martes, 5 de enero de 2010

NO SOMOS VICTIMAS, SOMOS TRANSGRESORES







No ha existido peor hereje en los últimos cien años que Carlos Finney. Digo peor, no categorizando las herejías, pues todas condenan, sino porque sus enseñanzas han sido adoptadas por gran parte del evangelicalismo contemporáneo. Tal es el grado en el que se han infiltrado sus mentiras, que hombres como Billy Graham y el fallecido Jerry Falwell lo consideraron el más grande evangelista de todos los tiempos. Claramente una afirmación como esta es evidencia de la ignorancia e ingenuidad de gran parte del protestantismo.

He escuchado a muchos creyentes decir grandes cosas de este hombre, pero cuando les hablo de tan sólo unas de las cosas que enseñaba verdaderamente, se quedan perplejos, casi como si no me creyeran. Pero ciertamente este hombre fue un hereje. En su teología sistemática negó la doctrina del pecado original, la expiación sustitutiva de Cristo, la regeneración como un acto exclusivamente divino, etc. Para este hombre la raza humana no era por naturaleza pecaminosa adoptando así mucho del lenguaje pelagiano que fue condenado por la iglesia muchos siglos atrás.

Y lastimosamente sus enseñanzas han prevalecido en la iglesia, principalmente entre aquellos que permanecen dentro del neo-evangelicalismo (pentecostales, carismáticos, etc). Todos hemos escuchado sermones de diversos pastores argumentando que el hombre es quien se ha apartado de Dios. Según dicen muchos Dios está tratando de mantener una relación con todos los hombres, pero ellos no se lo permiten. Cuál ha sido el problema? Muchos creyentes ignoran las verdaderas doctrinas bíblicas y son engañados fácilmente siendo llevados por cualquier tipo de falsas doctrinas, como la enseñanza que el hombre no es en sí depravado, sino que es en esencia bueno.

En muchas iglesias se pinta al hombre como una víctima de Satanás. Él lo engaña y lo hace apartarse de Dios, pero la Biblia nos dice otra cosa: el hombre no es una víctima, sino un transgresor. Esto es lo que leemos en el capítulo 3 de Génesis. Un capítulo antes las Escrituras nos dicen que Dios puso al hombre en el huerto de Edén para que lo trabajara y le dio la orden de no comer del árbol del conocimiento del bien y el mal. El resultado de transgredir la Ley divina era la muerte.

Qué vemos en el capítulo 3? La transgresión de Adán y Eva, los padres de toda la raza humana. Ellos habían desobedecido el mandamiento de Dios y Él cumplió la sentencia que impuso por la desobediencia: los mató espiritualmente. Dios maldijo al hombre y a la mujer, y con ellos a toda la creación, la cual ya no les sería propicia, sino que les sería una carga. En Génesis 3 leemos,

16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.”

En el momento en que desobedecieron, todo su ser fue corrompido por el pecado, y murieron espiritualmente. Qué ocurrió luego? Muchos pastores dirían que Adán y Eva se alejaron de Dios por vergüenza. Sin embargo, es esto lo que enseña la Biblia? Jamás! Fue Dios quien los echó de Su presencia. Dios, siendo infinitamente Santo y Justo, no podía-ni puede-tener relación o comunión con un pecador. Todo Su ser está en contra del pecado. Si un pecador estuviera en Su presencia sería consumido por Dios. Así de Santo es el Señor!

Lo que verdaderamente nos dice Génesis 3 es lo siguiente,

23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. 24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”

Fue Dios quien echó al hombre fuera de Su presencia. Porqué? Porque el hombre había transgredido Su Ley y siendo pecador es abominación para Jehová. Es por ello que el Nuevo Testamento nos dice que la ira de Dios está puesta sobre los hombres naturales (Efesios 2: 1-3). Dios echó a Adán y a Eva porque eran transgresores y nunca porque los hubiera considerado víctimas de Satanás. La verdad bíblica es que el hombre fue excomulgado por Dios porque había muerto espiritualmente a causa de su propio pecado.

Los hombres, y principalmente los creyentes, deben saber que el hombre natural es totalmente depravado. En su carne no hay otra cosa que no sea enemistad contra Dios. Es por ello que necesitan a Cristo. Si el hombre en su estado natural pudiera hacer lo que es agradable a Dios, Cristo no hubiera sido necesario. Pero, debido a la verdad bíblica con respecto al estado espiritual del hombre, Cristo se humilló, se encarnó, con el fin de vivir la vida perfecta que Dios exigía de Su pueblo y morir la muerte que ese pueblo merecía a causa de su maldad. Cristo vino a buscar lo que estaba perdido. Sin fe en Jesucristo nadie podrá ser reconciliado con Dios. Esta es la verdad declarada por el apóstol Pedro,

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” 1 Pedro 3: 18

Que le mostremos a Cristo a todos los hombres en este año, para que el nombre de Dios sea glorificado en todas las naciones.

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