sábado, 11 de diciembre de 2010

ALGUNOS HECHOS OBJETIVOS Y CONCRETOS CON RESPECTO A LA NAVIDAD

Algunos hechos objetivos y concretos con respecto a la Navidad
Pongamos a un lado las emociones y los sentimientos, y vamos a hablar de hechos, hechos concretos y objetivos en cuanto a la Navidad (debo decir, por justicia, que estos encabezados no son originales; los escuché hace algunos años en una serie de sermones que el pastor Albert Martin expuso en su iglesia, Trinity Baptist Church, en esta misma temporada).

La Palabra de Dios no contiene ninguna indicación de que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo deba ser recordado por medio de alguna celebración religiosa o social

Con esto no estoy diciendo que el nacimiento de Cristo no deba ser recordado, sino que no tenemos garantía en las Escrituras de que el nacimiento del Salvador deba ser recordado a través de algún tipo de celebración o festividad religiosa o social.

Debemos guardar en nuestras memorias el hecho extraordinario de que Cristo se haya hecho Hombre. Ese evento es central en la obra redentora de Cristo. En 2Tim. 2:8 Pablo le dice a su hijo en la fe que debía recordar a Jesucristo, por un lado como Aquel que es la simiente de David, del linaje real de David, y por el otro como Aquel que se levantó victorioso de los muertos.

Pero no encontramos aquí ninguna orden, ni siquiera una recomendación de que, para ayudar a recordar a Cristo, se celebrase alguna fiesta especial que conmemorara Su nacimiento.

Sí tenemos una clara indicación en las Escrituras de que debemos celebrar Su resurrección de Cristo cada vez que nos reunimos como iglesia el primer día de la semana.

De igual modo cada vez que celebramos la Santa Cena estamos recordando la muerte de nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Pero no lo hacemos así por tradición, sino porque es un mandato expreso de nuestro Señor Jesucristo (1Cor. 11).

Así que la Biblia no contiene ningún mandato, ni ningún precedente que indique que el nacimiento de Cristo deba ser celebrado. Esto es un hecho. No se trata de un asunto de preferencia personal, ni de un asunto emocional o sentimental. Lo que estamos diciendo es algo objetivo, incontrovertible, innegable.

Y, ¿qué aprendemos de esto? En primer lugar, que dado que la Biblia no ordena tal cosa, la conciencia de ningún cristiano debe ser atada a observar de alguna manera el 25 de Diciembre como la fecha del nacimiento de Cristo, ya sea en una forma religiosa o social.

Nadie tiene derecho a afirmar que es un deber cristiano celebrar el nacimiento de Cristo, ya sea el 25 de diciembre, o cualquier otro día del año. Celebrar la Navidad como si fuese un deber cristiano es una violación a la libertad de conciencia. Sólo Dios es el dueño de nuestras conciencias y El no nos dejó ningún mandamiento respecto a esto.

En segundo lugar, por cuanto no tenemos en la Biblia ninguna indicación de que debamos celebrar el nacimiento de Cristo, ninguna Iglesia tiene derecho a imponer sobre sus miembros, en su vida de adoración corporativa, ninguna actividad que atribuya alguna significación especial al 25 de diciembre.

¿Por qué? Porque Cristo es la cabeza de la Iglesia, y sólo Él tiene derecho a establecer lo que nosotros como Iglesia debemos hacer en nuestras reuniones corporativas de adoración. (1Tim. 3:14-15). Podemos usar este tiempo en nuestra libertad para predicar algún sermón evangelístico alusivo al nacimiento de Cristo o para recordar a los creyentes algunas de las implicaciones que se derivan de la encarnación del Hijo de Dios. Pero tal cosa no es una obligación.

En la próxima entrada, si el Señor lo permite, veremos otros hechos objetivos relacionados con la Navidad.

© Por Sugel Michelén. Todo Pensamiento Cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.

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