veinticuatro horas.6

Rechazamos la teoría de la evolución (tanto teísta como atea), así como negamos todos los intentos de interpretar Génesis de acuerdo con las modernas teorías científicas, como en el caso de la “Teoría del día-era” (que hace que los seis días sean períodos de tiempo largos e indefinidos).

1 Génesis 1:1-31; 2:1-25; Mateo 19:4, 2 Pedro 3:5 2 Job 38:4-6; Salmo 90:1,2; 37:16 Isaías; 44:24; 45:9 3 Génesis 1:1; Hebreos 1:10 4 Génesis 1:3ss; Salmo 33:6,9, Hebreos 1:3, 2 Pedro 3:5 5 Romanos 4:17; Hebreos 11:3 6 Génesis 1:3–5ss; Éxodo 20:8-11

5. Sustitución Penal

Afirmamos que el acto de expiación de Cristo era de “satisfacción penal para la justicia de Dios”. En el plan de redención, Él fue designado “fiador”, y como tal fue obligado a cumplir un servicio o pagar una deuda para otros. 1 Al cumplir este compromiso, en el amor infinito por Su pueblo, no solamente prestó obediencia a los preceptos de la Ley, sino que también sufrió pena de la Ley de la ira y la maldición de Dios. 2 A lo largo de Su vida, pero especialmente en Su muerte, Él “llevó nuestros pecados”, expresión que significa que Él tomó el castigo de todos esos pecados; 3 y así se dice que Él, siendo “entregado por (peri – “por causa de”) nuestros pecados”, realmente “sufrido por los pecados, el justo por (huper – “en el lugar de”) los injustos”. 4 De hecho, fue así que Él se hizo un “sacrificio”, 5 siendo nuestra culpa transferida a Él y siendo Su vida, en consecuencia, tomada como la pena debida. 6 No se puede dudar, por consiguiente, de que Dios le infligió a El –el Sustituto legal del pecador– el “castigo” y ” punición”, a fin de que podamos ser “salvos de la ira por medio de Él”. 7 Ésta es la gloria del Evangelio y la única esperanza de los pobres y miserables pecadores.

Rechazamos la opinión de algunos liberales modernos (que afirman ser “evangélicos”) que se atreven a sugerir que “la sustitución penal” es una mera “teoría” de la expiación, la cual ellos blasfemamente afirman que sería un “maltrato infantil cósmico”.

1 Hebreos 7:22 cf. Génesis 43:9; Filemón 18 2 Isaías 53:4,5; Gálatas 3:13 3 1 Pedro 2:24 cf. Levítico 20:17ss 4 Romanos 4:25, 1 Pedro 3:18 5 Efesios 5:2, Hebreos 9:26 Isaías 53:4-7 6 cf. Levítico 1:4,5 7 Isaías 53:5,10; Zacarías 13:7; Romanos 5:9

6. Justificación por la Sola Fe

Afirmamos que la justificación es el acto de gracia de Dios que declara a los pecadores justos ante los ojos de Su Ley: 1 por lo que se utiliza en la Escritura en contraste con la acusación o condenación. 2 Este veredicto, pronunciado una vez y para siempre, no es por causa de algún mérito en el pecador, sea presente o futuro, sino solamente sobre la base de la justicia de Jesucristo, 3 es decir, Su obediencia activa mediante la cual Él cumplió perfectamente todos los preceptos de la Ley, 4 y su obediencia pasiva, por la cual soportó la completa pena de la Ley. 5 Esta obediencia activa y pasiva fue vicaria, en que fue una obediencia ofrecida por Él, como representante de los pecadores elegidos, en su lugar y en nombre de ellos. 6 La justificación fue decretada desde la eternidad, pero el decreto es cumplido y tiene lugar en la experiencia de los elegidos cuando, por gracia, ellos creen, recibiendo a Cristo como Salvador en dependencia de la completa suficiencia de lo que Él ha hecho por ellos en vida y muerte, 7 y cuando la justicia de Cristo, que satisface perfectamente la Ley, les es realmente imputada, es decir, se les atribuye o pone en su cuenta. 8 Dios pronuncia, entonces, Su juicio o sentencia de justificación, perdonando todos sus pecados (pasados, presentes y futuros), o remitiendo la pena debida por ellos, 9 y declarándolos justos delante de Él, como si hubieran obedecido cada precepto. 10 Esto le da a los pecadores el derecho a la vida eterna; 11 y tal justificación es irrevocable. 12

Rechazamos la doctrina romanista de que la justicia infusa en el pecador es meritoria y contribuye a la justificación final, así como también rechazamos la “Nueva Perspectiva sobre Pablo”, “Teología de la Avenida Auburn” y “Visión Federal”, que igualmente comprometen la doctrina de la justificación por la fe sola, que sugieren que es en parte por las obras y, más concretamente, por la “fe fiel”, “la obediencia fiel” o “una (meramente externa) membresía en la alianza”.

1 Romanos 3:24; 5:17; 8:33; Tito 3:7 2 Romanos 8:33,34 cf. Deuteronomio 25:1 3 Isaías 45:25; Jeremías 23:6, Romanos 3:24-26; 5:9,18; 10:4; 1 Corintios 1:30, 2 Corintios 5:21 4 Salmo 40:8, Romanos 5:19; Filipenses 2:8 5 Romanos 4:25; 5:9; 8:4 6 Isaías 53:6,11, Romanos 5:15-19, 1 Corintios 15:22; Gálatas 4:4,5; Hebreos 7:22 7 Hechos 13:39; Romanos 3:22,28; 5:1; Gálatas 2:16; Filipenses 3:8,9 8 Romanos 4:6-8, 20-25; 1 Corintios 1:30, 2 Corintios 5:21 9 Romanos 4:6-8; 8:1,33 10 Romanos 4:5; Efesios 1:6; 11Romanos 5:1,2,18,21; Tito 3:7 12 Romanos 8:1,30-34

7. Santidad de Vida

Afirmamos que, porque Dios es santo, Él requiere santidad en la vida de todos creyentes. 1 Hechos santos en Cristo en cuanto a nuestra posición, hemos de vivir santamente por Cristo en cuanto a nuestro estado. 2 La santidad es, primera y principalmente, un asunto del corazón, 3 pero, inevitablemente debe manifestarse en la conducta, tanto en palabras como en hechos. 4 Esto comportará, para el cristiano, la separación de todo lo que es mundano y pecador, de modo que nuestras vidas sean marcadamente diferentes de aquellos hombres y mujeres a nuestro alrededor. 5 Éste es el propósito de la gracia de Dios, 6 y por consiguiente la obra continua de Dios en nosotros; 7 y aunque nunca sea perfecta en esta vida, 8 será benditamente perfecta en la vida venidera. 9 Como pueblo del Señor, por consiguiente, anhelamos esta santidad futura cuando, completamente santificados por Su voluntad, seremos perfeccionados a la imagen de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. 10

Rechazamos la opinión de muchos cristianos profesantes en estos días de que es bastante aceptable seguir el mundo impío en el vestido y en sus formas de pensar, hablar y comportarse.

1 Isaías 35:8; 1 Pedro 1:15,16; 2 Timoteo 2:19 2 1 Corintios 1:30; Hebreos12:14; 13:12 3 Salmo 45:13; Mateo 5:8; 23:25-28 4 Efesios 4:29; Tito 2:12 5 2 Corintios 6:17; Filipenses 2:15, 1 Juan 2:15,16 6 Efesios 1:4 7 Filipenses 2:12,13; 1 Tesalonicenses 5:23; 8 Romanos 7:14-25; 1 Juan 1:8,10 9 Efesios 5:25-27; Hebreos 12:23, 1 Juan 3:2; Judas 24; Apocalipsis 21:4,27 10 Salmo 17:15; Romanos 8:29 ; Efesios 1:4

8. La Experiencia Cristiana

Afirmamos la necesidad del cristianismo experimental o verdadera experiencia cristiana. 1 Mientras que el conocimiento no debe ser despreciado, existe un peligro de una preocupación no espiritual sobre el intelecto. La Fe Reformada, en su forma más pura, es la teología del corazón, y esto, por consiguiente, nos debería profundamente mover y hondamente cambiarnos. 2 Cuando Dios, por gracia, se muestra en Su infinita soberanía, majestad y gloria, somos llenos de un sentido de asombro adorador y de gran indignidad. 3 Sentimos asombro de que haya misericordia en Él, por la que reciba a los pecadores. 4 Confiando completamente en el Redentor, a través de Cuya sangre fluye la misericordia a nosotros, buscamos el perdón que nos llena nuestras almas de alegría y paz. 5 Continuamente nos volvemos al Señor nuestro Dios en busca de refugio y consuelo, siendo caracterizadas nuestras vidas por la oración persistente por el cumplimiento de las promesas divinas. 6 Su Palabra es nuestra meditación diaria: en ella encontramos consejo seguro, y de ella sacamos toda la fuerza y apoyo necesarios. 7 En nuestro andar diario, somos conscientes de que sus vigilantes ojos que todo lo ven están sobre nosotros, y nosotros, por consiguiente, siempre procuramos caminar humildemente con Él. 8 A veces, tal es nuestra dulce comunión que estamos absortos en amor y alabanza, y grande es nuestro deleite en los Días de Reposo al acercarnos a Dios, en la manera que Él ha designado, gloriándonos en el hecho de que Él es nuestra bendita porción, en esta vida y la siguiente. 9 Su amor por nosotros no sólo engendra amor por Él, sino también nos lleva a amar a Su pueblo con un puro afecto, y a los pobres perdidos pecadores con anhelo ferviente de que puedan ser salvos. 10 En todas estas cosas, nuestro gran fin es que Dios sea glorificado –que todo lo relacionado con nosotros, como pecadores escogidos, redimidos y llamados, pueda redundar para la gloria de Dios–. 11

Rechazamos aquella representación de la Fe Reformada que es poco más que un asentimiento a una teología particular y ese frío calvinismo académico, que hace incluso que la Doctrina de la Gracia parezca seca y árida.

1 Jeremías 31:3; Romanos 8:16; Filipenses 3:10 2 Ezequiel 36:26; Hechos 16:14, Efesios 3:14-19 3 Isaías 6:1-5, Romanos 11:33-36, 1 Corintios 4:7 4 Salmo 130:3,4; 1 Timoteo 1:12-14, 1 Pedro 2:10 5 Job 19:25-27; Miqueas 7:18, Romanos 15:13 6 Salmo 71:3; 119:49; 142:5; Judas 20,21 7 Job 23:11,12; Salmo 1:1-6; Mateo 4:4 8 Génesis 16:13; Salmo 16:8; 139:1-5; Miqueas 6:8 9 Salmo 43:3,4; 48:14; 73:25; Lamentaciones 3:24 10 Salmo 116:1; 5:5; Romanos; 10:1; 1 Juan 4:7 11 1 Corintios 6:20; Efesios 3:21; 1 Timoteo 1:17

9. El Día de Reposo

Afirmamos la perpetuidad del Día de Reposo. Designado en la creación, 1 observado por los patriarcas, 2 mantenido en el desierto, 3 incorporado en el Decálogo (o Diez Mandamientos), 4 confirmado por los profetas, 5 y predicho para los tiempos del Nuevo Testamento, 6, fue confirmado y hecho prevalecer por nuestro Señor. 7 La observancia del Día de Reposo comporta la consagración del “séptimo día”; y durante el período del Antiguo Testamento, éste era el séptimo día de la semana, 8, pero nuestro Señor, si bien mantuvo el principio del séptimo día, 9 cambió el día del séptimo al primer día de la semana, el día de Su resurrección de entre los muertos, 10 y este día, por consiguiente, fue observado por la Iglesia Cristiana primitiva. 11 Un Día de Reposo, por consiguiente, permanece para el pueblo de Dios, 12 y debemos guardarlo descansando del empleo normal 13 (excepto para las obras de necesidad y misericordia 14) y del recreo 15 (que puede ser perfectamente lícito en otros días 16), y pasando el día, en la medida de lo posible, en adoración pública y privada, incluyendo la lectura espiritual, oración, meditación y conversación. 17 El Día de Reposo mantenido así resultará ser una bendición inestimable para los individuos y las naciones. 18

Rechazamos la oposición a la defensa del Día de Reposo que prevalece en algunos círculos; lamentamos profundamente la gran decadencia en la observancia del Día de Reposo; y el hecho de que muchos en el mundo –y no pocos en la Iglesia– profanan abiertamente el Día de Reposo por un trabajo innecesario, por mirar la televisión, la práctica de deporte, el frecuentar restaurantes y los viajes de vacaciones. Trágicamente, el “antinomianismo” contemporáneo –especialmente en la forma de la “Nueva Teología del Nuevo Pacto”– fomenta la profanación pecaminosa y la profanación de la Día Santo de Dios, y aborrecemos y denunciamos estos errores teológicos por cuanto son en detrimento de la mayor gloria de Dios y el bien espiritual del hombre.

1 Génesis 2:3 Génesis 4:3 2 – “en el transcurso del tiempo”, literalmente, “al final de los días”, cf. 8:10,12; 29:27,28; Job 1:4,5 3 Éxodo 16:23,26 4 Éxodo 20:8-11, Deuteronomio 5:12-15 5 Isaías 58:13; Jeremías 17:21, 22 6 Isaías 56:6,7; 66:23 7 Mateo 24:20, Marcos 2:27,28; Lucas 4:16,31; 23:56 8 Génesis 2:2,3; 4:3; Éxodo 31:16,17 9 Marcos 2:27,28 10 Juan 20:1,19,26; Apocalipsis 1:10 11 Hechos 2:1; 20:7; 1 Corintios 16:1,2 12 Hebreos 4:9 13 Éxodo 20:10; 34:21; Levítico 23:3; Deuteronomio 5:14; Nehemías 13:15-20; Jeremías 17:21 14 Mateo 12:1,10-13; Lucas 13:16 15 Isaías 58:13 16 Génesis 27: 3; Nehemías 8:10; Eclesiastés 8:15 17 Levítico 23:3; Salmo 92-título; Isaías 66:23; Lucas 4:16, Hechos 16:13,14; 20:7 18 Génesis 2:3, Isaías 56:7,8; 58:13,14

10. Reverencia en el Culto

Afirmamos el concepto de la reverencia por Dios. 1 Las Escrituras distinguen entre el temor servil, que es poco más que el miedo de la ira y castigo de Dios, 2 y el temor filial, que es una santa disposición formada en nuestras almas por el Espíritu Santo, 3 por el cual somos capacitados adecuadamente para responder a la infinita excelencia de Dios, 4 Su grandeza y bondad. 5 Ésta es la gracia en la que los creyentes están llamados a ejercitarse. 6 Es un asombro, maravilla y profundo respeto delante de Dios, 7 se manifiesta en una variedad de maneras, incluyendo una estricta observancia a Su voluntad revelada, 8 el aborrecimiento de lo que es malo o indigno, 9 la vigilancia sobre el corazón y la vida, 10 la sinceridad, seriedad y diligencia en Su servicio, 11 el no rehusar nada a Él, 12 la esperanza en la sola misericordia divina, 13 y un profundo y fuerte deseo de Su presencia y favor. 14 Esta profunda veneración por Dios debe ser especialmente evidente en el culto de la iglesia, 15 donde Dios no sólo es reconocido como la Majestad divina, sino que también es honrado y alabado como tal. 16 Este temor no es en absoluto incompatible con el amor a Dios por parte del adorador, pero sí que afecta el carácter de ese amor, haciendo que no sea una familiaridad carnal sino un afecto reverencial; 17 ni tampoco es incompatible con nuestro gozo en Dios, sino que el temor piadoso tiene un efecto santificador y solemnizador sobre el mismo, transformando esta emoción en algo sobrio y sereno, que no se expresa en la risa mundana, sino más bien en regocijo espiritual. 18

Rechazamos el espíritu que prevalece en muchas iglesias, con su tendencia a convertir la adoración en nada más que un entretenimiento mundano. Nos apena que, en la Casa de Dios, los ministros tan a menudo prefieran vestirse informalmente y se conduzcan de una manera poco digna, como también nos duele que las congregaciones estén dispuestas a seguir sus malos ejemplos, convirtiéndose en arrogantes acerca de Dios y de Su santidad y comportándose de la manera más indigna e indecorosa. La reverencia y temor de Dios han trágicamente desaparecido en nuestros días.

1 Génesis 31:42; Salmo 33:8; Proverbios 1:7; Hebreos 12:28 2 Génesis 3:10; Mateo 25:24,25; Santiago 2:19 3 Deuteronomio 5:29; Salmo 86:11, Isaías 11:2,3; Jeremías 32:39,40 4 Deuteronomio 28:58, Salmo 112:1 5 Jeremías 5:22; 10:6,7; Salmo 130:4; Oseas 3:5 6 Proverbios 23:17, 2 Corintios 7:1, 1 Pedro 1:17 7 Eclesiastés 5:2; Isaías 6:1-3, 8 Salmo 112:1 8:13; Eclesiastés 12:13 9 Génesis 20:11; 42:18; Job 1:1; Proverbios 8:13, 16:6, 10 Romanos 11:20,21; 2 Corintios 7:1; 11 Salmo 2:11; Filipenses 2:12; Colosenses 3:22 12 Génesis 22:12; Nehemías 5:15; Isaías 60:5 13 Salmo 147:11 14 Salmo 25:1,14; Hechos 10:1,2; 15 Éxodo 15:11; Salmo 5:7; 89:7; Hechos 9:31 16 Salmo 29:2; 50:23; 86:9; Apocalipsis 14:7; 15:4; 17 Salmo 70:4; 73:25 18 Salmo 2:11; Proverbios 28:14; Filipenses 4:4

11. El Principio Regulador del Culto

Afirmamos la Ley para el culto divino, conocido como el Principio Regulativo, que establece que debe haber una autoridad positiva de designación de las Escrituras, o prescripción, en la manera de mandamiento directo o ejemplo aprobado, para todas las partes de la adoración de Dios. Esta ley se ha expresado en la declaración, “lo que la Escritura no prescribe, lo prohíbe.” 1 Entendemos que esta afirmación significa que las partes del culto ordinario sólo deben incluir el canto de alabanza bíblica y digna; 2 la lectura de las Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento en una traducción fiel y precisa; 3 el ofrecimiento de la oración, que incluya la acción de gracias, 4 confesión 5 y petición; 6 la predicación y escucha de la Palabra de Dios, 7 y la bendición. 8 Además de estas ordenanzas, está también la administración de los dos sacramentos u ordenanzas simbólicas: a saber, el Bautismo y la Cena del Señor. 9

Rechazamos la introducción en el culto solemne y público del entretenimiento mundano, ya sea de teatro, mimo, títeres, arte, danza, comedia o la música pop (con sus grupos de música e instrumentistas). De hecho, desaprobamos la así llamada “Adoración Cristiana Contemporánea”, por creer que sus innovaciones deshonran a Dios, son contrarias a las Escrituras (como “culto voluntario”), y perjudiciales para el testimonio de la Iglesia profesante de Cristo.

1 Deuteronomio 4:2; 12:32; Mateo 15:3,9; 28:20; 1 Corintios 11:2,23; Colosenses 2:22 2 Salmo 95:1,2; Colosenses 3:16 3 Josué 8:34,35; Nehemías 8:1-3, 1 Tesalonicenses 5:27 4 Oseas 14:1,2; Filipenses 4:6; Hebreos 13:15 5 Daniel 9:4; Mateo 6:12; 1 Juan 1:9 6 Efesios 6:18,19; Filipenses 4:6; 1 Timoteo 2:1,2,8 7 Hechos 10:33; 2 Timoteo 4:2 8 Números 6:22-27, 2 Corintios 13:14 9 Mateo 28:19, 20, 1 Corintios 11:23-29

12. El Sagrado Ministerio

Afirmamos la creencia en el santo ministerio. Incluso en los tiempos del Antiguo Testamento, había Ministros de la Palabra, tanto extraordinarios como ordinarios, 1 pero en los tiempos del Nuevo Testamento, el Oficio Ministerial pasó a estar mucho más de manifiesto. 2 Nuestro Señor mismo fue un Ministro, 3 y durante el período de Su predicación y enseñanza pública, Él ordenó a los Doce primero, y más tarde los Setenta; 4, pero dio a entender que otros estarían todavía involucrados en esta obra 5 y, antes de ascender a los cielos, declaró que existiría un Ministerio hasta el final de los tiempos. 6 Así pues, incluso ahora, el Señor exaltado da “pastores y maestros” a su Iglesia. 7 La Escritura insiste en que tales hombres deben ser divinamente cualificados por una vida santa y sin reproche, por un conocimiento racional y experimental de la Verdad, y por la capacidad de declarar y aplicar fiel y celosamente la Palabra de Dios. 8 También es necesario –de hecho es esencial– que el tal sea “llamado” al Ministerio, “llamamiento” que es doble: un llamamiento interior del Señor (la voluntad divina impresa en el corazón, aportando una convicción real, profunda y convincente) y un llamamiento externo de la Iglesia (que comporta la elección y entonces la ordenación solemne o designación). 9 Es evidente que sólo los hombres son llamados al oficio, y a dirigir así públicamente la adoración y ministrar la Palabra de Dios en el Iglesias 10 y cualesquiera otros oficiales pueda haber en una Iglesia del Evangelio (Ancianos Gobernantes o Diáconos), su servicio nunca podrá ser un sustituto de un correcto e indicado Ministerio Bíblico.11 Aquellos debidamente designados para el Ministerio deben cumplir con sus obligaciones, no en forma imperiosa o dominante, sino con un espíritu humilde, paciente y compasivo, como es el que se halla en el Príncipe de los pastores, nuestro Señor Jesucristo. 12 Además, según las Escrituras, el Ministerio de ellos no es sacerdotal (habiendo sido quitado el orden de Aarón, y el orden de Melquisedec perteneciendo únicamente al Señor Jesucristo): 13 en vez de ello, sus funciones principales son la predicación o la enseñanza de la Palabra de Dios y la administración de la sacramentos u ordenanzas.14 El único medio público divinamente autorizado para la instrucción y conversión de los pecadores es la proclamación verbal de la Palabra santa de Dios 15 y una de las mayores necesidades del tiempo presente es que se levanten hombres para predicar todo el consejo de Dios con autoridad y fidelidad, 16 y para estos predicadores –y para esta predicación– ser ungidos y capacitados por el Espíritu Santo enviado del cielo.17

Rechazamos la idea de que el ministerio “se encuentra en común”, de manera que cualquier persona pueda realizar el ministerio público en la iglesia, así como rechazamos la idea de que las mujeres pueden dirigir cualquier parte del culto divino o predicar a la iglesia congregada. Repudiamos también cualquier uso de teatro, mimo, títeres, etc., como medios ilegítimos e impropios para comunicar la Verdad revelada de Dios, puesto que creemos que Dios ha designado la predicación como la manera apropiada para dar a conocer su Verdad a este mundo necesitado.

1 Lucas 1:70; 2 Pedro 1:21; Deuteronomio 33:10; 2 Crónicas 15:3; Malaquías 2:7, Hechos 15:21 2 Hechos 6:4; Efesios 4:11,12; 1 Timoteo 1:12 3 Isaías 61:1, Romanos 15:8; Apocalipsis 3:14 4 Marcos 3:13,14; Lucas 10:1-16 5 Mateo 13:52; Lucas 12:42,43 6 Mateo 28:19,20 7 Efesios 4:11,12; 1 Corintios 12:28 8 Hechos 20:27,28; Romanos 12:6-8, 2 Corintios 3:5,6; 1 Timoteo 3:1-7; 2 Timoteo 2:15,24; 4:1-5; Tito 1:4-9 9 Hechos 13:1,2; Romanos 10:15, 1 Corintios 9:16, Hechos 1:15-26, 13:1-3; 14:23; 1 Timoteo 4:14 10 1 Timoteo 3:1, 1 Corintios 14:34,35; 1 Timoteo 2:11,12 11 Hechos 12:17; 21:18; Romanos 12:5-8, 1 Corintios 12:28; Hebreos 13:7,17 12 Mateo 20:25-28; 23:11,12; 1 Pedro 5:3; 3 Juan 9-11 13 Hebreos 8:13; 10:11,12 14 Mateo 28:19,20; Hechos 6:4; 20:7-11, 1 Corintios 3:5; 4:1; 2 Timoteo 4:1-4, 15 Lucas 24:46-48, 1 Corintios 1:21; 2 Corintios 4:5 16 Mateo 9:37, 38; Hechos 20:27; 2 Timoteo 2:2 17 Lucas 24:49, Juan 20:21,22; Hechos 4:8,31; 1 Pedro 1:12

13. Separación

Afirmamos el deber de dar un claro testimonio de nuestra Fe mediante la separación de todo error y, por consiguiente, de toda cooperación en actividades religiosas con los que niegan cualquier verdad capital de la Fe Cristiana. 1 Bajo el Antiguo Pacto, el pueblo de Dios fue advertido solemnemente en contra de la asociación con aquellos que habían desviado gravemente de la Verdad, 2 y cuando no hizo caso de tal advertencia fueron severamente reprobados, reprendidos o juzgados. 3 Bajo el Nuevo Pacto, se nos dice claramente que nos apartemos de aquellos que se apartan a sí mismos de la Verdad inviolable de Dios. 4 También está claro que debemos restringir el compañerismo –en especial el compañerismo público, de la iglesia– con aquellos que profesan ser “evangélicos” pero que desprecian la enseñanza de las Escrituras sobre la separación, prefiriendo confraternizar con aquellos que cuestionan o repudian la Verdad de la Biblia.5 Una de las mayores debilidades de los modernos “evangélicos” es que yerren en adoptar una toma de posición separada de la apostasía. Aquellos que representan el evangelicismo verdadero y conservador deben posicionarse juntos –y trabajar juntos– por la fe una vez dada a los santos. 6

Rechazamos todas las actividades interreligiosas, así como repudiamos totalmente el falso ecumenismo que intenta reunir aquellos que no pueden estar de acuerdo en los puntos fundamentales de la Fe Cristiana; el Romanismo que promueve una idolatría esencial y blasfemamente pagana; el Modernismo que viola la doctrina de la inspiración verbal y plena de las Sagradas Escrituras; y el Neo-Evangelicismo que prefiere una posición de neutralismo y apaciguamiento, comprometiendo la Verdad bíblica distintiva y vital.

1 Romanos 16:17,18; Efesios 5:11; Tito 3:10; 2 Juan 10,11 2 Éxodo 23:32; 34:12,15; Josué 23:7 3 Jueces 2:2; 2 Crónicas 19:2 cf. 18:1; 20:35-37; Esdrás 9:1,2,14 4 Mateo 7:15; 15:14; 2 Corintios 6:14-18; Gálatas 1:8,9; 2:4,5,11; 1 Timoteo 6:3-5; 2 Timoteo 3:1-5; 1 Juan 5:21; Apocalipsis 2:14-17; 18:4 5 2 Tesalonicenses 3:6,14,15 6 Hechos 2:42; 2 Corintios 13:8; Filipenses 1:27; 3 Juan 5-8; Judas 3

14. Avivamiento

Afirmamos la realidad y la gloria del avivamiento espiritual. Esto no es algo de orígenes modernos, porque el Espíritu Santo estuvo presente en los tiempos del Antiguo Testamento, 1 y, en varias ocasiones, en tiempos de decadencia espiritual, al antiguo pueblo del Señor se les concedió una nueva manifestación de la presencia y actividad del Espíritu, que dio lugar a un avivamiento y la renovación de sus almas. 2 Los profetas predijeron que habría futuras visitaciones avivadoras en esta era cristiana 3 y ellos, junto con el remanente piadoso, anhelaron y oraron por tales tiempos. 4 Pentecostés vio la llegada formal del Espíritu Santo para comenzar su actividad en el nuevo pacto glorificando al Cristo exaltado; 5 pero para los primeros cristianos este acontecimiento notable no excluía las incontenibles experiencias posteriores de la presencia y poder del Espíritu. 6 Aun así, la Iglesia, en su estado actual sin vida, necesita al Espíritu Santo como nunca antes en su historia, para hacer que la predicación sea poderosa, para producir un renovado aumento de la vida espiritual en la Iglesia y la conversión de multitudes en este mundo impío.7 El avivamiento resultante será caracterizado por un profundo sentido de Dios, un verdadero quebrantamiento de corazón, una verdadera preocupación por el alma, la asistencia diligente a los medios de gracia, la súplica ferviente, la vida cristiana santificada, una fuerte seguridad y un servicio sacrificial. 8 El pueblo del Señor debe orar fervientemente por un poderoso avivamiento del Espíritu Santo, de manera que Dios pueda sea exaltado y glorificado en la bendición de Su Iglesia y través de ella.9

Rechazamos la idea de que el avivamiento pertenece sólo al pasado, así como nos oponemos a la idea de que es algo de lo que la Iglesia pueda prescindir, y que todo lo que se requiere para ella es que continúe a dar testimonio de la Verdad. El evangelismo y la reforma exterior, en sí mismas y por sí mismas, no son las respuestas a la terrible falta de vitalidad y vigor espiritual, y el mero activismo por parte de los cristianos no efectuará la deseada transformación de la Iglesia de Cristo. Sin embargo, también rechazamos el Movimiento Carismático, que subordina la doctrina a la experiencia, pretende revelación extra-bíblica a través de los dones milagrosos, intenta restaurar los oficios extraordinarios y temporales de los Apóstoles y los Profetas, aboga la continua necesidad de señales y prodigios, alienta una flagrante irreverencia y mundanalidad en el culto público, aprueba un estilo de vida incompatible con una vida santa y promueve su propia forma sutil de ecumenismo. Este movimiento, a nuestro juicio, ha hecho un daño incalculable a las Iglesias Evangélicas y Reformadas y, sin vacilar, lo censuramos y repudiamos.

1 Génesis 6:3; Éxodo 28:3; Números 11:17; 1 Samuel 16:13; Nehemías 9:20,30; Salmo 51:11,12; Isaías 63:10; Hageo 2:5 2 Jueces 3:10 ; 6:34; 11:29; 13:25; 2 Crónicas 15:1; 20:14; 24:20; Nehemías 9:30 3 Isaías 32:15; 41:18; 44:3; Joel 2:28, 29; Zacarías 12:10 Salmo 85:6 4 Isaías 45:8; 64:1,2; Habacuc 3:2 5 Juan 7:39; 15:26; 16:13-15, Hechos 2:1,2, 22-36 6 Hechos 4:31; 5:14; 11:24 7 Lucas 4:14; 24:49; Hechos 1:8; 4:31-33; 6:7; 12:24; Salmo 72:6, 7; Ezequiel 37:1-10; Romanos 8:2; Salmo 110:3; Juan 3:8; 1 Corintios 2:4; 1 Tesalonicenses 1:5-7 8 Esdras 1:5; Ezequiel 36:26; Habacuc 2:20; Zacarías 12:10; Hechos 2:37; 13:2,4,9; Romanos 5:5; 8:26; 14:17; Efesios 1:13 9 Salmo 85:6; Habacuc 3:2; Lucas 11:13

15. Segunda Venida de Cristo

Afirmamos la bendita esperanza del regreso de Cristo. 1 Es cierto que Él vendrá de nuevo 2 y Su venida será personal, visible, poderosa y gloriosa. 3 En el tiempo señalado, Él descenderá del cielo en fuego, en las nubes y en compañía de huestes de ángeles. 4 Su aparición será con un gran clamor – para abrir las tumbas y levantar a los muertos, con voz del arcángel – para dirigir el reunión de todos los creyentes; y con trompeta de Dios – para infundir profunda reverencia mientras convoca solemnemente a los hombres a que comparezcan ante el Señor.5 Su propósito será entonces destruir el mal, vencer a sus enemigos, liberar a Su pueblo de todas las angustias, reunirlos juntamente consigo, cambiarlos y glorificarlos, premiar la fidelidad e inaugurar Su reino. 6 A la luz de este evento, es necesario que los hombres y las mujeres se aseguren de que están espiritualmente preparados. 7 Los creyentes, en particular, deben ser diligentes en su vida y servicio, mirando, orando y esperando la aparición de su Redentor. 8 Su esperanza no descansa en nada en este mundo vano. Descansa por completo en la Segunda Venida del Señor Jesucristo, el único que puede llevar a todo Su pueblo amado al gozo y paz eternos. 9

Rechazamos cualquier intento de “espiritualizar” la segunda venida. Rechazamos la vana noción que sugiere que la segunda venida de Cristo tuvo lugar cuando Jerusalén fue destruida, o cuando el Espíritu Santo fue dado en Pentecostés, o cuando el Reino de Dios fue establecido por el Evangelio. Así como repudiamos enérgicamente la opinión errónea de que la venida de Cristo es algo subjetivo, realizado en la presente experiencia interior del Señor Jesucristo por los creyentes. Todas esas interpretaciones marcan un alejamiento de la clara enseñanza de la Escritura.

1 2 Tito 2:13 2 Mateo 16:27; Juan 14:3, Hechos 3:21, Hebreos 10:37 3 Hechos 1:11, 1 Tesalonicenses 1:10; Hebreos 9:28; 1 Juan 3:2, Apocalipsis 22:20; Mateo 24:27,30; Apocalipsis 1:7; 1 Tesalonicenses 4:16; Marcos 13:24-26; Lucas 21:27, Filipenses 3:20,21; 2 Tesalonicenses 1:7-10; Judas 14,15; Mateo 25:31, Marcos 8:38, Lucas 9:26 4 Salmo 50:3,4; 2 Tesalonicenses 1:7,8; 2 Pedro 3:10; Mateo 24:30, Hechos 1:9-11 ; 1 Tesalonicenses 4:16,17; Apocalipsis 1:7; Mateo 16:27; 25:31; Judas 14,15 5 1 Tesalonicenses 4:16,17 6 Mateo 24:31; 25:14-30; Lucas 21: 28, Romanos 14:10-12, 1 Corintios 3:11-15; 15:51,52; 1 Tesalonicenses 4:14-17, 2 Tesalonicenses 2:8, 2 Timoteo 4:1 7 Amós 4:12; Mateo 24:44; 25:1-13, Lucas 12:40 8 Marcos 13:33; Lucas 12:36; 19:13; 21:36; 1 Corintios 1:7; 2 Pedro 3:11-14, 1 Juan 2: 28; 3:3 9 Salmo 16:11; 1 Timoteo 1:1, 1 Pedro 1:13; 1 Juan 3:3

16. El Estado Eterno

Afirmamos la realidad imponente de la eternidad. 1 Dios mora en la eternidad, donde hay una duración perpetua. 2 Él es eterno en un sentido en el que los hombres no lo son, en que Él no tuvo principio; pero Él es eterno en un sentido que los hombres sí lo son, en que Él vivirá para siempre. 3 Creados a imagen y semejanza de Dios, los hombres viven y están destinados a la existencia sin final. 4 Es cierto que la muerte tiene lugar, pero las almas sobreviven a ese cambio y experimentan una continua existencia consciente, gozando los creyentes de las bendiciones de los cielos, y los no-creyentes, los tormentos del infierno.5 Está designado un tiempo, sin embargo, para la resurrección del cuerpo; y entonces, después de que las almas se vuelvan a unir a sus cuerpos, será el Gran Día del Juicio Final. 6 Dios, en la Persona de su Hijo, introducirá aquel día cuando aparezca visiblemente, en la plena posesión del divino poder, y con la revelación de de Su Majestad. 7 Millones, entonces, serán tomados con un extremadamente grande temor, ya que el mundo creado será conmovido y el cielo y la tierra aparecerán juntamente convulsionados. 8 Convocados de todo el mundo, y de las oscuras tumbas, hombres y mujeres de todas las tierras y generaciones se reunirán ante el Gran Trono de de Dios. 9 Cada uno, como si no hubiera ningún otro, será juzgado y se enfrentará al tremendo escrutinio de este decisivo Día.10 Todas las obras, de todo tipo, serán divinamente recordadas y examinadas, y cada persona será solemnemente juzgada de acuerdo con aquellas obras. 11 La sentencia será pronunciada y los no-creyentes impenitentes –que nunca depositaron su confianza y esperanza en el único Salvador de los pecadores, cuyos nombres nunca fueron inscritos en el libro del Cordero de la vida– oirán pronunciado su horrible castigo, y su destino eterno y designado acontecerá. 12 Mientras los creyentes se encontrarán finalmente, como antes, en el lugar de la gloria y dicha inefable, los incrédulos se encontrarán en el lugar de la miseria indecible y eterno tormento. 13 Es nuestra firme convicción que cada uno del pueblo creyente del Señor gozará para siempre la presencia de Dios, los santos ángeles y toda la compañía de los redimidos, mientras que cada no-creyente experimentará conscientemente, con toda la compañía de los perdidos, en ese lugar preparado para el diablo y sus ángeles, la ira y castigo sin final de Dios en fuego inextinguible. 14 A la luz de tal eternidad, debemos buscar un conocimiento personal y experimental de Dios y buscar constante gracia para servirlo fielmente durante todo el período de nuestra tierra terrenal. 15

Rechazamos como graves errores de las doctrinas de: el Aniquilacionismo o la Inmortalidad Condicional, la enseñanza de la extinción total de los malvados; del sueño del alma, o Psicopaniquia, que enseñanza un estado inconsciente entre la muerte y resurrección; el Purgatorio, que enseña un estado intermedio de castigo en el que las almas son limpiadas y purificadas; la prueba segunda, o futura, que enseñanza la oportunidad de ser salvados después de la muerte; y el universalismo, que enseña que todos los hombres finalmente serán salvos. Creemos estas doctrinas son alejamientos muy graves de la Verdad Bíblica declarada y mantenida en nuestras Confesiones históricas.

1 Juan 3:15,16, 2 Corintios 4:18; Tito 1:2; Hebreos 5:9; 6:2; 9:15 2 Isaías 57:15; 1 Timoteo 1:17 3 Génesis 1:1; 21:33; Deuteronomio 33:27; Job 36:26; Salmo 90:1,2; 1 Timoteo 6:13-16; Apocalipsis 1:8 4 Génesis 1:26,27; Mateo 10:28; 2 Timoteo 1:10 5 Génesis 35:18, 1 Reyes 17:21,22; Job 34:14; Eclesiastés 12:7; Isaías 14:9,15; 57:1,2; Ezequiel 31:16, Lucas 16:22,23; 23: 42,43; Hechos 1:25, 2 Corintios 5:6-8; Filipenses 1:21,23; Apocalipsis 14:13 6 Isaías 25:8; 26:19; Daniel 12:1,2; Juan 5:28, 29; 11:24, Hechos 24:14,15; 2 Pedro 3:7; Judas 6; Apocalipsis 11:18; Salmo 50:3 7 Mateo 16:27; Marcos 13:26; 2 Tesalonicenses 1:7; Tito 2:13; Apocalipsis 1:7 8 Mateo 24:29-31, Marcos 13:24-27; Apocalipsis 6:12-17; 9 Romanos 2:5,6; Judas 14,15; Apocalipsis 20:11-13 10 Hechos 17:31; Apocalipsis 20:11-12 11 Eclesiastés 12:14; Romanos 2:5,6; Apocalipsis 11:20-22; Mateo 20:12 12 Apocalipsis 20:13 13 Salmo 16:11; 23:6; 73: 24,25; Mateo 8:11,12; Juan 3:36; 2 Tesalonicenses 1:7-9; Apocalipsis 21:8 14 Salmos 23:6, Mateo 25:41,46, Marcos 9:43-48; Juan 3:36; 14:1-3; 1 Tesalonicenses 4:17; 2 Tesalonicenses 1:9; Apocalipsis 14:11; 20:10; 22:3-5 15 Génesis 5:24; Job 22:21, 1 Corintios 15:55-58; Tito 2:11-14; 2 Pedro 3:11; Apocalipsis 2:10

miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA NAVIDAD ES CELEBRADA DE UNA FORMA PAGANA,HUMANISTA,MATERIALISTA Y LICENCIOSA

En la generalidad de los casos la Navidad es celebrada en una forma pagana, humanista, materialista y licenciosa

Y no estoy usando esas palabras simplemente porque suenan bien, sino porque a través de ellas podemos comunicar con exactitud ciertos conceptos. Primero noten que no he dicho: “exclusivamente”, sino más bien “esencialmente”. La celebración de la Navidad en nuestra sociedad es esencialmente pagana, humanista, materialista y licenciosa.

Algunos no serán culpables de este pecado, pero creemos que afirmar que esa es la forma en que generalmente nuestra sociedad celebra esta fiesta es un hecho objetivo y concreto.

Es esencialmente pagana por el divorcio que vemos usualmente entre la celebración de la Navidad y las realidades que la Biblia nos revela acerca de Dios: el Dios que creó el universo y el mundo y todas las cosas que en ellos hay en seis días; el Dios que hizo todo para Su gloria; el Dios que colocó al hombre que había creado en el huerto del Edén; el Dios que llevó adelante un extraordinario plan de redención dado que ese hombre se convirtió en transgresor y se apartó de Él, plan que incluía la encarnación de Su Hijo.

Es esencialmente pagana esta celebración por cuanto estas realidades del Dios de las Escrituras no se encuentran presentes. Son ignoradas podríamos decir casi por completos, pasadas por alto; como si se estuviese celebrando otra cosa y no el suceso extraordinario de que Dios el Padre, en una impresionante muestra de amor por las criaturas que había creado y que habían pecado contra El, envió a Su Hijo para redimirlos de sus pecados.

Como si lo que se estuviese celebrando en estos días no fuese ese misterioso y extraordinario evento de la encarnación del Hijo de Dios, Quien siendo el Autor del Universo vino al vientre de una mujer virgen de Israel, donde fue milagrosamente unido a una naturaleza Humana, de tal manera que Ese que poseía en la eternidad todos los atributos que hacen a Dios ser Dios, ahora vino a poseer en el tiempo todos los atributos que hacen al hombre ser hombre. Y todo eso sin que Su divinidad deificara Su humanidad, y sin que Su humanidad disminuyera en nada Su Deidad.

Eso es lo que supuestamente el mundo celebrará el próximo 25 de diciembre. Ahora, yo me pregunto, ¿es una tergiversación de la verdad decir que la forma en que generalmente el mundo celebra el nacimiento de Cristo es esencialmente pagana? ¿Puede alguien decir que esta afirmación es exagerada? ¿O que se trata del producto un corazón fanático?

De igual manera podemos decir que la Navidad es una celebración esencialmente “humanista”. Y eso ¿qué significa? El humanismo es una escuela racionalista de pensamiento cuyo postulado central y fundamental es que el hombre es capaz de autorealizarse, capaz de desarrollar en sí mismo nobleza y bondad de carácter sin ninguna intervención sobrenatural.

Todo lo que se necesita para desarrollar esa nobleza y bondad de carácter, para ser feliz en este mundo y vivir en paz consigo mismo y con los demás, el hombre lo lleva dentro, como una semilla que sólo necesita ser cuidada apropiadamente.

Lo que debemos hacer, según los humanistas, es dejar que esas cosas florezcan, que esas cosas salgan hacia fuera, que germinen como un precioso árbol cargado de buenos frutos. Y en estos días, más que en ninguna otra época del año, nos invaden por todas partes los pensamientos humanistas. “Debemos capturar el espíritu de la Navidad y mantenerlo en el resto del año”.

Como si fuese una especie de virus de bondad, que si logramos apropiarnos de él seremos felices y nos llevaremos bien con todo el que nos rodea. “Que el amor y la paz reine en cada hogar, y que la fe renazca en nuestros corazones. Son los deseos de tal o cual empresa en esta Navidad”.

Aparte de que todo esto suena un poco cursi, debemos preguntarnos, ¿pueden el amor y la paz reinar en los hogares de esta nación cuando en la mayoría de esos hogares el pecado reina y la voluntad de Dios es menospreciada?

¿Cuál fe es la que se espera que renazca en nuestros corazones de acuerdo al espíritu de la Navidad? ¿Es acaso esa fe que viene del Espíritu de Dios y que nos lleva a desconfiar por completo de nosotros mismos, y nos mueve a clamar desesperados porque Dios tenga misericordia de nosotros? ¿O se refiere más bien a la fe humanista, la fe del hombre en el hombre mismo?

Deténganse un día de estos a considerar todos esos mensajes que se escuchan en esta temporada navideña y no les será difícil llegar a una respuesta. La Navidad es una época en la que todos estamos supuestos a sacar lo bueno y noble que hay dentro de nosotros, y todo eso sin la ayuda de Cristo y de la obra regeneradora de Su Espíritu.

¡Eso no encaja con el mensaje de las Escrituras! La Biblia dice que es maldito el hombre que confía en el hombre; el hombre que amparado en esa confianza en el hombre se aleja de Dios. Ese es el resultado final del humanismo. Aleja al hombre de Dios.

Por otra parte hemos dicho que la Navidad, tal como es generalmente celebrada en nuestra sociedad, es esencialmente materialista. Y ¿qué es el materialismo? Es la doctrina o enseñanza de que la comodidad, los placeres y las riquezas son los únicos o más excelentes valores del hombre. Es aquella filosofía que nos lleva a estar más preocupados por lo material que por lo espiritual.

Ahora bien, no creo que sea necesario tener que dedicar mucho tiempo para probar que la Navidad, tal como es generalmente celebrada en nuestra sociedad, es esencialmente materialista. A menos que vivamos en Marte o en Venus, seguramente nos hemos percatado de ese materialismo grosero que nos invade en estos días. Es algo que se puede oler en el ambiente, algo que se puede palpar, algo de lo que es difícil abstraerse.

En el mes de diciembre las tiendas se abarrotan de personas como no sucede en ninguna otra época del año. Las ventas aumentan en una forma excepcional. La gente compra comida, adornos de Navidad, vestidos nuevos, regalos, juguetes, como si de todo eso dependiera el que pasemos una mejor temporada navideña. Ese es el lema de la Navidad. Mientras más tengas más feliz debes ser. Es indudablemente una de las épocas más materialistas del año.

Miles y miles de pesos gastados en cosas que luego serán tiradas a la basura o serán apiladas en algún lugar en el mes de enero hasta el próximo año. Es por eso que la Navidad es, a pesar de toda la propaganda que dice lo contrario, una de las épocas que más ansiedad provoca en la gente.

Ansiedad por los regalos, ansiedad por la comida, ansiedad por los adornos, porque no queremos quedarnos atrás, y el mundo nos presiona fuertemente a que nos pongamos a nivel. No estamos exagerando entonces cuando decimos que generalmente estas fiestas son celebradas en una forma pagana, humanista, materialista, y el último término descriptivo que usamos fue: licenciosa.

No hay restricción moral. La Navidad es el tiempo de comer y beber sin freno. Una de las ápocas del año en que más accidentes automovilísticos se producen por personas irresponsables que toman un guía con la mente embotada por el alcohol. Y todo eso en honor al nacimiento de Aquel que vino a librarnos de nuestros pecados, a librarnos del presente siglo malo, nuestro bendito Señor y Salvador Jesucristo.

¿Somos exagerados cuando decimos que esto es un hecho objetivo y concreto, que la forma en que generalmente se celebra la Navidad en nuestra sociedad es esencialmente pagana, humanista, materialista y licenciosa?

Y ahora me pregunto, ¿qué nos dice esto a nosotros como cristianos? ¿Debemos meternos en esa corriente, en ese mismo estilo de vida? ¿Qué nos dice Dios en Su Palabra al respecto? Comp. Sal. 1; 1Jn. 2:15-17. Cristo murió en una cruz, dice Pablo en Gal. 1:4, para librarnos del presente siglo malo, para que el mundo no tenga el poder de moldearnos a su antojo.

El problema es que debido a la actividad del pecado remanente en nosotros muchas de estas cosas llaman nuestra atención y encuentran afinidad en nuestros corazones. Escuchen la advertencia de nuestro Señor Jesucristo en Lc. 21:34: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día”.

Esta advertencia debe estar en nuestras frentes en estos días. Debemos vigilar los 365 días del año para que nuestros corazones no se carguen de estas cosas que Cristo menciona aquí, pero especialmente en la temporada navideña.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

sábado, 11 de diciembre de 2010

LA DESIGNACION DEL 25 DE DICIEMBRE ES DE ORIGEN PAGANO Y NO BIBLICO

Otro hecho objetivo y concreto con respecto a la Navidad: La designación del 25 de Diciembre encuentra su origen en el paganismo y no en el cristianismo bíblico
En el Diccionario de Teología publicado por T.E.L.L. y del cual Everett Harrison es el editor, hay un buen resumen acerca del origen histórico de esta festividad. En la pg. 363 en su artículo sobre la Navidad dice lo siguiente:

“Los cristianos primitivos no observaban la fiesta del nacimiento de Jesús, a la que no dieron la importancia otorgada a su muerte y resurrección. En el Oriente, y después en el Occidente, el nacimiento de Cristo se celebraba en el 6 de enero en conexión con su bautismo, un día en el que los paganos celebraban la fiesta de Dionisio, asociado con el alargamiento de los días. La noche que abarcaba enero 5 al 6 se dedicaba a la fiesta del nacimiento de Cristo y el día 6 a su bautismo. Un papiro del siglo cuarto contiene la liturgia más antigua que conocemos sobre la Navidad. La fiesta de la Navidad fue separada de la fiesta cristiana más antigua, la Epifanía, dándole su propio día, 25 de diciembre, entre los años 325 y 354. En Roma, el año 336 se confirmó el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Cristo. Es posible que el asunto fuera introducido por Constantino el Grande, quien evidentemente escogió ese día a causa de la fiesta pagana del sol que era tan popular. Gregorio Nacianceno y Crisóstomo popularizaron la nueva fiesta en Constantinopla. Pero la nueva fiesta recibió una fuerte oposición a través de todo Oriente, especialmente en Antioquía de Siria. Egipto no la aceptó hasta 431, Armenia nunca”.

El 25 de diciembre era un día de gran importancia para las grandes religiones paganas del mundo de entonces. Durante el solsticio de invierno los adoradores del sol hacían una serie de ritos con el propósito de que el astro se “acercase” a la tierra de nuevo.

Además se suponía que una gran cantidad de dioses había nacido en esa fecha, como es el caso del dios Mitra en Persia, cuya fiesta se celebraba en Roma precisamente el 25 de diciembre.

En esa misma fecha se celebraban también las saturnales, en honor a Saturno; durante esas fiestas se hacían “banquetes, se intercambiaban regalos y se suprimían las divisiones sociales” (Edaf). Estos festivales se celebraban en medio de excesos tan terribles que la palabra “saturnal” vino a ser una figura literaria que designa fiestas orgiásticas.

Estos datos históricos no fueron sacados de un panfleto fanático. La razón por la que se celebra el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre no tiene nada que ver con el hecho de que se posea alguna indicación en la Escritura de que Cristo nació en esta época. De hecho, algunos comentaristas opinan que es imposible que Cristo haya nacido a finales de diciembre, y esto por varias razones:

En primer lugar, porque Lucas nos dice que las ovejas estaban pastando en el campo cuando los ángeles anunciaron a los pastores del nacimiento de Jesús, cosa muy improbable si estaban en pleno invierno.

En segundo lugar, porque en esa estación del año los caminos son intransitables. Y Lucas nos dice que en los días del nacimiento del Señor “se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado” (Lc. 2:1), ie., censado.

Si los caminos eran difíciles de transitar en esa época del año, ¿cómo fue promulgado un censo que obligaría a muchas personas a regresar a su lugar de nacimiento, como ocurrió con José y María que tuvieron que viajar a Belén?

Y en tercer lugar, porque no fue sino hasta el siglo IV, 300 años después del nacimiento del Señor, que Constantino el Grande hizo coincidir la fecha del nacimiento de Cristo con las saturnales.

Por todo esto concluimos que la afirmación de que Cristo nació el 25 de diciembre no tiene ningún asidero histórico seguro. No podemos decir con seguridad que Cristo nació el 25 de diciembre, como tampoco podemos negarlo con seguridad. Lo que sí es seguro es que la fecha en que el mundo celebra la Navidad encuentra su origen en el paganismo, no en el cristianismo bíblico.

¿Cuáles conclusiones extraemos de todo esto? Siendo que esta fiesta posee un claro y evidente origen pagano, los cristianos debemos acercarnos a ella con mucha cautela, y con mucha reserva. Sabemos que hoy día nadie tiene en mente los festivales de Saturno, ni el nacimiento del dios Mitra. Pero no podemos echar a un lado el hecho incontrovertible de que esta festividad no es otra cosa que una cristianización de una fiesta pagana.

Sin embargo, y aquí viene la otra cara de la moneda, siendo también que en esta fiesta al menos una vez al año el mundo recuerda el nacimiento de Jesucristo nuestro Señor, debemos tener cuidado de asumir una postura radical con respecto a todo lo que sucede en Navidad. Noten el balance de lo que estamos diciendo aquí. El origen de estas fiestas es pagano, y por lo tanto, debemos acercarnos a ella con reservas, con cautela. No debemos ser simples.

Pero al mismo tiempo debemos reconocer que Dios es el Dios de la historia y que muchas veces se vale de instrumentos misteriosos para llevar adelante Su plan. Cuando los hermanos de José lo vendieron a unos mercaderes y a través de ese acto inicuo y perverso José llega a Egipto, Dios estaba llevando adelante Su plan.

Eso no elimina la culpabilidad de los hijos de Jacob; lo que hicieron fue un pecado atroz. Pero Dios es soberano, y Su control incluye el pecado de los hombres. Judas pecó gravemente contra Dios al haber vendido al Señor por 30 piezas de plata. Pero a través de ese pecado Dios llevó a cabo Su plan de traer redención al mundo.

Cuando Constantino inició su labor de “cristianizar” el imperio romano, indudablemente hizo mucho mal al cristianismo. Muchas ideas paganas fueron introducidas en la Iglesia a través de ese proceso de “cristianización”.

No obstante, debemos reconocer el hecho de que en un mundo que aborrece a Dios, y que aborrece al Señor Jesucristo, cada año se nos lleva a hacer memoria del más extraordinario y trascendental suceso que ha ocurrido en la historia: Dios se hizo Hombre.

El mundo no comprende la magnitud de todo esto, y lo celebra en una forma completamente inadecuada. Pero de una forma u otra, al menos una vez al año, se ve obligado a recordar este hecho tan trascendental. Sea como sea, ese testimonio ha perdurado a lo largo de los siglos.

Independientemente de la bacanal que se genera en estos tiempos, a través de los siglos ese testimonio ha perdurado, y añade culpabilidad al hombre.

Aun nos restan dos hechos más que veremos en las próximas entradas, si el Señor lo permite.
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ALGUNOS HECHOS OBJETIVOS Y CONCRETOS CON RESPECTO A LA NAVIDAD

Algunos hechos objetivos y concretos con respecto a la Navidad
Pongamos a un lado las emociones y los sentimientos, y vamos a hablar de hechos, hechos concretos y objetivos en cuanto a la Navidad (debo decir, por justicia, que estos encabezados no son originales; los escuché hace algunos años en una serie de sermones que el pastor Albert Martin expuso en su iglesia, Trinity Baptist Church, en esta misma temporada).

La Palabra de Dios no contiene ninguna indicación de que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo deba ser recordado por medio de alguna celebración religiosa o social

Con esto no estoy diciendo que el nacimiento de Cristo no deba ser recordado, sino que no tenemos garantía en las Escrituras de que el nacimiento del Salvador deba ser recordado a través de algún tipo de celebración o festividad religiosa o social.

Debemos guardar en nuestras memorias el hecho extraordinario de que Cristo se haya hecho Hombre. Ese evento es central en la obra redentora de Cristo. En 2Tim. 2:8 Pablo le dice a su hijo en la fe que debía recordar a Jesucristo, por un lado como Aquel que es la simiente de David, del linaje real de David, y por el otro como Aquel que se levantó victorioso de los muertos.

Pero no encontramos aquí ninguna orden, ni siquiera una recomendación de que, para ayudar a recordar a Cristo, se celebrase alguna fiesta especial que conmemorara Su nacimiento.

Sí tenemos una clara indicación en las Escrituras de que debemos celebrar Su resurrección de Cristo cada vez que nos reunimos como iglesia el primer día de la semana.

De igual modo cada vez que celebramos la Santa Cena estamos recordando la muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Pero no lo hacemos así por tradición, sino porque es un mandato expreso de nuestro Señor Jesucristo (1Cor. 11).

Así que la Biblia no contiene ningún mandato, ni ningún precedente que indique que el nacimiento de Cristo deba ser celebrado. Esto es un hecho. No se trata de un asunto de preferencia personal, ni de un asunto emocional o sentimental. Lo que estamos diciendo es algo objetivo, incontrovertible, innegable.

Y, ¿qué aprendemos de esto? En primer lugar, que dado que la Biblia no ordena tal cosa, la conciencia de ningún cristiano debe ser atada a observar de alguna manera el 25 de Diciembre como la fecha del nacimiento de Cristo, ya sea en una forma religiosa o social.

Nadie tiene derecho a afirmar que es un deber cristiano celebrar el nacimiento de Cristo, ya sea el 25 de diciembre, o cualquier otro día del año. Celebrar la Navidad como si fuese un deber cristiano es una violación a la libertad de conciencia. Sólo Dios es el dueño de nuestras conciencias y El no nos dejó ningún mandamiento respecto a esto.

En segundo lugar, por cuanto no tenemos en la Biblia ninguna indicación de que debamos celebrar el nacimiento de Cristo, ninguna Iglesia tiene derecho a imponer sobre sus miembros, en su vida de adoración corporativa, ninguna actividad que atribuya alguna significación especial al 25 de diciembre.

¿Por qué? Porque Cristo es la cabeza de la Iglesia, y sólo Él tiene derecho a establecer lo que nosotros como Iglesia debemos hacer en nuestras reuniones corporativas de adoración. (1Tim. 3:14-15). Podemos usar este tiempo en nuestra libertad para predicar algún sermón evangelístico alusivo al nacimiento de Cristo o para recordar a los creyentes algunas de las implicaciones que se derivan de la encarnación del Hijo de Dios. Pero tal cosa no es una obligación.

En la próxima entrada, si el Señor lo permite, veremos otros hechos objetivos relacionados con la Navidad.

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jueves, 2 de diciembre de 2010

LA PRACTICA DEL AYUNO, CUANDO Y COMO

La práctica del ayuno, cuándo y cómo

Cuando rastreamos en las Escrituras la práctica del ayuno, ya sea a nivel individual o colectivo, encontraremos que el pueblo de Dios solía ayunar en las siguientes circunstancias.

Por un lado vemos que el pueblo de Dios ayunaba cuando se encontraba en medio de un gran pesar por causa de su pecado delante de Dios. Daniel ayunó en Babilonia como una manifestación de dolor ante los pecados del pueblo; y lo mismo hizo Esdras: “No comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado de los del cautiverio” (Esd. 10:6).

También ayunaban como una manifestación de profundo dolor, como cuando David se enteró de la muerte de Abner; cuando le ofrecieron comida dijo: “Así me haga Dios y aun me añada, si antes de que se ponga el sol gustare yo pan, o cualquiera otra cosa” (2Sam. 3:35).

En las Escrituras encontramos al pueblo de Dios ayunando también en medio de circunstancias difíciles, como cuando fueron atacados por Moab y Amón en los días de Josafat (comp. 2Cro. 20:1-4, 21-23). De igual manera, en el libro de Ester vemos cómo la oración acompañada de ayuno juega un papel preponderante en toda la historia.

A todo esto podemos añadir que el pueblo de Dios ayunaba cuando necesitaba la dirección y capacitación de Dios en medio de tareas difíciles. El Señor Jesucristo ayunó 40 días antes del inicio de Su ministerio. Siendo el Hijo de Dios encarnado dependía totalmente de Su Padre, y ese sentido de dependencia lo movía a buscar el rostro de Dios, no sólo en oración, sino también en ayuno.

Ese mismo patrón lo vemos en la iglesia primitiva, que tanto en Hch. 13:2 como en 14:23 buscaron la dirección de Dios en el contexto de la selección de sus líderes en ayuno y oración.

En todos estos ejemplos vemos el mismo patrón. Estos hombres y mujeres no ayunaban para sobornar a Dios, ni para darle pena y así ablandar Su corazón. Su sentido de necesidad y dependencia los llevaba a ayunar.

Somos una raza de gente necesitada, y por esa misma razón necesitamos buscar continuamente el rostro de Dios en oración, y en ocasiones tendremos que hacerlo en una forma especial, apartándonos de todas las cosas para dedicarnos con más ahínco y sin estorbo a tener comunión con El. Eso es ayunar.

Tal vez se le ha puesto más énfasis a la mecánica del ayuno que a su esencia. La Biblia no plantea una forma rígida de ayunar. Puede ser un ayuno individual o colectivo; puede ser de un día o más, o aun puede ser una parte del día; puede ser total o parcial, como el ayuno practicado por Daniel en Dn. 10:3, que consistió simplemente en abstinencia de manjares delicados, de carne y de vino por tres semanas.

Pero sea de un modo o de otro, lo importante es la disposición que nos ha movido a venir delante de Dios en oración y ayuno. ¿Es acaso que has sentido un dolor agudo por causa de tu pecado? ¿O que te encuentras en medio de una situación aflictiva? ¿O en medio de alguna circunstancia difícil y necesitas la dirección de Dios? Busca el rostro de Dios con un profundo sentido de dependencia. Dice en el Sal. 145:18 que nuestro Dios se acerca “a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras”.

No a los que cumplen un ritual por las mañanas, y antes de salir de sus casas se postran y dicen: “Señor, bendíceme en este día. En el nombre de Jesús. Amén”. Dios está cercano a los que le invocan de veras, con un sentido tal de urgencia y necesidad, que en ocasiones encontraremos a este hombre buscando el rostro de Dios no sólo en oración, sino también en ayuno (Mr. 2:18-20).

Quiera Dios poner en nosotros un cada más profundo sentido de dependencia y de insuficiencia que nos mueva a buscarle más intensamente. Mientras haya pecados que confesar, dolores intensos que aliviar, situaciones difíciles que enfrentar, y decisiones cruciales que tomar, el ayuno será necesario.

Cristo dijo que cuando el esposo nos sea quitado nos veríamos en la necesidad de ayunar. Era de estos días que el Señor hablaba. Debemos buscar Su rostro intensamente, porque lo necesitamos intensamente.

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