martes, 24 de agosto de 2010

JESUCRISTO MISMO

JESUCRISTO MISMO

por Dr. R. L. Hymers, Jr.

Un sermón predicado en la Iglesia Bautista Calvary Road, Monrovia, California
La Tarde del Jueves, 5 de Agosto de 2010

“Jesucristo mismo” (Efesios 2:20).

Jesucristo Mismo es el tema de este sermón. La fe Cristiana no contiene nada que sea más maravilloso que Jesucristo Mismo. Nunca ha habido ni jamás habrá alguien como Jesucristo. Él es absolutamente único en la historia humana. Jesucristo Mismo es el Dios-hombre. Jesucristo Mismo bajó del Cielo y vivió entre los hombres. Jesucristo Mismo padeció, sangró y murió por nuestros pecados. Jesucristo Mismo resucitó físicamente de entre los muertos para nuestra justificación. Jesucristo Mismo ascendió de regreso a la diestra de Dios para interceder por nosotros en oración. Y Jesucristo Mismo vendrá otra vez para establecer Su Reino sobre la tierra por mil años. ¡Ese es Jesucristo Mismo! ¡Cantemos de pie aquel coro!

A Jesús que vea yo,
A Jesús quien me salvó,
Siempre sea mi canción –
¡De Jesús tan solo!
(Traducción de “Jesus Only, Let Me See” de Dr. Oswald J. Smith, 1889-1986).

Se pueden sentar.

El tema de Jesucristo Mismo es tan profundo, tan vasto y tan importante que jamás podríamos explicarlo todo en un solo sermón. Solamente podemos tocar unos cuantos puntos esta noche sobre Jesucristo Mismo.

I. Primero, Jesucristo Mismo es despreciado y desechado por la raza humana.

El profeta evangelista Isaías hizo eso muy claro cuando dijo:

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3).

El Dr. Torrey dijo: “El no tener fe en Jesucristo no es una falta de fortuna, es un pecado, un pecado gravísimo, espantoso, uno que condena” (traducción de R. A. Torrey, D.D., How to Work for Christ, Fleming H. Revell Company, n.d., p. 431). El profeta Isaías describió el pecado de despreciar y rechazar a Cristo, la depravación interior que te causa esconder de Él tu rostro. La muestra más grande de que eres totalmente depravado es que tú piensas tan poco sobre Jesucristo Mismo. La muestra más grande de que mereces castigo eterno en el lago de fuego es que deliberadamente y habitualmente escondes de Él tu rostro.

En un estado no despierto tú desprecias a Jesucristo Mismo. En tu estado de depravación total, no estimas a Jesucristo Mismo. Hasta que seas punzado en tu conciencia, hasta que sientas el horror de tu pecado, y temas el castigo eterno, tú continuarás despreciando y rechazando a Jesucristo Mismo.

En nuestras iglesias vemos eso constantemente. Cuando te escuchamos en el cuarto de conserjería, después de los sermones, te oímos decir de muchas cosas. Hablas de los versos Bíblicos. Hablas de “darte cuenta” de esto o lo otro. Nos dices sobre lo que sientes y lo que hiciste. Terminas diciendo: “Entonces vine a Jesús”. Después de eso te pedimos que nos digas un poquito más. “Dinos un poquito más acerca de venir a Jesús” te decimos. Entonces tropiezas. ¡No tienes nada qué decir acerca de Jesucristo Mismo!

El gran Spurgeon dijo: “Hay una miserable tendencia entre los hombres de dejar a Cristo mismo fuera del evangelio” (C. H. Spurgeon, Around the Wicket Gate, Pilgrim Publications, reimpreso en 1992, p. 24).

¡Saber el plan de la salvación no te puede salvar! ¡Aprender más de la Biblia no te puede salvar! ¡Oír más sermones no te puede salvar! ¡Aun sentir dolor por tus pecados no te puede salvar! Nada puede ayudarte a menos que se te haga parar de despreciar y rechazarlo a Él – a menos que seas movido a parar de esconder de Él tu rostro – ¡a menos que seas atraído a Jesucristo Mismo! ¡Cántalo de pie otra vez!

A Jesús que vea yo,
A Jesús quien me salvó,
Siempre sea mi canción –
¡De Jesús tan solo!

Se pueden sentar.

II. Segundo, Jesucristo Mismo es el tema central de la Biblia entera.

¿Es irrazonable que te digamos que Jesucristo Mismo tiene que ser central en tu pensar? No, no es irrazonable. Bueno, piensa, Jesucristo Mismo es el gran tema de la Biblia entera – ¡desde Génesis hasta Apocalipsis! Después de que Cristo resucitó de los muertos Él encontró a dos discípulos caminando hacia Emaus. Los que les dijo a ellos se te aplica a ti también:

“Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:25-27).

Desde los cinco libros de Moisés, y a través del resto de la Biblia, Cristo les explicó “en todas las Escrituras lo que de él decían”. ¿Qué podría estar más claro? El tema principal de la Biblia entera es Jesucristo Mismo! Ya que Jesucristo Mismo es el tema principal de la Biblia, ¿no es razonable que tú hagas a Jesucristo Mismo el tema principal de tus pensamiento y de tu vida? Yo te dijo, ¡piensa profundamente esta noche sobre Jesucristo Mismo! ¡Cántala!

A Jesús que vea yo,
A Jesús quien me salvó,
Siempre sea mi canción –
¡De Jesús tan solo!

III. Tercero, Jesucristo Mismo es la esencia, el elemento central, el mero corazón del Evangelio.

He aquí de nuevo el profeta Isaías hablaba de Jesucristo Mismo como el corazón del Evangelio:

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).

“Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros”. La muerte vicaria, expiatoria de Cristo, en tu lugar, pagando el precio y padeciendo la ira de Dios en tu lugar – ese es el corazón del Evangelio! Es Jesucristo Mismo recibiendo tus pecados sobre Sí Mismo en la oscuridad de Getsemaní. Es Jesucristo Mismo en aquel Huerto, quien dijo:

“Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Marcos 14:34).

Es Jesucristo Mismo quien:

“estando en agonía...su sudor [era] como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44).

Es Jesucristo Mismo quien fue arrestado en el Huerto de Getsemani. Es Jesucristo Mismo quien fue arrastrado ante el Sanedrín, abofeteado, burlado y puesto en vergüenza. ¡Escupieron sobre el rostro de Jesucristo Mismo! Arrancaron porciones de la barba de Jesucristo Mismo! Fue Jesucristo Mismo quien fue llevado ante Poncio Pilato, flagelado en las espaldas con el látigo Romano, coronado con espinas, con Sangre brotando de Su frente hasta el rostro de Jesucristo Mismo, un rostro golpeado más allá del punto de ser reconocido:

“de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”
(Isaías 52:14).

“Y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:5).

Es Jesucristo Mismo quien fue llevado al pretorio de Pilato, arrastrando Su Cruz al lugar de la ejecución. Fue Jesucristo Mismo quien fue clavado al madero maldito. Fue Jesucristo Mismo quien sufrió no solamente el dolor de los clavos atravesando Sus manos y pies – sino que padeció aun más grande dolor cuando Dios, “cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). Jesucristo Mismo “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (I Pedro 2:24). El Dr. Watts dijo:

Ved, de Su cabeza, Sus manos, Sus pies,
Dolor y amor fluyendo mezclados:
¿Se han visto tal amor y dolor juntos,
O espinas formar una corona tan gruesa?
(Traducción de “When I Survey the Wondrous Cross”
de Isaac Watts, D.D., 1674-1748).

¡Cántala! ¡Ahora canta el coro!

A Jesús que vea yo,
A Jesús quien me salvó,
Siempre sea mi canción –
¡De Jesús tan solo!

Se pueden sentar.

IV. Cuarto, Jesucristo Mismo es la única fuente de gozo eterno.

Llevaron el cuerpo muerto de Jesús de la Cruz y lo sepultaron en un sepulcro sellado. Pero el tercer día, Él resucitó de los muertos! Entonces fue a los Discípulos y les dijo: “Paz a vosotros” (Juan 20:19).

“Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor”
(Juan 20:20).

“Los discípulos se regocijaron viendo al Señor” (Juan 20:20). Jesucristo Mismo les dio gozo “viendo al Señor”. ¡Tú nunca podrás conocer paz profunda, y el gozo del Señor, hasta que conozcas a Jesucristo Mismo!

Oh, te digo esta noche – ¡yo recuerdo el mero momento cuando creí en Jesucristo Mismo! ¡Que santa experiencia! Mi misma alma miró a Jesús, ¡alzado y exaltado, a la diestra del Padre! ¡Me apresuré a Él! O, en vez, parece que Él se apresuró a mí. ¡Fui lavado limpio de pecado por Su Sangre preciosa! ¡Fui vivificado por el viviente Hijo de Dios! ¡Canta aquel coro!

A Jesús que vea yo,
A Jesús quien me salvó,
Siempre sea mi canción –
¡De Jesús tan solo!

Se pueden sentar.

¡Oh, pecador, no esperes otro día más! ¡No esperes otra hora! ¡No esperes otro momento! ¡Ven a Jesucristo Mismo! No lo dejes fuera de tu testimonio. No sigas lo que Spurgeon llamo aquella “miserable tendencia...de dejar a Cristo Mismo fuera del evangelio”. ¡No! ¡No! Ven a Jesucristo Mismo. Escucha con cuidado a estas palabras cuando las canto.

Tal como soy, sin ruego que
Tu Sangre derramada fue,
Y que Tú estás llamándome,
¡De Dios Cordero a Ti, yo voy!
(Traducción de “Just As I Am” de Charlotte Elliott, 1789-1871).

Canta aquellas palabras suavemente. ¡Ahora canta el coro!

Tal como soy, sin ruego que
Tu Sangre derramada fue,
Y que Tú estás llamándome,
¡De Dios Cordero a Ti, yo voy!

¿Vendrás a Jesucristo Mismo esta noche? Él perdonará tus pecados. El te dará paz con Dios y la vida eterna. ¿Vendrás a Jesucristo Mismo? Cómo oro que lo hagas. En el nombre de Jesús. ¡Amen!

No hay comentarios:

Publicar un comentario