El terrible pecado de la Apostasía - primera parte from Julio Benitez on Vimeo.
Hebreos 10:26-27 "Porque si pecáremos voluntariamente, después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios".
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía,
y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta
contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de
Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.” (2 Te. 2:3-4)
La Apostasía
Apostasía… ¿De qué se trata esta palabra? ¿Es un término nuevo? ¿Qué importancia tiene para el cristiano conocer su significado? Trataremos, a la luz siempre veraz de la Palabra del Señor, de comprender lo que se esconde tras este concepto.
Significado: ¿Qué es Apostasía?
La palabra “apostasía” proviene del griego a través de dos términos: ano (apo), que significa “fuera de”, y araaig (stasis), que quiere decir “colocarse”. Entonces, literalmente el término denota la idea de apartarse o excluirse de algo en lo que se estuvo involucrado alguna vez.
En términos escriturales, la apostasía es el abandono de la fe en Jesucristo. En términos prácticos, el apóstata reniega contra la doctrina fundamental que ha recibido: el creer en Jesús y su sacrificio vicario1, perfecto y suficiente. Tal abandono de la fe implica no sólo desconocer a Cristo, sino que a través de esto, desconocer sus enseñanzas, mandamientos y consejos, es decir, ir en contra de la Palabra de Dios.
En un sentido netamente religioso, se considera apostasía el abandono de una doctrina religiosa en particular, generalmente para seguir una enseñanza contraria. A modo de dato, la iglesia católica establece un procedimiento denominado “apostasía”, por medio del cual una persona bautizada por esa religión puede decidir libremente renunciar a la fe católica; este procedimiento consiste básicamente en la presentación de la documentación de renuncia y la aceptación por parte de la iglesia católica (más información en www.apostasia.es).
Por lo general el cristiano, cuando escucha la palabra “apostasía”, tiende a asociarlo con “falta de fe”, pero este un concepto a lo menos incompleto, ya que apostatar implica un vuelco o regreso en aquellos hombres (y mujeres) que alguna vez han recibido el conocimiento, pero no lo han creído y han tomado caminos contrarios a la enseñanza de la Palabra del Señor.
Por otra parte, dentro de nuestro círculo de creyentes podemos percibir que estamos “inmunizados” contra la entrada de falsas doctrinas apóstatas, al recibir de nuestros enseñadores la sana doctrina revelada en las Escrituras; sin embargo, las mismas Escrituras nos advierten que algunos prestarán sus oídos a las fábulas, extraviándose de la fe. De hecho, la Iglesia en nuestros tiempos está inmersa en una corriente apóstata y muchos están cayendo.
1 vicario: Que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o la sustituye (RAE). El sacrificio vicario constituye los padecimientos y muerte que Cristo sufrió tomando el lugar que nos correspondía a nosotros, para librarnos del yugo de la esclavitud del pecado, y darnos vida eterna.
Causas de la Apostasía
¿Por qué existe apostasía? Las Escrituras nos señalan que la apostasía puede atribuirse a diferentes motivos, cada uno de los cuales origina diversas manifestaciones apóstatas. Entre ellos se encuentran:
Incredulidad
“Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad” (He. 3:19).
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad
para apartarse del Dios vivo” (He. 3:12).
En varias ocasiones el pueblo de Israel cayó en apostasía, al no creer en los caminos del
Señor (He. 3:10) ni en las promesas de reposo (He. 3:11). Claramente el Espíritu Santo
manifiesta que el motivo por el cual esa generación no entró en el reposo fue la falta de fe;
por esta razón, el autor inspirado exhorta a no prestar nuestro corazón a la incredulidad, la
cual lleva a apartarse del Señor.
Influencias de espíritus engañadores
“Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;” (1 Ti. 4:1)
Falsos maestros
“Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.” (Hch. 20:29-30)
“Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.” (Ap. 2:14-15)
Deseos humanos (sensualidad)
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2 Ti. 4:3-4)
Amor al mundo
“…porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica.” (2 Ti. 4:10)
Corazones endurecidos
“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores;” (Hch. 7:51-52) “Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no percibiréis; porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyeron pesadamente, y sus ojos han cerrado, para que no vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane.” (Hch 28:26-27)
Persecución
“Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.” (Mt. 24:9-10)
El cristiano debe asumir que será perseguido (Mt. 5:10), pero la incredulidad hace que pueda perder la paciencia. Luego, la impaciencia deriva en no hacer la voluntad de Dios, su Palabra, cayendo en apostasía. Por esta razón el Espíritu nos alienta a tener paciencia y, con ello, mantener nuestra fe (He. 10:32-39).
Tiempos de prueba
“Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.” (Lc. 8:13)
Algunos ejemplos de apostasía bíblica
Algunas manifestaciones de la apostasía de Israel pueden encontrarse en el episodio del becerro de oro adorado en el desierto (Ex. 32:1-35), la adoración a otros dioses tras la muerte de Josué (Jue. 2:10-12) y durante los mandatos de algunos reyes (ej. 1 R. 16:30-33; 2 Cr. 24:17-19).
Asimismo, en tiempos de Jesús algunos discípulos se arrepintieron del camino que habían iniciado junto al Maestro, mostrando aquí un principio maravilloso acerca de la incapacidad humana para influir en la elección divina: “Y dijo (Jesús): Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre.” (Jn. 6:65). “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él.” (Jn. 6:66) (Ojo: 6:66).
En la iglesia primitiva también encontramos varios ejemplos concretos de apostasía: Himeneo y Alejandro (1 Ti. 1:19-20); Himeneo (nuevamente) y Fileto (2 Ti. 2:17-18); ciertos maestros falsos (2 Pe. 2:20-21).
La apostasía como señal
Jesucristo mismo señala la apostasía como señal de los últimos tiempos: “Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.” (Mt. 24:3-5).
El apóstol Pablo también la señala como condición especial del tiempo postrero: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; …” (1 Ti 4:1).
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, …” (2 Ts. 2:3). “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” (2 Ti. 3:1-5).
Ahora bien, si la apostasía existe desde los tiempos de Israel en el desierto, ¿por qué constituye señal de los últimos tiempos? La palabra clave aquí es Muchos: “…vendrán muchos en mi nombre…”; “…a muchos engañarán”. Esto es lo que se denomina la apostasía severa, que no es otra cosa que un rechazo cada vez más acentuado hacia la verdad; mientras mayor apostasía se manifiesta, más cerca se encuentra la venida del Señor.
La apostasía en tiempos de la Iglesia actual
Pablo nos señala que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos, caracterizados por la aparición de estos apóstatas. 2 Ti. 3 nos señala las características de estos hombres, y sin lugar a dudas que podemos ver muchos de estos comportamientos en nuestros tiempos, aún dentro de nuestro círculo cercano.
Este mismo pasaje nos habla de las características de los apóstatas en nuestros tiempos; algunas de ellas son:
• Amadores de sí mismos: Estos hombre son ególatras, para ellos lo más importante son ellos mismos, no Dios.• Avaros: El amor al dinero en ellos en fuerte, pueden tener mucho, pero no se conforman y quieren más y más.• Vanagloriosos: Buscan el reconocimiento, son “los mejores”.• Soberbios: No bajan de sus pedestales de egolatría, orgullosos; aunque las circunstancias les puedan ser contrarias, siguen en sus altares de soberbia.• Implacables, crueles, aborrecedores de lo bueno: Su perfil se ajusta a hombres exitosos intelectualmente hablando, que han alcanzado conocimientos humanos importantes, los que le han llevado a pensar en la autosuficiencia del ser humano. Consideran que la fe no sirve, que no necesitan de Dios.
El mundo está lleno de estos hombres; la sociedad actual está basada en el humanismo, en la suficiencia del hombre en todo ámbito. Con preocupación podemos observar el avance de estos pensamientos; en los colegios y universidades se enseñan pensamientos humanos que excluyen completamente la deidad de Dios: evolución, agnosticismo, big bang, falsas doctrinas orientales, etc.. Y en el ambiente cristiano cada vez con más fuerza se manifiestan este tipo de pensamientos, existiendo hombres estudiosos de la Palabra que se llenan de conocimiento pero no de fe, o sea, saben la Palabra pero no la creen. Tratan de entender y explicar a un Dios infinito con una mente humana finita. ¿Será esto posible?
Como dice el poeta: “No lo puedo entender, pero Él me ama; no lo comprendo, pero Él me cubrirá…”.
Prestemos atención a lo siguiente, lo cual es muy común en nuestros tiempos: “…y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas.” (2 Pe. 2:3). ¿Le suena familiar esta situación? Si no le parece cercana, no falta mucho tiempo para que lo sea. Uno de los principales incentivos para estos apóstatas es el bienestar económico que pueden obtener de sus engaños. La Palabra habla de que estos hombres descubren nuevos “mercados” de los cuales pueden extraer jugosos dividendos. Descubren que los cristianos son una excelente fuente de ingresos, ya que muchos pueden comprar música, libros, asistir a prédicas con derecho de admisión ($). Vemos la existencia de empresas “cristianas” que se dedican sólo a sacar el dinero de los cristianos.
Con tristeza podemos ver la apostasía manifiesta en la humanidad, a través de la exclusión de los principios de Dios de la vida del hombre. Cada vez es más común ver que “ya no se usa” el matrimonio, que la convivencia es lo mejor. El aborto ya es una práctica común que necesita sólo la voluntad humana para llevarse a cabo. Homosexualidad ya es una palabra común y normal, y el que no acepta sus prácticas ya puede ser condenado por la justicia humana. Pornografía, pedofilia, y así podemos ver manifiestas muchas prácticas reñidas con la voluntad de Dios. “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” (Sal. 11:3).
Dentro de algunas iglesias también podemos ver las manifestaciones de la apostasía. Vemos que el mensaje de la Palabra del Señor ha perdido importancia ante la música y los cantos; que las manifestaciones del Espíritu han sido desplazadas por la sensualidad y las emociones; que el “cristiano” no se compromete con Cristo, asiste al templo a “calentar banca” y cuando sale de él sigue su vida mundana de siempre.
Por misericordia, podemos hacer nuestros los consejos que el apóstol señala a Timoteo: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Ti. 3 14-17)
Nuevamente las Escrituras son señaladas como nuestra defensa, en las cuales debemos permanecer, persistir, aprender e instruir para estar preparados ante los ataques apóstatas. “Acuérdate de Jesucristo, del linaje de David, resucitado de los muertos conforme a mi evangelio, …” (2 Ti. 2:8). Aunque todo parezca ir en contra, aunque la apostasía se manifieste con mayor fuerza, aunque parezca que estamos solos, ¡acordémonos de Cristo!
FALSOS MAESTROS
Otra señal de los últimos tiempos es la aparición de falsos “hombres de Dios” que buscan hacer caer al cristiano en apostasía, como lo señala Pedro: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.” (2 Pe. 2:1). Nótese que originalmente comparten la misma doctrina cristiana, pero en algún momento se desvían y arrastran. Estos hombres cumplen una función dual: son ellos mismos apóstatas y buscan hacer caer a los hermanos en apostasía.
¿Cómo reconocerlos?
Judas también señala la aparición de estos hombres, llamándoles burladores, sensuales2 y
causantes de divisiones, “…que no tienen al Espíritu” (Jud. 1:17-19). Asimismo, Judas
ofrece una precisa caracterización de estos falsos maestros, útil para reconocerlos; estos
apóstatas son:
• Impíos (v.4)• Moralmente pervertidos (v.4)• Niegan a Cristo (v.4)• Contaminan la carne (v.8)• Rebeldes (v.8)• Maldicen a los ángeles santos (v.8)• Soñadores (v.10)• Ignorantes (v.10)• Corrompidos (v.10)• Murmuradores (v.16)• Buscan faltas (v.16)• Buscan intereses personales (v.16)• Hablan arrogantemente (v.16)• Lisonjeros (v.16)• Burladores (v.18)• Causan división (v.19)• Piensan en términos mundanos (v.19)• Sin el Espíritu (v.19)
La ley de Moisés también señala un mecanismo de reconocimiento de estos hombres, y asimismo el propósito de Dios al permitir estas manifestaciones: “Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.” (Dt. 13:1-3).
2 sensual: Perteneciente o relativo a las sensaciones de los sentidos (RAE). A los falsos maestros apóstatas se les asigna este adjetivo porque se dejan llevar por sus pensamientos gobernados por las sensaciones y sentimientos humanos.
Jesucristo mismo nos señala la forma de reconocer a estos “lobos con pieles de ovejas”: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?” (Mt. 7:15-16). Los frutos son la manera de reconocer si un ministerio es del Espíritu o no.
Falsas doctrinas y falsos maestros: ¿Qué hacer ante ellos?
El apóstol inspirado divinamente nos señala que no debemos quedarnos de brazos cruzados, sino enfrentar y contender: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” (Jud. 1:3-4). ¿Seremos capaces de ejecutar esta instrucción? La forma eficaz de contender ardientemente es utilizando el respaldo del Espíritu Santo a través de las Escrituras; por esta razón es tan importante estar apercibido de lo que nos dice el Señor a través de ellas. Esto hace que servicios como la Escuela Dominical adquieran vital importancia, pues es allí donde aprendemos con mayor detención a utilizar la “espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Ef. 6:17).
Falsos profetas en la gran tribulación
El período posterior al arrebatamiento acentúa el accionar de estos burladores: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” (Mt. 24:11-12). Para cuando esto suceda, por misericordia nosotros estaremos en las Bodas del Cordero, mientras para los que queden viviendo la Gran Tribulación, también hay advertencia: “Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.” (Mt. 24:23-24).
No hay comentarios:
Publicar un comentario