lunes, 16 de mayo de 2011

UN RECHAZO PELIGROSO

Un rechazo peligroso Lucas 4:22-30 from Julio Benitez on Vimeo.



LUCAS 4 :22-30

Lucas cuenta lo que sucedió en una sinagoga de Nazaret; el hagiógrafo nos predica a través de su evangelio a Jesús como el Ungido de Dios para traer salvación tanto a judíos como a gentiles. Justamente este aspecto se evidencia claramente en la predicación que efectuó en esta sinagoga de Nazaret.

Nazaret tiene un significado especial para Jesús; fue el lugar donde se había criado, donde la gente le conocía como el hijo de José. No obstante, vuelve a Nazaret como predicador del evangelio. En el día de reposo fue a la sinagoga conforme a su costumbre. Estas palabras se refieren al versículo 15: Él fue a las sinagogas para predicar. Por eso Lucas dice que se levantó a leer. Lo reconocían como un maestro. Aparentemente, Jesús pidió el libro del profeta Isaías, el que se le entregó para que lo leyera. En forma deliberada buscó y encontró el pasaje de Isaías 61, en donde se habla del Ungido del Señor que ha venido para redimir a su pueblo pobre, que se encontraba en gran necesidad corporal y espiritual (el cautiverio debido a su pecado). Este Ungido del Señor vendría a predicar el año agradable del Señor, el año de amnistía y redención.

Después de leer la Escritura, Jesús se sentó. Algunos dicen que se sentó para predicar, otros (refiriéndose a Hechos 13, donde leemos que Pablo predicó de pie) opinan que Jesús no quiso ni tuvo que añadir nada a este pasaje. Sólo el leerlo debería ser suficiente.

Jesús había vuelto a Galilea lleno del Espíritu Santo. Así la gente podía verlo como el Ungido del Señor, quien puede efectuar las palabras de la misericordia del Señor. En base a Isaías 61, un pueblo pobre, derrumbado por su propia culpa, puede esperar liberación y restauración por el Ungido (= Jesús). Empero, como la gente no entendió su intención y por causa de que fijaba sus ojos en Él, da el comentario: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (o: ante sus ojos)". Todos podrían saber quien es Él por lo que han oído hablar de Él.

La gente, sin embargo, lo ve según sus propios pensamientos. Se asombran de las palabras de gracia (mejor que palabras agradables) habladas por Jesús. Se maravillaban, porque piensan, ¿quién puede llevar gracia, sino Dios? No quieren aceptar la pretensión de Jesús de que Él es Dios mismo quien trae ahora esta gracia. Porque si Él es el Ungido de Dios, debe acreditar su identidad por los mismos milagros que ha hecho en otras partes. Jesús mira hacia un futuro no lejano en donde la gente burlescamente le dirá: "Médico, cúrate a ti mismo". Pero también responde con otro dicho: "Ningún profeta es acepto en su propia tierra". Esto significa que su mensaje generalmente no será aceptado; no se lo recibirá con fe.

La gente se siente impresionada por Jesús, pero no quiere aceptarlo como el cumplimiento de la profecía. Los dos ejemplos, el de la viuda de Sarepta y de Naamán el sirio, no tienen la intención de hablar acerca de su misión entre los gentiles, mas bien deja claro ver su majestuosa Soberania.

Pero rechazar la autoridad de Jesús significa que el pueblo puede perder las bendiciones espirituales del Señor. Las palabras de Jesús llenan a todos de ira, no quieren salvación por su gracia; al contrario, quieren despeñarle de la cumbre del monte. Vislumbramos en este suceso la sombra de la cruz, pero a la vez la de la resurrección: "Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue", mostrándoles algo de su majestad.

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