HECHOS 2 :42

“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”

Hechos 2:42

Aunque tenemos un nuevo corazón que se deleita en la voluntad de Dios, también es cierto que aún estamos en medio de un mundo que aborrece a Dios. Aunque hemos sido salvados de esta perversa generación, también es cierto que aún estamos en medio de ella. Por eso nuestro Señor Jesucristo oró diciendo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15).

Estamos en medio de una generación perversa y no debemos ignorar las maquinaciones del enemigo, pero tampoco debemos de olvidar que nuestro Señor Jesucristo ha vencido al mundo. Por eso, es la voluntad de Dios que perseveremos en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.


Es la voluntad de Dios que perseveremos en la doctrina de los apóstoles, es decir, en la Palabra de Dios porque es por medio de ella que el Señor nos santifica en medio de esta generación perversa (Juan 17:17) (1 Timoteo 4:13, 16).


Es la voluntad de Dios que perseveremos en la comunión unos con otros, es decir, en la comunión de la Iglesia porque allí envía Jehová bendición y vida eterna (Salmo 133:3). Dios ha dado dones a su pueblo y nos edificamos los unos a los otros hasta llegar a la perfección en Cristo Jesús (Efesios 4:16).


Es la voluntad de Dios que perseveremos en el partimiento del pan. Esto podría estar refiriéndose a la cena del Señor, con lo cual podemos decir que es la voluntad de Dios que vivamos recordando la gloriosa obra de redención que nuestro Amado Salvador hizo. Debemos vestirnos cada día de la salvación (Efesios 6:17). Pero esto podría estar refiriéndose también a una vida de compartir con los demás los bienes que Dios nos da. Es la voluntad de Dios que suplamos las necesidades de nuestros hermanos (Efesios 4:28) (1 Juan 3:16-18).


Es la voluntad de Dios que perseveremos en las oraciones. Debemos orar sin cesar para que seamos llenos del conocimiento de la voluntad de Dios en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andemos como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios (Colosenses 1:9-10). Acerquémonos al trono de Dios para hallar gracia para el oportuno socorro en medio de un mundo lleno de tentaciones (Hebreos 4:16).



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