viernes, 19 de febrero de 2010

UN VERDADERO MINISTRO DE DIOS

Es necesario que todos los creyentes estén bajo la supervisión de un verdadero pastor en una iglesia local. Y cuando me refiero a una iglesia local, quiero enfatizar que me estoy refiriendo a una iglesia verdadera. No todas las iglesias son de Dios. No todas las iglesias están bendecidas con la presencia del Espíritu Santo. No todas las iglesias son parte del cuerpo de Cristo. Y si esto es así, igualmente no todos los ministros o pastores han sido enviados por Dios. Iniciar con este conocimiento es sumamente importante y vital para nuestras almas.

Ahora, porqué es necesario que los creyentes pertenezcan a una iglesia local y estén bajo la autoridad de un verdadero pastor? Pablo nos brinda una gran razón en su epístola a los Corintios. Esta iglesia estaba siendo engañada por falsos apóstoles, quienes les habían instruído a rechazar la autoridad apostólica de Pablo. Una de las razones por las cuales Pablo no podía ser un apóstol de Cristo era su manera de vivir. Era pobre, sufrido, débil, perseguido. Sencillamente, decían los falsos apóstoles, no podía representar a un verdadero ministro del Señor.

Un apóstol debía ser poderoso, elocuente, carismático, debía ser amado por todos, debía tener una vida próspera. Y definitivamente Pablo no era nada de esto. Nada más lean como se describe Pablo. En la primera epístola a los Corintios el apóstol escribió,

9 Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. 10 Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo; nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. 11 Hasta esta hora padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. 12 Nos fatigamos trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. 13 Nos difaman, y rogamos; hemos venido a ser hasta ahora como la escoria del mundo, el desecho de todos.” 1 Corintios 4: 9-13

El razonamiento de los falsos apóstoles es que Cristo nunca permitiría que uno de sus siervos sufriera de esta manera, por lo tanto, siguiendo lo que su mente les decía, habían instigado una revolución en la iglesia en Corinto para desprestigiar a Pablo. Muchos corintios, siguiendo el consejo de estos falsos maestros, inclusive pensaron que ya no necesitaban de la instrucción de Pablo.

Muchos en esta iglesia local se creían auto-suficientes. “Porqué escuchar a Pablo?,” quizás era el pensamiento de muchos, “él ya no es necesario”. Es por ello que el apóstol les escribió diciendo, “ 7 Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? 8 Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. !!Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!” (1 Corintios 4: 7-8). Pablo fue quien había plantado la iglesia. Él había predicado el evangelio y había sido el padre espiritual de muchos allí (versículo 15). Lástimosamente, en su orgullo, creían haber llegado a la plenitud espiritual y para muchos Pablo ya no era necesario.

Preferían irse tras la enseñanza de los falsos apóstoles, quienes no sólo les enseñaban sobre la prosperidad y la bendición material como la manera de vivir del verdadero creyente, sino que ellos mismos, quizás vivían así. No es lo mismo que vemos hoy en día? Muchos que dicen ser creyentes buscan una iglesia a la cual asistir precisamente por las peores razones. Lo mismo que hicieron los corintios. Muchos buscan pertenecer a una iglesia grande. Muchos buscan una iglesia porque el pastor viste elegantemente, y porque tiene un buen automóvil, etc. Y peor aún, buscan una iglesia porque se predica un mensaje atractivo para sus oídos como lo es el evangelio de la prosperidad.


Muchos andan en busca de una iglesia que predique un mensaje “apto” para sus vidas. Todos los hombres desean vivir vidas sin dolor. Todos buscan evadir los sufrimientos. Es por ello que aquellas iglesias que predican un mensaje sobre la prosperidad material, económica, y sobre la salud física que puede obtener una persona con tan sólo hacer un pacto con Dios son tan atractivas para muchos. Porqué es que a muchos que se dicen cristianos no les atrae asistir ni buscar la membresía de la pequeña iglesia local que tienen cerca de sus hogares? Será por las diminutas instalaciones? Será por la pobreza del pastor? Será porque no se predica lo que ellos desean escuchar?

Qué le dijo Pablo a los corintios?Lo que el apóstol argumenta e insta a los corintios a no hacer es juzgar a un verdadero ministro por las cosas equivocadas. No debemos juzgar a los pastores y a las iglesias que lideran por la cantidad de creyentes que tienen a su cargo, ni por lo grande y prósperas de sus vidas. Pablo les dice, “5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.” Como creyentes debemos juzgar a los ministros por su fidelidad (versículo 2).

Fidelidad a qué? A la Biblia. Para Pablo lo que debe distinguir a un verdadero apóstol del falso es su fidelidad a Cristo y por lo tanto a lo que Él nos ha dejado revelado en Su Palabra. Cualquiera que enseñe algo que no esté en la Biblia debe ser desechado, pues demuestra no ser un ministro del Señor. En el versículo 6 escribe, “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito.“

La Biblia no enseña que los pastores ni los creyentes tendrán una vida fácil. Por el contrario, la vida cristiana es una vida de dolor y sufrimiento (Filipenses 1:29). Padecemos precisamente porque Cristo padeció! (2 Corintios 4: 8-10; Juan 15: 18-20; 16: 33; 1 Pedro 4: 17).

La necesidad de buscar pertenecer a una verdadera iglesia está en la necesidad de ser enseñados la verdadera doctrina bíblica, “lo que está escrito.” Por supuesto que todos los creyentes deben tener el deseo de estar constantemente meditando y aprendiendo de la revelación de Dios en la Biblia. El verdadero creyente busca aprender cada día más de Dios, y esto lo hace aprendiendo de la Biblia. Pero también Dios en Su misericordia ha enviado ministros a Su iglesia para enseñar las profundidades de Su Palabra y guiar a sus hijos en el verdadero camino. En la epístola a los Efesios vemos esta verdad. En el capítulo 4 leemos,

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Aquellos que buscan iglesias por las razones equivocadas ponen sus almas en peligro. Lo que nos mantiene en el camino correcto es la pura, clara y fiel exposición de la Palabra de Dios. Sólo si permanecen en nosotros las palabras de Cristo podremos permanecer en Él (Juan 15: 10). Por ello es tan necesario ser miembro de una iglesia verdadera. Si pertenecemos a una verdadera iglesia escucharemos la verdad de Dios, la cual nos edificará y nos fortalecerá para que no seamos engañados fácilmente, dejando de ser niños lleguemos a la madurez espiritual.

Debemos, entonces, mostrarle a todos los creyentes la necesidad de pertenecer a una iglesia local; pero también hacerles ver la necesidad de buscar pertenecer a una iglesia verdadera, la cual no se juzga utilizando la sabiduría de los hombres, sino por su fidelidad al Señor, enseñando fielmente todo el consejo revelado por Dios en la Biblia. Todos los pastores e iglesia que no hagan así, deben ser rechazadas. Nuestras almas están el peligro. No permitamos que nuestro corazón nos engañe como a los corintios, pensando que ya no necesitamos estar bajo la autoridad y el cuidado de un ministro de Dios; ni pensemos que estaremos seguros del engaño perteneciendo a una iglesia que no es fiel al evangelio de Cristo. En el día del Señor sabremos no sólo cuales pastores eran verdaderos ministros de Dios, pero también nos daremos cuenta de nuestra propia fidelidad. No ocurra que seamos expuestos como infieles al Señor!


TOMADO DE LUMBRERA

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