martes, 31 de mayo de 2011

EL PODER DEL EVANGELIO EN LA VIDA DEL CRISTIANO

"Solamente procurad que vuestra conducta como ciudadanos sea digna del evangelio de Cristo." -- Filipenses 1:27

La palabra "conversación" no significa simplemente hablar o platicar con otras personas, sino también comprende todo el curso de nuestra vida y de nuestro comportamiento en el mundo. La palabra griega significa las acciones y los privilegios de ciudadanía, y nosotros debemos darle forma a toda nuestra ciudadanía, a todas nuestras acciones como ciudadanos de la nueva Jerusalén, para que sean dignas del Evangelio de Cristo. Observen, queridos amigos, la diferencia entre las exhortaciones de los legalistas y las del Evangelio. Quien quiere que sean perfectos en la carne, los exhorta a trabajar para su salvación, para que puedan lograr una justicia meritoria de carácter propio, y así ser aceptados por Dios. Pero quien es enseñado en las doctrinas de la gracia, los exhorta a la santidad por una razón completamente diferente. Él cree que ustedes son salvos, puesto que ustedes creen en el Señor Jesucristo, y les habla a todos lo que son salvos en Jesús, y luego les pide que hagan que sus acciones se conformen a su posición; sólo busca lo que razonablemente espera recibir: "Solamente procurad que vuestra conducta como ciudadanos sea digna del evangelio de Cristo. Ustedes han sido salvados por ese Evangelio; ustedes aseguran gloriarse en él, deseando difundirlo; procurad entonces que vuestra conducta sea digna de ese evangelio." Ustedes se dan cuenta que uno los invita a trabajar para entrar al cielo por medio de sus obras; el otro los exhorta a laborar porque el cielo es de ustedes como un don de la gracia divina, y quiere que actúen como alguien digno de participar de la herencia de los santos en la luz.

Algunas personas no pueden oír una exhortación sin exclamar de inmediato que somos legalistas. Tales personas siempre van a encontrar que este Tabernáculo no es el lugar conveniente para que ellos puedan alimentarse. Nos encanta predicar la buena doctrina de la gracia soberana, y nos gusta insistir en que la salvación es solamente por gracia; pero nos encanta igualmente predicar acerca de la práctica estricta e insistir en ella. Decimos que esa gracia que no hace a un hombre mejor que sus vecinos, es una gracia que nunca lo llevará al cielo, ni lo hará aceptable ante Dios.

Ya he señalado que la exhortación es dada en una forma que es altamente razonable. Los seguidores de cualquier otra religión, como regla, son conformados a su religión. Ninguna nación se ha elevado todavía por encima de sus llamados dioses. Vean a los discípulos de Venus, ¿acaso no estaban hundidos en lo profundo del libertinaje? Miren a los adoradores de Baco; permitan que las fiestas bacanales les revelen cómo habían entrado en el carácter de su deidad. Todavía en nuestro días los adoradores de la diosa Kalé (la diosa de los ladrones y de los asesinos) - que son los miembros de una secta de asesinos fanáticos de la India - se entregan completamente al espíritu del ídolo que ellos adoran. No nos sorprendemos de los crímenes de las personas de otros tiempos cuando recordamos a los dioses que ellos adoraban; Moloc, que se deleitaba con la sangre de los niños; Júpiter, Mercurio, y todos los dioses similares, cuyas acciones almacenadas en el diccionario clásico son suficientes para contaminar las mentes de la juventud. No nos sorprende que el libertinaje haya abundado, pues "como son sus dioses-así es la gente:" "un pueblo nunca es superior a su religión," se ha dicho a menudo, y en la mayoría de los casos ese pueblo es peor. Es estrictamente natural que la religión de un hombre ponga el condimento de su conversación. Pablo dice a todos los que profesan ser salvos por Jesucristo; "Solamente procurad que vuestra conducta como ciudadanos sea digna del evangelio de Cristo."

Para llegar a ese punto debemos meditar durante dos o tres minutos acerca de qué es el Evangelio, luego ver los puntos en que nuestra conversación debe ser evangélica; y finalmente, decir unas pocas palabras sinceras para recordar aquí a quienes profesan la religión,la imperiosa necesidad de que su conversación sea digna del Evangelio de Cristo.

I. "¡EL EVANGELIO DE CRISTO!" ¿QUÉ ES? Nos concentramos en las dos últimas palabras, "de Cristo." Con seguridad, si ustedes entienden a Cristo, entonces entienden el Evangelio. Cristo es su autor; Él, en la sala del consejo de la eternidad propuso convertirse en la garantía del pobre hombre caído; Él, en el cumplimiento de los tiempos, llevó a cabo la redención eterna para todos aquellos que Su Padre le había dado. Él es su autor como su arquitecto y como su constructor. Vemos en Cristo Jesús al Alfa y la Omega del Evangelio. Él ha provisto del tesoro de Su gracia todo lo necesario para hacer que el Evangelio sea el Evangelio de nuestra salvación. Y así como Él es su autor, Él es su contenido. Es imposible predicar el Evangelio sin predicar la persona, la obra, los oficios, y el carácter de Cristo. Si se predica a Cristo entonces el Evangelio es promulgado, y si se pone a Cristo en segundo plano, entonces ningún Evangelio es declarado. "Porque me propuse no saber nada entre vosotros," dijo el apóstol, "sino a Jesucristo, y a él crucificado," y al decir esto, estaba llevando a cabo su comisión de predicar el Evangelio tanto a los judíos como a los gentiles. El compendio, la médula, el meollo; lo que los antiguos puritanos llamaban la quintaesencia del Evangelio es: Cristo Jesús; así que cuando terminamos de predicar el Evangelio podemos decir: "el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote," y podemos verlo y referirnos a Él en el pesebre, en la cruz, en Su resurrección, Su segunda venida, Él, que reina como príncipe de los reyes de la tierra, sí, apuntar a Él en todas partes, como la suma total del Evangelio.

También es llamado "el Evangelio de Cristo," porque Él es quien lo completará; Él dará el toque final a la obra, así como fue Él quien puso los cimientos. El creyente no comienza en Cristo y luego busca la perfección por sí solo. No, conforme corremos la carrera celestial, estamos todavía mirando a Jesús. Como su mano arrancó al principio el pecado que tan fácilmente nos asedia, y nos ayudó a correr la carrera con paciencia, así esa misma mano sostendrá la rama de olivo de la victoria, que luego formará parte de la guirnalda de gloria que pondrá alrededor de nuestra frente.

Es el Evangelio de Jesucristo: es Su propiedad; da gloria a Su persona, es dulce con el sabor de Su nombre. Por todos lados muestra las huellas de Sus dedos artísticos. Si los cielos son la obra de los dedos de Dios, y la luna y las estrellas existen por su mandato, lo mismo podemos decir de todo Su plan de salvación. Absolutamente todo él ¡gran Jesús! es tu obra, y por tu mandato se mantiene firme.

Pero también es "el Evangelio de Jesucristo," y aunque esto ha sido explicado cientos de veces, no estará fuera de lugar hacerlo de nuevo. Son "las buenas noticias" "el buen tiempo" de Jesucristo, y son enfáticamente "buenas noticias" porque limpia el pecado, el peor pecado sobre la tierra. ¡Mejor aún, barre con la muerte y el infierno! Cristo vino al mundo para llevarse sobre sus hombros al pecado muy lejos, y lanzarlo al mar rojo de su sangre de la expiación. Cristo, el chivo expiatorio, tomó el pecado de su pueblo sobre su cabeza y lo llevó lejos al desierto del olvido, donde, si fuera buscado nunca podría ser encontrado. Estas son "buenas noticias," porque afirma que el cáncer que carcome los puntos vitales de la humanidad ha sido curado; que la lepra que ha cubierto aún al propio rostro de la humanidad has sido suprimida; Cristo ha preparado un torrente mejor que el río Jordán, y dice ahora a los hijos de los hombres, "Vé, lávate, y serás limpio."

Además de eliminar el peor de los males, el Evangelio es "buenas noticias," porque trae consigo la mejor de las bendiciones. ¿Qué es lo que hace sino dar vida a los muertos? Abre labios que son mudos, oídos que son sordos, y quita el sello de ojos que están ciegos. ¿Acaso no hace de la tierra la morada de la paz? ¿No ha cerrado las puertas del infierno para los creyentes, y no ha abierto las puertas del cielo a todos aquellos que han aprendido a confiar en el nombre de Jesús? "¡Buenas noticias!" Esa palabra "buenas" tiene un doble significado cuando se aplica al Evangelio de Jesucristo. No podían tener mejor ocupación los ángeles cuando fueron y lo anunciaron, y dichosos los hombres que se dedican y se desgastan en la proclamación de tan buenas noticias de gran gozo. "¡Dios es reconciliado!" "¡En la tierra paz!" "¡Gloria a Dios en las alturas!" "¡Paz entre los hombres de buena voluntad!" Dios es glorificado en la salvación, los pecadores son librados de la ira venidera, y el infierno no recibe las multitudes de hombres, sino por el contrario el cielo se llena de una muchedumbre incontable de redimidos por la sangre.

Son "buenas nuevas" también, porque es algo que no pudo ser inventado por el intelecto humano. ¡Fueron buenas noticias para los ángeles! No han cesado todavía de maravillarse por eso, todavía están allí mirando al propiciatorio, y deseando saber más acerca de él. Serán noticias en la eternidad; estaremos:

"Cantando con arrobamiento y sorpresa,
Su misericordia en los cielos."

Las "buenas noticias" dichas sencillamente en pocas palabras, son justamente estas "que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándoles en cuenta sus transgresiones." "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna." "Fiel es esta palabra y digna de toda aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores." Suficiente, pues, en cuanto al tema de ¿qué es el Evangelio?

II. Ahora no voy a hablarles a quienes no le dan la bienvenida al Evangelio. Les hablaré en otro momento; ruego a Dios que les ayude a creerlo: pero tengo que hablar en especial a los creyentes. El texto dice que debemos HACER QUE NUESTRA CONVERSACIÓN SEA DIGNA DEL EVANGELIO.

¿Entonces qué tipo de conversación debemos tener? En primer lugar el Evangelio es muy sencillo; no tiene adornos; no está saturado de ornamentos engañosos. Es sencillo: "Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría;" es grandemente sublime en su sencillez. Que así sea el cristiano. No es conveniente que el ministro cristiano se vista de azul y grana, y lino fino, y vestimentas ceremoniales, y sotanas, pues todo pertenece al Anticristo, y son descritos en el libro de Apocalipsis como las marcas ciertas de la ramera de Babilonia. No le conviene al hombre cristiano o a la mujer cristiana ser culpable de pasar horas y horas en el adorno de sus personas. Nuestro ornamento debe ser: "no el exterior, sino que sea la persona interior del corazón, en lo incorruptible de un espíritu tierno y tranquilo." Nuestras maneras, nuestro hablar, nuestra forma de vestir, todo nuestro comportamiento deben tener esa sencillez que es verdaderamente el alma de la belleza. Esos que se esfuerzan por hacerse admirables en su apariencia por medio de ornamentos engañosos, se extravían en el camino; la belleza se adorna a sí misma, y "está mejor adornada cuando no tiene ningún adorno."

El hombre cristiano debe ser sencillo en todos los aspectos. Pienso que dondequiera que encuentres uno, deberías saber de inmediato que es cristiano. No debería ser como esos libros que no puedes entender a menos que alguien te explique todas esas palabras difíciles. El cristiano debe ser un hombre transparente como Natanael: "un verdadero israelita, en quien no hay engaño." El hombre que entiende el espíritu de su Señor es, como Cristo, un niño-hombre, un hombre-niño. Saben ustedes que lo llamaban "ese santo niño Jesús;" así debe ser nuestro comportamiento, recordando que "si no os volvéis y os hacéis como los niños," que son eminentemente sencillos y sin complicaciones, no podremos entrar al reino de los cielos.

A continuación, si queremos que nuestra conversación sea digna del Evangelio, debemos recordar que el Evangelio es pre-eminentemente verdadero. No hay nada en el Evangelio que sea falso, ninguna mezcla, nada agregado como un argumento para el hombre, para captar el interés popular; dice la verdad, la verdad desnuda, y si a los hombres no les gusta, el Evangelio no puede evitarlo, pero dice la verdad. Es oro libre de impurezas; agua pura sin mezcla. Así debe ser el cristiano. Debe hacer que su conversación sea verdadera. Los santos son hombres de honor, pero a veces, hermanos, pienso que muchos de nosotros hablamos demasiado para decir simplemente la verdad. No sé cómo puede la gente sacar cada mañana gruesos periódicos con tantas noticias, como si todo fuera verdad; supongo que deben incluir un poco de relleno para completar el tiraje, y mucho de ese relleno es de un material muy pobre. Y la gente que habla y habla y habla, no puede moler todo el grano; seguramente debe ser, al menos en parte, afrecho ordinario. Y en la conversación de un buen número de cristianos que profesan, cuánto no hay de escándalo, para no mencionar la difamación, expresada en contra de otros cristianos. Cuánta falta de caridad, cuánta falsedad voluntaria es expresada por gente que profesa el cristianismo; porque a menudo a la reprensión recibida no se le presta la suficiente atención, y luego se repite de manera descuidada sin importar si la repetición es verdadera o no.

Los labios del cristiano deben conservar la verdad cuando la falsedad se derrama de los labios de todos los demás hombres. Un cristiano no necesita hacer un juramento nunca, porque su palabra es tan buena como un juramento; su "sí" debe ser "sí"; y su "no, no." Debe vivir y hablar de tal manera que tenga muy buena reputación en toda la sociedad; no tanto por la suavidad de sus maneras, como por la veracidad de sus expresiones. Muéstrenme a un hombre que sea un mentiroso habitual o frecuente, y me estarán mostrando a un hombre que tendrá su porción en el lago hirviendo de fuego y azufre. No me importa a cuál denominación cristiana pueda pertenecer, si un hombre dice lo que no es, estoy seguro que no pertenece a Cristo; y es muy triste saber que en todos los grupos hay algunos que tienen esta grave falta deplorable, que no se puede confiar en lo que dicen. ¡Que Dios nos libre de eso! Nuestra conversación debe ser digna del Evangelio de Cristo, y entonces invariablemente será verdadera; o, si hay algún error en ella, será a causa de un error involuntario y nunca como consecuencia de un propósito o de un descuido.

A continuación, el Evangelio de Jesucristo es un Evangelio valiente. Es completamente lo contrario de esa cosa bonita llamada "caridad moderna." El último demonio creado es la "caridad moderna." La "caridad moderna" pasa a nuestro alrededor con su sombrero en la mano, y dice: "Ustedes están bien, todos ustedes están bien. Ya no discutan más; el Sectarismo es una cosa horrible, ¡desháganse de él, desháganse de él!" y así trata de inducir a todo tipo de personas a guardarse una parte de lo que creen, a silenciar el testimonio de todos los cristianos sobre aquellos puntos en los que tienen diferencias. Yo creo que esa cosa llamada Sectarismo en nuestros días no es otra cosa que honestidad verdadera. Sé un Sectario, mi hermano, sé profundamente un Sectario. Quiero decir con ello, mantén todo lo que ves que está en la Palabra de Dios y hazlo con firmeza, y no renuncies ni siquiera a los pequeños fragmentos de la verdad. Al mismo tiempo, aparta ese Sectarismo que hace que odies a otro hombre porque no ve lo que tú ves, ¡apártalo lejos de ti! pero nunca consientas en esa alianza impía, en ese pacto que parece que está controlando todo el país, que quiere poner un candado en la boca de cada hombre y enviarnos por todas partes como si fuéramos mudos: que me dice: "No debes hablar en contra de los errores de tal Iglesia," y a otro dice: "No debes responder." ¡No podemos evitar hablar! Si no lo hiciéramos, las piedras de las calles podrían gritar en contra de nosotros. Esa clase de caridad es desconocida para el Evangelio. ¡Ahora escuchen la Palabra de Dios! "El que cree y es bautizado será salvo; el que no cree"--¿Qué? "Llegará al cielo por cualquier otra vía?"-"será condenado;" ese es el Evangelio. Ustedes pueden percibir con qué valentía lanza su censura. No pretende: "¡puedes rechazarme e irte por otro camino, y llegar de alguna manera con seguridad al fin de tu camino!" No, no, no; dice: "serás condenado" ¿Acaso no percibes la forma en que lo pone Cristo? Algunos maestros vienen al mundo y le dicen a todos los demás: "Sí, señores, con el permiso de ustedes, todos están en lo correcto. Sólo tengo uno o dos puntos que ustedes no han enseñado, déjenme un espacio; no los voy a echar fuera; puedo estar en el mismo templo con ustedes." Pero oigan lo que dice Cristo: "Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y asaltantes, pero las ovejas no les oyeron." Oigan lo que Su siervo Pablo dice: "Pero aun si nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio diferente del que os hemos anunciado," --¿Qué pues? "¿Que sea disculpado por su error?" No; sino que: "sea anatema." Ahora, ese es un lenguaje muy fuerte, pero observen, que así es justamente como debe vivir el cristiano. Así como el Evangelio es muy valiente en lo que tiene que decir, que así sea siempre también el cristiano. Me parece que "vivir" de una manera digna del Evangelio, es siempre una forma valiente e intrépida de vivir.

Algunas personas van arrastrándose por el mundo como si le pidieran permiso a algún gran hombre para vivir. No conocen sus propias mentes; toman sus palabras salidas directamente de sus bocas y las miran y solicitan de uno o dos amigos. "¿Qué piensas de estas palabras?" y si estos amigos las censuran las guardan y no las vuelven a mencionar. Como aguamala, no tienen médula espinal. Ahora Dios ha hecho que los hombres caminen erectos, y es una cosa noble que un hombre se pare derecho sobre sus pies; y es todavía una cosa más noble que un hombre afirme que en Cristo Jesús ha recibido esa libertad que es verdaderamente libertad, y por lo tanto no será esclavo de ningún hombre. "Oh Jehovah," dice David, "soy tu siervo. Tú rompiste mis cadenas." ¡Feliz el hombre cuyas cadenas han sido rotas! Que tus ojos sean como los ojos de un águila, sí, más brillantes aún; que nunca sean opacados por los ojos de otro hombre. Que tu corazón sea como el corazón del león, sin ningún miedo, excepto de ti mismo:

"Sin que me importe, yo mismo un hombre agonizante,
la estima de los hombres agonizantes."

Yo debo vivir como si Dios me vé, como creo que debo vivir, sin importar que los hombres digan lo mejor o lo peor, pues todo eso será para ti como el chirrido de un grillo al ponerse el sol. "¿Quién eres tú para que le tengas miedo a un hombre que va a morir, o al hijo del hombre que no es sino un gusano?" ¡No temas a los hombres! ¡Sé fuerte! ¡Sé valiente! pues sólo así tu conversación será digna del Evangelio de Cristo.

Asimismo, el Evangelio de Cristo es muy tierno. ¡Óiganlo hablar! "Venid a mí, todos los que estáis fatigados y cargados, y yo os haré descansar." He aquí el espíritu de Su fundador: "No quebrará la caña cascada, ni apagará la mecha que se está extinguiendo." Más aún, el mal carácter, dar coscorrones en la cabeza a la gente, ofenderse por una palabra, todo esto es contrario al Evangelio. Hay algunas personas que parecen haber sido amamantadas con vinagre, y cuyo aspecto en su totalidad va mejor con el Sinaí que con Sión; pensarías que siempre han subido al monte para ser tocados, el monte que arde con un incendio de fuego, pues ellos mismos parecen arder con fuego. Puedo decirles que lo mejor de ellos es más puntiagudo que un seto de espinas. Pero, queridos amigos, que no suceda eso con nosotros. Sean firmes, sean valientes, no tengan miedo, pero sean cautelosos. Si tienen el corazón de un león, tengan la mano de una dama; que haya tal ternura en su comportamiento que los niños no sientan ningún temor de acercarse a ustedes, y que el publicano y la ramera no se vayan huyendo por su hostilidad, sino que reciban una invitación por la ternura de sus palabras y de sus hechos.

De la misma manera, el Evangelio de Cristo está lleno de amor. Es el mensaje del Dios de amor a la raza caída y perdida. Nos dice: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Proclama en cada palabra Su gracia: "que nos amó y quien se dio a sí mismo por nosotros." "Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos." Esta misma mente que estaba en Cristo Jesús debe morar ricamente en nosotros. Su último mandamiento a sus discípulos fue: "que os améis los unos a los otros." Quien ama es nacido de Dios, mientras que sin esta gracia, no importa nuestra opinión de nosotros mismos, o lo que otros piensen de nosotros, somos realmente a los ojos de Dios sólo bronce que resuena o un címbalo que retiñe.

¿No es esta una época en que haríamos bien en dirigir nuestra atención a la flor del paraíso? La atmósfera de la Iglesia debería fortalecer esta planta celestial a su perfección más elevada. El mundo debería señalarnos y decir: "Miren cómo estos cristianos se aman unos a otros. No de palabra ni de lengua, sino de hecho y de verdad." No me importa ese amor que me llama mi queridísimo hermano, y luego si difiero en sentimiento o en práctica, me trata como un cismático, me niega los derechos de hermandad, y si no me suscribo a una contribución forzada e impuesta para recoger fondos, se apodera de todos mis bienes y los vende en nombre de la ley, el orden, la Iglesia y Cristo. De todo ese amor fingido líbranos Señor. ¡Oh! pero que haya una unión real y de todo corazón y amor a todos los santos. Que nos demos cuenta del hecho que somos uno en Cristo Jesús. Al mismo tiempo oren pidiendo más amor para todos los hombres. Debemos amar a todos los que nos oyen, y el Evangelio debe ser predicado por nosotros a todas las criaturas. Odio al pecado en cualquier parte, pero amo y deseo amar cada vez más, cada día, las almas de los peores hombres, de los más viles de los hombres. Sí, el Evangelio habla de amor, y debo transpirarlo en todo lo que hago y todo lo que digo. Si nuestro Señor fue el amor encarnado, y nosotros somos sus discípulos: "Que todos nos conozcan y sepan que hemos estado con Jesús y hemos aprendido de Él."

El Evangelio de Cristo es también el Evangelio de misericordia, y si un hombre quiere actuar como es digno del Evangelio, debe ser un hombre misericordioso. ¿Lo estoy viendo? Está orando. Ha estado en la mesa de la comunión, y ha estado tomando el vino que representa la sangre del Salvador. ¡Qué buen hombre es! Véanlo el día lunes: tiene a su hermano agarrado del cuello y está diciéndole: "Paga lo que debes." ¿Acaso eso es digno del Evangelio de Cristo? Allí está sentado; va a dar su contribución a una obra de caridad, pero va a explotar a su costurera, se va a engordar con su sangre y sus huesos; va a apoderarse de los pobres si puede, y los va a vender, y se los va a comer como si fueran pan, y sin embargo, al mismo tiempo: "como pretexto hacen largas oraciones." ¿Acaso esto es digno del Evangelio de Cristo? No lo considero así. El Evangelio de Cristo es misericordia, generosidad, liberalidad.

Recibe al mendigo y escucha su clamor; elige aun al más vil y sin ningún merecimiento, y esparce abundantes bendiciones sobre ellos, y llena el pecho del desnudo y del hambriento con buenas cosas. Que la conversación de ustedes sea digna del Evangelio de Cristo. Los avaros entre ustedes, los tacaños entre ustedes no tienen una conversación digna del Evangelio de Cristo. Podría haber mucho dinero en el tesoro de Dios, para la Iglesia de Dios y para los pobres de Dios, si no hubieran personas que parecen vivir sólo para acumular y para atesorar; su vida es diametralmente opuesta a toda la corriente y al espíritu del Evangelio de Cristo Jesús. Perdona a todos los que te ofenden, ayuda tanto como te sea posible, vive una vida de generosidad; debes estar preparado, en lo que puedas, a hacer el bien a todos los hombres, y especialmente a los de la casa de la fe, y así tu conversación será digna del Evangelio de Cristo.

Sin embargo no debo dejar de expresar que el Evangelio de Cristo es santo. Nunca lo van a encontrar excusando al pecado. Lo perdona, pero no sin una expiación tan terrible, que el pecado no puede verse nunca más pecaminoso que en el acto de misericordia que lo quita. "¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!" es el grito del Evangelio, y tal es la exclamación de los querubines y de los serafines. Ahora, si nuestra conversación debe ser como el Evangelio, debemos ser santos también. Hay cosas que el cristiano no debe ni siquiera nombrar, mucho menos tolerarlas. Los peores vicios son para el cristiano cosas que deben esconderse detrás de la cortina, y ser totalmente desconocidas. Los goces y los placeres del mundo, en la medida que sean inocentes, son suyos, como también lo son de otros hombres; pero cuando son pecaminosos o se vuelven dudosos, los descarta con repugnancia, pues él tiene sus fuentes secretas de gozo, y no necesita ir para beber el agua de ese río lodoso que tanto gusta a los sedientos del mundo. Busca ser santo, como Cristo es santo; y no hay ninguna conversación digna del Evangelio de Cristo excepto esa.

III. Queridos amigos, podría continuar así, pues el tema es muy amplio, y sólo me detengo, porque desafortunadamente para mí, aunque tal vez felizmente para su paciencia, mi tiempo se ha terminado. Habiendo simplemente indicado lo que debe ser la vida cristiana, debo implorarles en pocas palabras, que por el poder de Dios el Espíritu Santo, busquen adecuar sus vidas de esa manera. Podría mencionar muchas razones. Sólo voy a darles una o dos.

La primera es, si no viven una vida así, harán que sus hermanos, que son inocentes de su pecado, sufran. Este debería ser un motivo lo suficientemente poderoso. Si un hombre pudiera deshonrarse a sí mismo, y llevar la culpa él solo, podríamos tolerarlo, pero no puede ser así. Digo, señor, que si te ven intoxicado, o si saben que caes en un pecado de la carne, vas a convertir la vida de cada pobre jovencita en la iglesia más difícil de lo que ya es, y cada joven que tiene que soportar la persecución sentirá que has puesto un aguijón en las flechas de los impíos, que de otra manera no tendrían municiones. Pecas en contra de la congregación del pueblo de Dios. Sé que hay algunos aquí presentes que tienen que sufrir mucho por causa de Cristo. La burla suena en tus oídos desde la mañana hasta la noche, y aprendes a soportarlo virilmente; pero es muy difícil que te puedan decir: "Mira a fulano de tal, él es un miembro de una iglesia, y mira lo que hizo. Todos ustedes son un grupo de hipócritas."

Ahora, mis queridos amigos, ustedes saben que eso no es verdad; ustedes saben que hay muchas personas en nuestras iglesias de quienes el mundo no es digno. Los excelentes, los devotos, los que se asemejan a Cristo; no pequen, entonces, en razón de ellos, para no afligirlos, y vejarlos cruelmente.

Asimismo, ¿acaso no ven cómo hacen sufrir a su Señor, puesto que ellos no solamente dejan sus pecados en la puerta correspondiente, sino que afirman que eso resulta de su religión. Si ellos imputaran la necedad al necio, no me importaría, pero ellos la imputan a la sabiduría que debió convertir al necio en sabio, si hubiera podido aprender. Lo pondrán en mi puerta (eso no importa mucho) hace mucho tiempo perdí mi carácter; pero no puedo soportar que lo pongan a la puerta de Cristo. A la puerta del Evangelio. Cuando mencioné hace unos momentos que yo he perdido mi carácter, quise decir simplemente esto, que el mundo me desprecia, y no quisiera que fuera de otra manera, que así sea. No hay ningún amor perdido entre nosotros.

Si el mundo odia al ministro de Cristo, sólo puede decir que desea que nunca pueda heredar la maldición de quienes aman al mundo: "el amor del Padre no está en él." Sin embargo siempre ha sido el destino del verdadero ministro cristiano ser el blanco de la calumnia y, sin embargo, él se gloría en la cruz con toda su vergüenza. Pero sé, queridos amigos, que no quisieran, ninguno de ustedes, que yo soportara los reproches de sus pecados, y sin embargo tengo que hacerlo a menudo. No tan a menudo, para algunos, aunque sí para otros. Hay personas a quienes debo decirles, aún con lágrimas en mis ojos, que son los enemigos de la cruz de Cristo; y algunos otros a quienes arrebatamos del fuego, odiando hasta la ropa contaminada por su carne, pero que acarrean un triste deshonor sobre nosotros, sobre el ministerio, sobre el Evangelio y sobre el propio Cristo. No quieren hacer eso, al menos, espero que no; entonces que su conversación sea digna del Evangelio de Cristo.

Y luego recuerden, queridos amigos, que a menos que su conversación sea así, derribarán todo el testimonio que han dado acerca de Cristo. ¿Cómo pueden creerles sus alumnos de la escuela dominical, cuando ven que sus acciones contradicen su enseñanza? ¿Cómo pueden sus propios hijos en el hogar creer en su religión, cuando ven la impiedad de su vida? Los compañeros trabajadores de la fábrica no podrán creer en su asistencia a reuniones de oración, cuando los ven caminando de manera inconsistente en medio de ellos. ¡Oh! la gran cosa que la Iglesia necesita es más santidad. Los peores enemigos de la Iglesia no son los infieles. Realmente uno no sabe quiénes son los infieles en nuestros días; son tan insignificantes, son tan pocos, que uno tendría que salir de cacería para encontrarlos; pero los peores enemigos de la Iglesia son los hipócritas, los formalistas, los que profesan solamente de palabra, los que siguen de manera inconsistente su camino. Ustedes, (si hay algunos aquí presentes) derriban los muros de Jerusalén, abren sus puertas para que entre el enemigo, y en lo que a ustedes respecta, ustedes sirven al diablo. ¡Que Dios los perdone! ¡Que Cristo los perdone! ¡Que este atroz pecado les sea lavado! ¡Que sean traídos en humildad a los pies de la cruz, para aceptar la misericordia que, al menos hasta ahora, ustedes han rechazado!

Es molesto pensar cómo hay personas que se atreven a permanecer como miembros de iglesias cristianas, y aun apoderarse de un púlpito, cuando están conscientes que su vida privada es detestable. ¿Oh, cómo pueden hacer eso? ¿Cómo es posible que sus corazones se hayan vuelto tan duros? ¡Qué! ¿Acaso el diablo los ha hechizado? ¿Ha logrado el diablo que dejen de ser hombres para convertirlos también en diablos? ¿Que se atrevan a orar en público, tomar la santa cena, y administrar las ordenanzas, mientras sus manos están sucias, y sus corazones no están limpios, y sus vidas están llenas de pecado?

Los exhorto, a aquellos cuyas vidas no sean consistentes, que renuncien a su profesión, o de lo contrario vivan sus vidas como debe ser. ¡Porque el Espíritu eterno, que todavía tiene su aventador en su Iglesia, aventará la paja y dejará solamente el buen trigo dorado sobre el piso! Y si ustedes saben que están viviendo en algún pecado, que Dios les ayude a lamentarlo, a odiarlo, y que vayan a Cristo con ese pecado de inmediato; que se acerquen, le laven Sus pies con sus lágrimas, que se arrepientan sin ningún fingimiento, para comenzar de nuevo en Su fuerza una vida que sea digna del Evangelio.

Me parece que oigo a alguna persona impía que dice: "Como yo no hago ninguna profesión de fe, yo estoy bien." Ahora bien, ¡escúchame, querido amigo, escúchame! Tengo una palabra para ti. Un hombre es presentado ante los magistrados, y dice: "Nunca he afirmado que soy un hombre honesto." "oh," dice el magistrado, "entonces te condeno a seis meses de cárcel:" pues ven que es un villano descarado. Y tú que dices: "Oh, nunca he hecho una profesión de fe," pues por ponerte en ese terreno, tú mismo te colocas entre los condenados. Pero algunas personas hacen alarde de esto: "Nunca he hecho una profesión de fe." ¿Acaso nunca has hecho una profesión de cumplir tu deber para con tu Hacedor? ¿Nunca has hecho una profesión de ser obediente al Dios en cuyas manos está tu aliento? ¿Nunca has hecho una profesión de ser obediente al Evangelio?

Pues entonces tu juicio será muy corto, tendrá muy poca duración cuando seas juzgado al fin; no se necesitarán testigos, pues nunca hiciste una profesión, nunca pretendiste ser justo. ¿Qué pensarías de un hombre que dijera: "Bien, yo nunca he profesado decir la verdad?" Otro dice: "Yo nunca he profesado ser casto." Entonces tú dirías: "¡Alejémonos de la compañía de este individuo ya que evidentemente nada bueno puede salir de él, ya que no es bueno ni para hacer una profesión!" Digo esto de una manera muy fuerte para que lo recuerden; les pido que vayan a casa y simplemente mediten en esto: "Nunca he hecho una profesión de ser salvo. Nunca he hecho una profesión de arrepentirme de mis pecados, y por lo tanto cada día estoy haciendo la profesión de ser enemigo de Dios, de ser impenitente, de no ser un creyente; y cuando el demonio venga por los suyos él me va a reconocer, pues hago la profesión de ser uno de los suyos al no hacer una profesión de ser de Cristo." El hecho es que le pido a Dios que nos traiga a todos aquí, primero para ser de Cristo, y luego para hacer una profesión de ello. Oh, que el corazón de ustedes pueda ser lavado con la sangre de Cristo, y luego, habiéndole dado ese corazón a Cristo, darlo al pueblo de Cristo. El Señor bendiga mis palabras por Cristo Jesús. Amén.

jueves, 26 de mayo de 2011

LA IGLESIA EMERGENTE: Conduciendo A Protestantes De Regreso A Roma



Hemos estado recibiendo un número creciente de informes acerca de protestantes están regresando al catolicismo romano. Existe hoy una serie de tres libros que presagian los testimonios de ex-pastores protestantes que han encontrado el amplio camino hacia Roma más tentador y satisfactorio. ¿Qué es lo que causa esta apostasía creciente? ¿Quién está detrás de este cambio de sentido de la Reforma? ¿Por qué son seducidos tantos protestantes por la devoción de esta religión falsa? Muchos evangélicos son son desconcertados y van en busca de respuestas. Aunque es decepcionante y desalentador, no deberíamos estar sorprendidos porque: "Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios " (1 Tim. 4:1).

¿Necesita el Cristianismo Ser Reinventado? Una de las principales influencias que han hecho el camino de regreso al catolicismo romano es El movimiento de la Iglesia Emergente. Los proponentes dicen que es tiempo de que el Cristianismo sea reinventado a una nueva generación. Debe hacerse más relevante a una generación postmoderna. Dicen que la mejor forma para reinventar el Cristianismo a la generación presente es que debe volver a introducir ideas y experiencias del pasado. Los líderes emergentes dicen que la Palabra de Dios ya no sostiene las respuestas a las preguntas de la vida. La experiencia debe convertirse en el factor crucial para encontrar la realidad espiritual. Las atracciones experimentales que están siendo promovidas por la Iglesia Emergente incluyen: estatuas, estaciones de oración, el incienso, la liturgia, las candelas, los iconos, los sacramentos y el llamar a la comunión Eucaristía. Es fácil ver cómo complementa este movimiento y promueve "el nuevo programa de evangelización" del Vaticano para reconquistar a los "hermanos separados" a la "iglesia verdadera".

Una Clase Nueva de Cristiano
El líder más influyente en el movimiento de la iglesia emergente es Brian McLaren, un pastor y autor de Maryland que escribió el libro controversial, A New Kind of Christian (Una Nueva Clase de Cristiano). La revista Time recientemente nombró a McLaren como uno de los 25 líderes evangélicos más influyentes en el mundo (2/7/05). En otro de sus libros, A Generous Orthodoxy (Una Ortodoxia Abundante), McLaren se describe a sí mismo como una nueva clase de cristiano, etiquetándose como: Católico, evangélico, pos /protestante, liberal /conservador, místico / poético, bíblico, fundamentalista / calvinista, anabautista /anglicano y metodista. ¿Cómo puede él sostener todas estas etiquetas al mismo tiempo? Es debido a que él rechaza la Palabra de Dios como la autoridad objetiva para la verdad. McLaren escribe: "¿Cómo sabe usted que algo es verdad? Primero usted se involucra en prácticas espirituales como la oración, la lectura de la Biblia, el perdón y el servicio. Luego usted ve qué ocurre; usted permanece accesible para experimentar. Finalmente, usted da a conocer su experiencia a otros en el campo de la espiritualidad para que por su discernimiento vea si confirman sus conclusiones o no".

Los Sentimientos Místicos Reemplazan Doctrina
Es terrible ver lo que McLaren y otros líderes de la Iglesia Emergente realmente están propmoviendo. En A Generous Orthodoxy, McLaren escribe que él está consistentemente a favor de los católicos romanos". Otros líderes nos dicen que necesitamos imitar al catolicismo romano para hacernos más místicos en nuestra reverencia de Dios. Chuck Smith Jr., en su libro, There is a Season (prefacio por Brian McLaren), provee un entendimiento profundo sobre esta experiencia mística. Él escribe: "¿Qué pasaría si dejamos a las personas "sentir" lo qué no podemos explicar, que conozcan con el corazón y no con el cerebro? Abriríamos la puerta de la fe a una audiencia más amplia que si continuásemos insistiendo en una creencia racional en los hechos como el único punto de partida legítimo de la fe cristiana". Desafortunadamente, la amplia audiencia que Smith alcanzará son personas sin discernimiento, quienes defienden la "verdad" que es subjetiva y creen en un evangelio que está comprometido. Éstas son personas que no tienen raíces bíblicas y constantemente serán llevadas por todo viento de doctrina. Algunos serán fatalmente conducidas con engaño a creer que no hay consecuencias eternas si o cuándo imiten al catolicismo romano.

El Poder Atrayente de la Eucaristía
Otro líder de la Iglesia Emergente es el Dr. Robert Webber que es reconocido por muchos como la autoridad sobre la renovación de la adoración. Él enseñó en Wheaton College por 32 años como Profesor de Teología y ha publicado más de 40 libros. El Dr. Webber tuvo una "experiencia de vida transformada" en un centro de convención católica cuando él decidió recibir la Eucaristía. Su testimonio es registrado en un libro titulado Signs of Wonder. Lo siguiente es parte de su experiencia en sus palabras:

"Cerrando los ojos, dejé mi vida en la iglesia pasar ante mí. Mis prejuicios se levantaron dentro de mí: ¿Qué estás haciendo aquí? Tú nunca has adorado en un trasfondo católico, y mucho menos has recibido el pan y el vino de un sacerdote católico! Luego escuché a mis amigos católicos hablar de su amor por Cristo, orar con fervor, y expresar un deseo verdadero por conocer las Escrituras y vivir de acuerdo con su autoridad. Esas recuerdos dijeron: ‘Sigue adelante. Después de todo, hay sólo un Señor, una iglesia, una fe, un bautismo, una Santa Comunión.’ En ese momento, Dios rompió los muros que me habían separado de mis hermanos y hermanas de denominaciones diferentes. Estoy convencido de los prejuicios que mantenemos y los muros que construimos entre nosotros y que otras comunidades de cristianos realmente impiden nuestra experiencia de la presencia de Dios en nuestras vidas. Nuestros prejuicios nos aíslan de la comunión espiritual de la plenitud del cuerpo de Cristo. Dios mora en su iglesia, y rechazar una parte de la iglesia de Dios es rechazarle a El. Además, del rechazo de la iglesia de Dios nos impide experimentar lo que el credo llama "la comunión de los Santos". Cuando Dios derribó mis muros, me metió en la comunión más rica con el cuerpo de Cristo en todo el mundo. ¡Usted podría decir que fui sorprendido por el gozo! Nunca había tenido una experiencia así en mi vida. En esa capilla católica, una nueva experiencia de adoración había tropezado con es viejo prejuicio mío, y una actitud nueva había nacido. Había tomado la experiencia de otra tradición en mí mismo, había estado en diálogo con otra tradición de adoración, y yo estaba segur de su riqueza".

Las Experiencias Subjetivas Vs. la Verdad Objetiva
Las palabras de Webber hacen eco por otros protestantes que han experimentado con la Eucaristía y luego se han vuelto al catolicismo por su "experiencia gozosa". Es de esperar que estos apóstatas, quienes se han vuelto a una religión falsa, han sido influenciado por experiencias subjetivas. Probablemente el mejor convertido protestante conocido por el catolicismo es Scott Hahn. Su experiencia subjetiva fue por la participación de la práctica pagana impía de rezar el rosario (Mat. 6:7). Hahn quedó convencido "que María" realizó un milagro después de que él rezó el rosario. Por contraste, aquellos que han sido gloriosamente convertidos al Señor Jesucristo han creído la verdad objetiva de Su Palabra (Efes. 1:1314; Rom. 10:17). Ahora sellados con el Espíritu Santo, nunca más pueden ser atrapados por las artimañas engañosas de la religión del diablo: (2 Tim. 2:23-25).

Una característica común de los protestantes que se han vuelto al romanismo ha sido un descontento con su anterior experiencia cristiana. Un convertido citó varias cosas que le alejaron de su iglesia evangélica: bandas de música en vivo tocando música fuerte que consistía de coros de alabanza repetidas una y otra vez, sin ningún lugar para la oración y reverencia en silencio, poca profundidad teológica y dramas y clips de película y juegos. Él dijo: "después de algunos años de niños delirando acerca de cuánta diversión tuvieron y sin aprender nada, probamos a la Iglesia Católica de enfrente e inmediatamente disfrutamos de la liturgia formal, los rituales religiosos y una reverencia a Dios". Qué tragedia para esta familia. Dejaron una experiencia vacía de adoración y la reemplazaron con una experiencia idólatra de adoración. Hay una lección instructiva aquí para los pastores evangélicos – las iglesias que enfatizan el entretenimiento por encima de la predicación de la Palabra de Dios siempre tendrán personas buscando una experiencia más satisfactoria. Cualquier cosa con lo que usted se los gane, es a lo que usted se los gana.

¿Qué Podemos Hacer?
¡Deje que nuestras voces se escuchen! Exponga las malas acciones de la oscuridad con la luz gloriosa de la Palabra de Dios. Amorosamente confronte a aquellos que promueven la Iglesia Emergente y estén aceptando el catolicismo romano como una expresión válida del Cristianismo. Llame al catolicismo romano como lo que es – un sistema religioso falso que sujeta a más de 1 billon de personas en la esclavitud al engaño.

Para aquellos que se han comprometido a las mentiras de Satanás y su malvado sistema religioso, debemos tener un sentido de urgencia. No hay tiempo para andarse con rodeos. Dios no le promete a alguien mañana. Judas escribió: "A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne. " (Judas 23). Necesitamos estar preparados para ofenderlos con la verdad, sabiendo que el Evangelio ofenderá a aquellos que son ofensivos con Dios.

Finalmente, no sea engañado. ¡Sujétese de nuestra autoridad suprema y objetiva por la verdad – la Palabra de Dios! Esta, junto con el Espíritu Santo, es la única seguridad que tenemos en estos días de gran engaño y compromiso.

por Mike Gendron

martes, 24 de mayo de 2011

¿QUE DISTINGUE A UN CRISTIANO DE UN PAGANO?

Pensamientos de Introducción

¿Qué es un Cristiano?, ¿Es el Cristianismo definido por herencia étnica, lealtad política, por vivir de acuerdo a cierto número de reglas, o por la asistencia a algunos rituales en particular?, ¿eres Cristiano solo porque tu te identificas como tal?, muchas personas en el mundo se identifican como Cristianos, o son identificados por otros como Cristianos, por su origen étnico, políticas, estilos de vida, o estilo de adoración. Pero, ¿son estas razones validas para etiquetarlos como “Cristianos”?, también hay aquellos que se autodenominan “Cristianos” basándose en experiencias existenciales con limites o significados indefinidos. “Vi una luz, y una gran paz vino sobre mí. Después de eso, supe que era Cristiano.”

Las historias varían en gran forma, pero normalmente su significado se basa en sentimientos subjetivos que no demuestran nada sobre arrepentimiento, fe en Cristo, o una subsecuente dedicación a una vida santificada. Es muy difícil o imposible identificar a estas personas como creyentes sin antes escuchar el testimonio de su experiencia mística. Otros han tenido una experiencia donde brevemente fueron alejados de lo existencial – en respuesta a algún llamado evangélico. El llamado pudo haber sido de uno a uno, como parte de alguna cruzada evangélica, o por medio de algún ministerio por televisión, pero aparte de esa experiencia, o quizás un poco de actividad, no ha habido nada más.

Los dos ejemplos dados tienen mucho en común. La gente en las dos categorías conoce muy poco acerca del Salvador, o de la vida en la fe, no forman parte de ningún grupo de adoración, y no están siguiendo a Cristo. Usando un cliché evangélico común, si se les acusara de ser Cristianos, se encontraría muy poca evidencia como para ser sentenciados.

Pero regresemos a la pregunta original, entonces – “¿Qué es un Cristiano?”, La Biblia tiene una respuesta definitiva a esta pregunta, como la tiene para la mayoría de las demás. De acuerdo a las Escrituras, Los Cristianos son aquellos que han aceptado su pecado ante Dios y que son incapaces de salvarse a si mismos, han buscado a Cristo Jesús en fe y arrepentimiento, y han comenzado a seguir y adorar a Cristo, normalmente pertenecen a un grupo o comunidad de creyentes. Expandamos la definición un poco más e incluyamos que para ser considerados Cristianos, la fe y la vida de una persona debe cumplir con lo que la iglesia ha llamado históricamente la Regula Fidei, o La Regla de la Fe.

“Judas, un servidor de Cristo Jesús, y hermano de Santiago,” (Judas 1) escribió a la iglesia con este propósito: “Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.” (Judas 3). Desde la muy temprana historia de la iglesia, los servidores de Dios tuvieron que escribir para defender la Regula Fidei. Pablo se sorprendió al darse cuenta que los Cristianos Gálatas, poco tiempo después de haberles predicado el Evangelio, lo habían convertido en “un evangelio diferente.” (Gálatas 1:6). Pablo también tuvo que advertir a los Colosenses creyentes sobre filosofía y legalismo. (Colosenses 2:8-10; 16-23), y tuvo advertencias similares en sus demás escritos. La tradición de la iglesia temprana nos dice que Juan el apóstol escribió su Evangelio para corregir la herejía que conocemos hoy como agnosticismo, y nos advierte sobre falsos profetas en sus cartas (1 Juan 2:18-23; 4:1-6; Juan 7-11), al igual que el apóstol Pedro (2 Pedro 2).

Para los apóstoles, la esencia del Cristianismo era la persona y el trabajo de Cristo, vivos en los corazones de pecadores arrepentidos, despertados por el Espíritu de Dios por medio de la predicación de la Palabra de Dios – El Cristianismo nunca fue visto por ellos como una simple y subjetiva experiencia existencial. Por supuesto que tuvieron la experiencia subjetiva de fe en Cristo, pero también tuvieron La Fe, un grupo de doctrinas pasadas a ellos como algo sagrado que había de ser enseñado, creído y defendido. Este grupo de doctrinas son la base del Cristianismo y son absolutas, completas, autoritarias hasta la eternidad, incambiables, y no están sujetas a revisión por individuos, la iglesia o la sociedad.

A través de los siglos, esta lista de doctrinas ha sido alterada por los seguidores del paganismo y la filosofía Romana y Griega, la ley Romana y Bizantina Imperial, y por dogmas eclesiásticos alejados de las Escrituras – pero las bases se mantuvieron intactas. Los Waldensianos, San Francisco, Wycliffe, Los Husitas, Los Reformadores, Los Puritanos, Los Predicadores del Gran Despertar, y otros santos Cristianos a través de los siglos han expuesto tales alteraciones y han puesto énfasis en las bases, en el corazón de la fe. Ha llegado el tiempo de hacer eso otra vez. Necesitamos contestar a una pregunta, y actuar de acuerdo a la respuesta:
¿Qué constituye a la verdadera doctrina Cristiana?

Como en el tiempo de los Apóstoles de nuestro Señor, la iglesia de hoy ha sido invadida por un nuevo “Cristianismo” que nada tiene de Cristiano. No es una denominación – es interdenominacional. No es solo una nueva perspectiva doctrinal. No es algo cultural, de preferencia, o nada por el estilo. Esta herejía no es más que la negación del Cristianismo Histórico, y está enseñando una nueva fe. Esta herejía es colectiva – no esta centralizada en este momento, pero hay muchos movimientos comunes. Algunas partes de esta herejía están en contra la una con la otra, pero tienden a cooperar entre sí, y todas tienen un tema central en común – la negación de la ortodoxia.

Esta nueva herejía se caracteriza por lo siguiente:

Enfocada en el hombre

Es mundana – Se enfoca en cosas como salud, riqueza, amor propio, bienestar, posesiones, quizás tenga alguna identidad política de izquierda o derecha.

Es ignorante, descuidada, o simplemente niega la histórica fe Cristiana.

Practica la exaltación de la persona y el rol del “creyente,” la cual es una degradación de la persona y trabajo del Redentor. Esta exaltación del hombre y denigración de Dios es algunas veces evidente en algunas doctrinas en las que la gente es vista como “pequeños dioses,” por lo que niega la histórica enseñanza de la Trinidad. También es evidente por su énfasis en preocupaciones terapéuticas, una fe “quejumbrosa”, y un descuido de las doctrinas de pecado y redención.

Esta herejía moderna, descuida las Escrituras, y distorsiona las que usa dando preferencia a la “profecía” moderna de sus líderes, o combinando psicología secular, o políticas con la fe.

Cualquier persona o grupo con alguna mascara cristiana pueden ser aceptados como genuinos si practican los “dones del Espíritu,” o si ponen énfasis en la sanación del cuerpo o la mente. (esto último no tiene como propósito criticar al movimiento carismático, “solo al que le quede el saco”)

Los que enseñan este tipo de doctrina son ampliamente descritos por las Escrituras:

Filipenses 3:18-19, “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo Dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal.”

1 Timoteo 4:1-2, “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, tienen cauterizada la conciencia.”

2 Timoteo 3:1-5, 7, “También debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles y peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad.”

En realidad, los que enseñan esta nueva herejía, al igual que sus seguidores, son prácticamente una nueva especie de paganos. Han bautizado lo que Pablo llama “rudimentos” del mundo – alaban a un “Dios” falso de su propia imaginación, y están alejados de la realidad, del conocimiento y de la comunidad de La Fe una vez dada a los Santos.

El problema no es solo la existencia, o siquiera el crecimiento y prosperidad de los falsos profetas. El problema hoy en día es que muchos, si no la mayoría de los que profesan la fe cristiana en las iglesias ignoran hasta lo más básico de las doctrinas de la Fe. Además, los miembros de estas iglesias, al ser educados con la forma de pensar que prevalece en la sociedad de hoy, son doblemente debilitados, y se convierten en carnada fácil para las herejías y sectas que van en crecimiento. Lo que hace falta en gran manera en el Cristianismo Americano y Latinoamericano, es el conocimiento y apreciación de lo que distingue a las doctrinas Cristianas del sucio paganismo – lo que constituye la absoluta regla de la fe.

¿Que deberiamos de estar enseñando?
Las doctrinas de central importancia tienen muchas cosas en común. Primero, están enraizadas en las Escrituras. La Biblia es nuestra única fuente aceptable para doctrina y práctica. Las tradiciones de la iglesia, la historia de la iglesia y de los sirvientes de Dios en el pasado pueden ayudar a instruirnos en las Escrituras, pero todo debe ser sometido a juicio por las Escrituras.

La base central de la fe no es denominacional. Las formas de gobierno de la iglesia, el estilo de adoración, las diferencias en puntos de vista en cuanto a tiempos futuros, y aún en cuanto a los dones del Espíritu, son cuestiones importantes, pero son secundarias a la fe. No somos salvos o perdidos por medio de nuestros puntos de vista sobre estas cosas. Las bases centrales de la fe son aquellas que han sido reconocidas por Cristianos desde el tiempo de los apóstoles. Algunos podrían objetar que los principios de la Justificación por Fe y Salvación por Gracia, únicamente, son solo innovaciones de tiempos recientes. Pero estos principios fueron claramente enseñados por los apóstoles. Además, a través de la historia, hubo grupos minoritarios e individuos que corroboraron estas cosas con las Escrituras. La reformación de la iglesia en el siglo 16 fue un despertar y renovación de las enseñanzas apostólicas que habían sido descuidadas.

La enseñanza de la regula fidei es acompañada en la escritura con fuertes advertencias – ya sea la advertencia de Juan sobre no agregar o quitar nada de la completa revelación de Dios (Apocalipsis 22:18-19), o el mismo apóstol advirtiendo contra desviaciones en Cristología (1 Juan 4:2;2 Juan 7-11), o de Pablo en (Galatas 1:1-9), en toda la Biblia encontramos advertencias como estas que nos demuestran la seriedad de Dios en cuanto al corazón de la fe.

Las bases de enseñanza de la Regla de la Fe, de alguna forma todas tienen que ver con el plan de redención de Dios – involucran a la Cruz de Cristo.
Finalmente, las doctrinas base del Cristianismo Bíblico son prácticas. No son doctrinas que acomodas en una vitrina para admirarlas – son doctrinas que pueden, y deben ser parte de tu diario vivir.

By: Charles T. Buntin

lunes, 16 de mayo de 2011

UN RECHAZO PELIGROSO

Un rechazo peligroso Lucas 4:22-30 from Julio Benitez on Vimeo.



LUCAS 4 :22-30

Lucas cuenta lo que sucedió en una sinagoga de Nazaret; el hagiógrafo nos predica a través de su evangelio a Jesús como el Ungido de Dios para traer salvación tanto a judíos como a gentiles. Justamente este aspecto se evidencia claramente en la predicación que efectuó en esta sinagoga de Nazaret.

Nazaret tiene un significado especial para Jesús; fue el lugar donde se había criado, donde la gente le conocía como el hijo de José. No obstante, vuelve a Nazaret como predicador del evangelio. En el día de reposo fue a la sinagoga conforme a su costumbre. Estas palabras se refieren al versículo 15: Él fue a las sinagogas para predicar. Por eso Lucas dice que se levantó a leer. Lo reconocían como un maestro. Aparentemente, Jesús pidió el libro del profeta Isaías, el que se le entregó para que lo leyera. En forma deliberada buscó y encontró el pasaje de Isaías 61, en donde se habla del Ungido del Señor que ha venido para redimir a su pueblo pobre, que se encontraba en gran necesidad corporal y espiritual (el cautiverio debido a su pecado). Este Ungido del Señor vendría a predicar el año agradable del Señor, el año de amnistía y redención.

Después de leer la Escritura, Jesús se sentó. Algunos dicen que se sentó para predicar, otros (refiriéndose a Hechos 13, donde leemos que Pablo predicó de pie) opinan que Jesús no quiso ni tuvo que añadir nada a este pasaje. Sólo el leerlo debería ser suficiente.

Jesús había vuelto a Galilea lleno del Espíritu Santo. Así la gente podía verlo como el Ungido del Señor, quien puede efectuar las palabras de la misericordia del Señor. En base a Isaías 61, un pueblo pobre, derrumbado por su propia culpa, puede esperar liberación y restauración por el Ungido (= Jesús). Empero, como la gente no entendió su intención y por causa de que fijaba sus ojos en Él, da el comentario: "Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (o: ante sus ojos)". Todos podrían saber quien es Él por lo que han oído hablar de Él.

La gente, sin embargo, lo ve según sus propios pensamientos. Se asombran de las palabras de gracia (mejor que palabras agradables) habladas por Jesús. Se maravillaban, porque piensan, ¿quién puede llevar gracia, sino Dios? No quieren aceptar la pretensión de Jesús de que Él es Dios mismo quien trae ahora esta gracia. Porque si Él es el Ungido de Dios, debe acreditar su identidad por los mismos milagros que ha hecho en otras partes. Jesús mira hacia un futuro no lejano en donde la gente burlescamente le dirá: "Médico, cúrate a ti mismo". Pero también responde con otro dicho: "Ningún profeta es acepto en su propia tierra". Esto significa que su mensaje generalmente no será aceptado; no se lo recibirá con fe.

La gente se siente impresionada por Jesús, pero no quiere aceptarlo como el cumplimiento de la profecía. Los dos ejemplos, el de la viuda de Sarepta y de Naamán el sirio, no tienen la intención de hablar acerca de su misión entre los gentiles, mas bien deja claro ver su majestuosa Soberania.

Pero rechazar la autoridad de Jesús significa que el pueblo puede perder las bendiciones espirituales del Señor. Las palabras de Jesús llenan a todos de ira, no quieren salvación por su gracia; al contrario, quieren despeñarle de la cumbre del monte. Vislumbramos en este suceso la sombra de la cruz, pero a la vez la de la resurrección: "Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue", mostrándoles algo de su majestad.

viernes, 13 de mayo de 2011

LOS FALSOS MAESTROS: Engañan, Manipulan y Traicionan

AUDIO DESENMASCARANDO A LOS APOSTATAS



AUDIO SEAN ADVERTIDOS APOSTATAS PARTE 1



AUDIO SEAN ADVERTIDOS APOSTATAS PARTE 2




Tres Errores Comunes de los Falsos Maestros
por Mike Gendron
Puesto que ahora vivimos en la era de la tolerancia religiosa y de la unidad ecuménica, hay algunas personas que inmediatamente llaman a este artículo divisivo y falto de amor. Otros se preguntan, “¿Qué derecho tienen ustedes de juzgar a otra religión?” La respuesta se da en la Escritura. Todos las personas que temen a Dios están llamadas a hacer juicios correctos, juicios que ya han sido establecidos por los principios objetivos de la Palabra de Dios (Juan 7:24). Puede que no haya nada más importante que advertir a la gente de que están siendo engañados acerca de su destino eterno. Si no se les confronta en amor con el Evangelio de Dios, es posible que nunca conozcan cómo escapar del fuego eterno del juicio de Dios. Evidentemente, la cosa con mayor falta de amor que podemos hacer es ignorarlos y dejarlos que sigan en el camino rumbo a la destrucción. Por esta razón, estoy siempre dispuesto a ofender a las personas con la ofensa y la exclusividad del Evangelio con la esperanza de que Dios puede conceder a algunos de ellos el arrepentimiento conducirlos a un conocimiento de la verdad (2 Tim. 2: 25). Veamos tres errores fatales de los falsos profetas y cómo manejarlos.

Los maestros falsos usurpar la autoridad de Dios

La autoridad suprema de la Biblia se ha establecido tanto por su origen como por su inspiración divina (2 Ped. 1:21). Es la infalible Palabra de Dios, y cumplirá el propósito de Dios (Isaías 55:11). Es la base misma sobre la cual todas las verdades cristianas descansan. Para los seguidores del señor Jesús Cristo, la Biblia es la corte final de apelación en todas las cuestiones relativas a la fe y la piedad. “Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16). La autoridad divina de las Escrituras corrige y reprende toda falsa enseñanza porque no hay autoridad superior o fuente infalible a la que apelar. Es la Palabra de Dios, y Dios no puede mentir, no puede romper su promesa y no puede engañar.

La gente cae en grave error y pecado cuando exaltan su propia autoridad sobre la autoridad de Dios o cuando reprimen la verdad de la Palabra de Dios para promover su propia agenda del día. La religión católica lo ha hecho mediante el establecimiento de sus tradiciones y enseñanzas igualándolas en autoridad con la Escritura (Catecismo de la Iglesia Católica [CIC] ap. 82). Al hacerlo, se ha usurpado la autoridad suprema de nuestro Dios soberano que es el único que tiene derecho a determinar el estado y el destino eterno de los hombres. Este error fatal ha abierto las puertas de la inundación a otras numerosas herejías mortales entre ellas: la predicación de otro evangelio, la adoración a un Jesús falsificado, la compra y venta de la gracia de Dios por medio de indulgencias, la creación de un ficticio lugar llamado purgatorio, el establecimiento de otros mediadores y la oración por y a los muertos. Estos errores son mortales porque cualquiera que las acepte cuando se respire su último aliento experimentará la muerte eterna.

Los católicos que están siendo engañados por estos errores fatales deben ser informados de que el mundo ha conocido sólo a un maestro infalible. Él es el Señor Jesucristo, que era la personificación de la verdad y cada palabra que habló era verdad (Juan 14:6, 17:17). Aquellos que buscan la verdad, sólo deben mirar a Cristo y Su Palabra. La religión católica se ha corrompido de la misma manera en que el judaísmo se corrompió – siguiendo las tradiciones de los hombres en lugar de la Palabra de Dios (Marcos 7:13). Los fariseos enseñaron mucha verdad, pero mezclándola con el error, “invalidando la palabra de Dios”. No debemos olvidar nunca que la Biblia es lo que Dios dice y la religión es lo que el hombre dice que Dios dice.

Los Falsos Maestros Distorsionan la Persona de Cristo

Jesucristo es el Dios hombre perfecto y el hombre perfecto Dios. Él es el perfecto Sumo Sacerdote que se ofreció a sí mismo – el sacrificio perfecto – una sola vez por los pecados de su pueblo. Esta expiación ha perfeccionado para siempre a los que son santificados (Hebreos 10:14). Por esta razón no hay más ofrendas por el pecado (Hebreos 10:18). La deuda eterna por el pecado del creyente se pagó en su totalidad y su rescate se logró cuando Dios resucitó a Jesucristo de entre los muertos (Rom. 4:25). ¿Habrá falsos maestros que niegan esto y le roban la honra y la gloria de nuestro Salvador?

Sí, Pablo nos advirtió que incluso algunos vendrían predicando a otro Jesús. Ofreciendo una falsificación de Jesús “que el que os hemos [los apóstoles] predicado” (2 Cor. 11:4). Muchos de estos falsos maestros son católicos romanos que predican a un “Jesús”, que no salva a los pecadores totalmente y para siempre. Dicen que los católicos deben hacer su parte por hacer expiación y satisfacción de sus propios pecados a través de la penitencia (CIC, 1459). De esta manera, lograr su propia salvación a través de las buenas obras (CIC, 1477). El Jesús Católico ofrece vida condicional y no vida eterna (CIC, 1035). Esta falsificación de Cristo dice que hay que volver físicamente a los altares católicos por más de 200.000 veces cada día para ser una expiación por los vivos y los muertos (CIC, 1367).

Los católicos deben ser advertidos de las consecuencias de no conocer y creer la verdad de Jesús. Esto es dejado en claro por Jesús cuando dijo: “porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis ” (Juan 8:24). Cuando la religión rechaza la autoridad de Dios, crea a “otro Jesús”, que siempre conduce a “otro evangelio”. ¿Por qué? Porque cada vez que la suficiencia de Cristo es negada, otro evangelio debe ser concebido para instruir a la gente lo que deben hacer para ser salvo.

Los Falsos Maestros Pervierten el Evangelio de Cristo

El Evangelio es el anuncio gozoso de la obra redentora de Dios a través de Jesucristo el cual salva a su pueblo de la pena, el poder y finalmente de la presencia del pecado. Es el único mensaje de redención y el mismo mensaje para cada generación (Efesios 4:4-6, Apoc. 14:6). Dado que el Evangelio es acerca de un solo Salvador, es exclusivo y, por tanto, declara que todas las otras creencias y religiones son falsas (Juan 14:6; Mat. 7:13-14). Este glorioso Evangelio declara que la salvación es totalmente de la gracia y los que añaden algo son maldecidos (Gálatas 1:6-9). No es de extrañar que la más popular perversión del Evangelio sea la mentira mortal de que las buenas obras o la justicia propia son necesarias para aplacar a un Dios santo. Todas las religiones en el mundo cometen esta mentira del diablo. Sin embargo, la mentira más antigua y más letal de Satanás es: “no morirás” (Gén. 3:4). Esta mentira es extendida incluso en el catolicismo (CIC, 1863).

¿Por qué ningún líder religioso querría distorsionar el glorioso Evangelio de la gracia? La razón principal es el control de las personas manteniéndolas cautivas en esclavitud legalista. Es por esta razón que el Señor Jesús dio la marca de un verdadero discípulo. Él dijo, “Si permanecéis en mi palabra… y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Las personas en esclavitud religiosa sólo pueden ser puestas en libertad cuando vienen a un conocimiento de la verdad encontrado en la Escritura.

El catolicismo romano no está solo al pervirtiendo el Evangelio de Dios. Hay muchas religiones y sectas protestantes que hacer lo mismo. El catolicismo, sin embargo, no sólo engaña a su pueblo con un falso evangelio, sino que condenan neciamente a aquellos que creen el verdadero Evangelio. Más de 100 condenaciones desde el Concilio de Trento se pronuncian sobre los cristianos que creen que el Señor Jesús es suficiente para salvar a los pecadores por completo y para siempre. El “evangelio” Católico hace hincapié en lo que el hombre debe hacer para ser salvo en vez de lo que Cristo ha hecho. Esto incluiría la necesidad de hacer buenas obras (CIC, 2016), la recepción de los sacramentos (1129), asistir a misas meritorias (1405), el guardar la ley (2068), la compra de indulgencias (1498) y el purgatorio (1030).

Los Falsos Maestros Deben ser Confrontados

Nunca debemos permitir que el error doctrinal se incremente porque deshonra a Dios y engaña a los incautos. Se profana la conciencia, se corrompe el corazón y se destruye el alma. Según la Escritura, lo que sale de los labios de los falsos maestros incluyen: “doctrinas extrañas”, “mandamientos de hombres”, “doctrinas de demonios”, “herejías condenables”, “tradiciones de los hombres”, “mentiras”, “falsedad,” “vano engaño” y “filosofías engañosas.” Los labios mentirosos son una abominación al Señor en todo momento y en todos los casos (Prov. 12:22). Al conocer el fruto de los falsos maestros, tenemos que luchar seriamente contra ellos. Pedro y Pablo dicen que los falsos maestros llevan a los creyentes a caer de su firmeza y devoción pura a Cristo (2 Ped. 3:17; 2 Cor. 11:3). No están de acuerdo con las palabras de Jesús y traen una fricción constante dentro de la iglesia (1 Tim. 6:4-5). Dan lugar a la especulación y al debate inútil que dificultan los propósitos de Dios (1 Tim. 1:4-6).

Muchos de los que profesan a Cristo ya no están abrazando la sana doctrina, porque quieren agradar a sus oídos y buscan maestros que hagan precisamente eso (2 Tim. 4:2). Usando la Palabra de Dios, debemos estar preparados para reprender y exhortar con gran paciencia e instrucción. Aquellos a quienes se les ha sido encargada la verdad deben adoptar una postura en contra de quienes tratan extraviar a los hombres. Incluso cuando Pedro no esta siendo honesto acerca de la verdad del Evangelio, Pablo lo resistió cara a cara, y le reprendió fuertemente (Gálatas 2:11-14). Judas nos exhorta a “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Los que se niegan a defender la verdad de Dios están demostrando su falta de pasión por la verdad. Debemos amar la verdad y odiar cada falso camino (Salmo 119:104). Nunca vamos a ser intimidados por los falsos maestros, porque “el temor del hombre pondrá lazo” (Prov. 29:25).

La Batalla por la Verdad

Seamos conscientes de las palabras de AW Tozer, quien escribió: “Tan hábil es el error en la imitación de la verdad que los dos son constantemente confundidos el uno al otro. Por lo tanto, es críticamente importante que los cristianos aprovechen plenamente todas las provisiones que Dios ha hecho para salvarle del engaño – la oración, la fe, la constante meditación de las Escrituras, la obediencia, la humildad y la iluminación del Espíritu Santo” (That Incredible Christian).

Necesitamos pedirle a Dios por valentía y audacia al descansar en el poder de Su Palabra. Que todos podamos ser más como los apóstoles quienes eran fuertes, sin temor, audaces, dogmáticos, poco complacientes con el error, valientes, intolerantes al pecado, inflexibles en relación con el Evangelio, controvertidos, dispuesto a morir por la verdad y dedicados plenamente a Cristo. Ya no debemos ser como niños fluctuantes llevados de aquí para allá por las olas y llevados por el engaño de los hombres, mediante la astucia en intrigas engañosas (Efesios 4:14). Durante estos tiempos de gran engaño, el Cuerpo de Cristo debe responder con una cosmovisión teológica y bíblica que defiende la gloria y el honor de nuestro Señor Jesucristo. Tenemos que proteger la pureza de su Evangelio por el bien de sus escogidos.


Luego de haber analizado algunas de las características más peculiares que caracterizan a los falsos maestros, en este artículo vamos a mostrar cual es el proceder de estos mensajeros de las tinieblas y cuál debe ser la responsabilidad de los miembros de las iglesias locales.
En primer lugar muchas veces los miembros ignoran los pecados de sus líderes en sus iglesias y con esa actitud incurren en el camino del error. La Biblia amonesta contundentemente a no tolerar la práctica de pecados en el pueblo de Dios y la exigencia hacia el liderazgo es mucho mayor, es totalmente incorrecto y peligroso ver y comprobar cómo los líderes viven en pecado e ignorar esos pecados.

Uno ejemplo extremo aquí nos sirve. El falso profeta David Koresh y Jim Jones, los dos causaron las muertes de sus seguidores, dormían con la mayoría de las mujeres, y hasta con las niñas menores de edad de sus seguidores. Esto era algo conocido entre ellos, y muchas veces las madres de las niñas, o los esposos de las mujeres arreglaban los detalles con Jones y Koresh para que esa atrocidad ocurriera. Estos escándalos sexuales deberían haber sido la razón suficiente para destituir a esos ministros y a sus grupos, y que las personas sabias, salieran sacudiendo aun el polvo de sus calzados de aquellos lugares. Según sabemos, sí hubo personas que salieron antes de la matanza de sus miembros.

Un ejemplo del Nuevo Testamento es la Iglesia en Tesalónica, la cual había tenido problemas con falsos profetas tanto que rechazaba a todos los profetas y a sus predicaciones. En ese tiempo lo más probable era que la profecía fuera más bien el común denominador de la predicación, por eso el apóstol Pablo les recuerda lo siguiente:1° Tesalonicenses 5:20 No menospreciéis las profecías. 21 Examinadlo todo; retened lo bueno. 22 Absteneos de toda especie de mal.

Pero además de eso observamos claramente que Pablo trató de hacerles ver, cual es la obligación y responsabilidad de cada creyente, es decir de cada cristiano y es la de examinar las enseñanzas que se reciben (1ª Corintios 14:29; 1ª Juan 4:1-3; 1ª Tesalonicenses 5:19-21).

No hay atajos en esto, ni es algo que solo es cuestión de los lideres. Esta responsabilidad no es hecha para los miembros de la iglesia local por el pastor o por los líderes. Todo lo contrario es a los lideres y al pastor o predicador al que los miembros de las iglesias deben examinar exhaustivamente en cuanto a que doctrina predican cual es la conducta de esos líderes y como ejercen su función de liderazgo dentro del cuerpo del Señor, en las iglesias locales.

Pero lo que ocurre hoy, es que por lo general los miembros están más interesados en tener mucha alabanza y mientras les sea dado eso, no les importa lo que se predique; el asunto es sentirse bien y creer que se está espiritualmente motivado.Pero recordemos que la norma por la cual debemos examinar a todo predicador es la palabra de Dios. Si no concuerda con lo que enseña la Biblia, es un falso profeta, un falso maestro. Esto obliga a cada creyente a escudriñar y entender las Escrituras, Cristo lo expreso más claro que la luz del medio día:Juan 5:39 Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

2° Tesalonicenses 2:2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. 3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 15 Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.
1° Corintios 14:29 Asimismo, los profetas hablen dos o tres, y los demás juzguen.
Con cualquier doctrina o enseñanza que un ministro imparta hoy, no puede ni debe tachar, contradecir, o estar fuera de lo que enseñan el Antiguo y Nuevo Testamentos. Esto de estar bajo la autoridad de la Palabra de Dios es algo que identifica a un ministro verdadero, sino lo está; entonces no hay duda que es un ministro falso.

Claramente Dios obliga al cristiano a juzgar lo que escucha para ver si es bíblico o no lo que se enseña. Si no observamos una disposición fuerte y real en un hombre que dice ser siervo de Dios de hacer la voluntad de Dios por encima de su agenda personal, el cristiano puede reconocer rápidamente frente a qué tipo de maestro esta:
Judas 1:16 Éstos son murmuradores, querellosos, que andan según sus propios deseos, cuya boca habla cosas infladas, adulando a las personas para sacar provecho. 17 Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo; 18 los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos.

Unas de las marcas claras de los falsos profetas y maestros es que ellos no se apegan a la sana doctrina, forma, y modelo presentado en la Biblia. Ellos van inventando “mejores cosas y métodos” que no son otra cosa que inventos de su propia voluntad (es decir de sus mentes corruptas). El verdadero ministro se limita a lo que la Biblia establece con claridad. Él no puede andar fuera de ese marco de obediencia en ninguna ocasión ni en ningún momento. Observar esta característica en la forma de pensar del ministro es lo que nos sirve para indicarnos donde está su corazón delante de Dios, de forma que podemos saber si podemos o no podemos involucrarnos con él.

Por lo general los falsos maestros promueven la adoración a otros dioses y doctrinas de demonios, es por eso que debemos seguir el ejemplo de los creyentes de la iglesia de Tesalónica:Hechos 17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.

Una de las doctrinas fundamentales que la Biblia nos obliga a creer y a observar es la autoridad, inerrancia e inspiración de la Biblia misma. Para el buen ministro de Dios, su ministerio se rige y desarrolla bajo la dirección y autoridad absoluta de las Sagradas Escrituras. Él se concibe a sí mismo como un heraldo (un predicador) quien es simplemente el que repite el mensaje del Rey. Entender esta verdad en su ministerio, le restringe a él en lo que dice, enseña, y opina, y especialmente de dónde saca su mensaje. Él buen ministro basa todo su ministerio y mensaje sobre el fundamento seguro de la Palabra de Dios. Para él, el argumento más fuerte es “así dice la palabra de Dios.” Él busca y persigue “afanosamente” exponer la Palabra de Dios y no sus argumentos, esto no implica que no tenga criterios personales o puntos de vista personales, pero nunca afirma que eso es revelación del Espíritu Santo.

Por esta sencilla razón podemos saber que predicadores y ministros no son expertos en la exposición de las Sagradas Escrituras. La exposición correcta y clara de las Escrituras es la manera establecida por Dios para alimentar correctamente a las ovejas. Esta es la forma como el verdadero ministro sabe qué hacer y qué no hacer. Sin esa cualidad él está perdido en este mundo de confusión, por eso no es extraño ver como miles de ministros se han dejado arrastras pos la moda del momento, tales como el ungimiento de las naciones,la guerra espiritual, los 40 días, el evangelio de la prosperidad, etc.

De esta cualidad vital podemos entender que un buen ministro expone la palabra de Dios, es decir usa la misma Biblia para interpretar la Biblia y a sí mismo. Para esta labor debe usar principios bíblicos de interpretación, y la dirección del Espíritu Santo de Dios.

Debido a la carencia de esta cualidad en los falsos ministros vemos como la tendencia de los falsos maestros y profetas es la de vagar en la imaginación de sus propias mentes carnales. Les pasa como al veneno para ratas, 1% veneno, 99% de buen maíz y será suficiente para que la rata que ingiera ese veneno muera. El falso profeta no tiene que esforzarse mucho ni apegarse a la Escritura y por eso lo que enseña es como veneno de rata. El deseo ardiente de apegarse en todos los puntos a las Escrituras es la marca de un bueno ministro de Dios.

El bueno ministro sabe y practica el concepto que solamente las Palabra de Dios es la que puede cambiar a los seres humanos espiritualmente hablando, ninguna otra cosa sirve.Los falsos maestros desobedecen restricciones e instrucciones claras de la Biblia:1° Reyes 13:21 Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, 22 sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres.

Todo aquí es muy claro de observar, un falso maestro cambia lo obvio, lo claro, lo directo de Dios. Los falsos maestros tienen sus propios argumentos pero formulados a base de lógica matemática, y presumen que son buenos ministros de Dios y que tienen mejor discernimiento que otros, usan la palabra de Dios como les conviene (y la ignoran donde no les conviene), pero a fin de cuentas, después que uno desenmascara bien su enseñanza, uno queda advertido por El Espíritu de Dios que estamos frente a un emisario de Satanás.

Una buena forma de desenmascarar sus enseñanzas es preguntarles sobre sus acciones, sus doctrinas enredadas, sus ejemplos de su vida, y recordarles los pasajes que muestran claramente que lo que enseñan es producto de doctrinas de demonios y de sus mentes corruptas, te fijaras que sus respuestas no son lo que esperabas, se irritaran sacaran a relucir sus credenciales, dirán que tienen una línea directa con Dios y se atreverán incluso a afirmar que como Pablo fueron arrebatados al tercer cielo. Pero por el contrario esto no ocurre con un ministro verdadero de Dios:
1° Samuel 3:19 Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.

Hay un principio de la interpretación de las Escrituras que dice, “Si el sentido obvio tiene un buen sentido, no busques otro sentido.” Los falsos profetas David Koresh y Jim Jones se acostaban regularmente con las mujeres de sus sectas, ignorando lo que dice la Escritura:Éxodo 20:14 No cometerás adulterio. 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Si en los diez mandamientos, dice claramente “no cometerás adulterio… no codiciarás la mujer de tu prójimo,” entonces cualquier pensamiento o acción que trate de torcer o pervertir el significado obvio de esos versículos; debe ser desechado inmediatamente porque no hay duda que NO es la voluntad de Dios. Necesitamos observar todo el tiempo un la regla de armonía entre la voluntad de Dios y las Escrituras; estas nos guiaran para que entendamos que en este caso por ejemplo, tener sexo ilícito; contradice abiertamente a Dios y se constituyen entonces en marcas de una vida de falsedad y de pecado continuo delante de Dios. Si esto está ocurriendo con el líder y pero aun está siendo promovido por el líder (el falso profeta), es la razón suficiente que nos indicarnos que ese hombre es peligroso y no es de Dios, sino un emisario de su padre el diablo.

Veamos un ejemplo de la actualidad, la Biblia dice lo siguiente:
Mateo 6:24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.1 Timoteo 6:6-8 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Pero hoy vemos la proliferación de “ministros” que enseñan todo lo contrario, para lo cual han montado un “evangelio de la prosperidad” y enseñan que Dios quiere hacer rico a todo el mundo, abiertamente y sin descaro piden dinero a sus seguidores y les prometen que si siembran o pactan con Dios, Dios les devolverá al ciento por uno, lo que están haciendo con eso, es apelar a la codicia humana y a la vanagloria. Como podemos ver esas son doctrinas demoniacas; porque contradicen abiertamente y sin ningún tipo de reparo lo que la misma Biblia enseña y espera que vivan los hijos de Dios.

Pero regresemos un poco más a lo que comentábamos al principio de esta publicación. Cada creyente tiene que escudriñar profundamente las Escrituras por sí mismo, para que entienda y aplique las Escrituras a toda su vida fuera y dentro de la iglesia. Esta labor también debería ser la meta y el trabajo de la iglesia local, pero desafortunadamente, muchas iglesias entretienen mas a sus miembros con teatro, shows musicales, mimo, arte etc., y no los capacitan adecuadamente, si usted está en una iglesia similar es posible que se encuentre en una falsa iglesia o en una iglesia que se está comenzando a enfriar y que pronto se conformara al mundo.

Vamos a usar unos ejemplos más para dejar totalmente claro donde se están torciendo las Escrituras en muchas iglesias y ministerios:

Mujeres en el Ministerio Predican y Enseñan en el culto general y público de adoración, Pero que dice la Palabra de Dios:1° Timoteo 2:11 La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. 12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. 13 Porque Adán fue formado primero, después Eva; 14 y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.

1° Corintios 14:33 pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos, 34 vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como también la ley lo dice. 35 Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación.

Los argumentos del pasado y de la actualidad para que la mujer enseñe en servicios públicos y de adoración son muchos, están bien elaborados y montados por la mente carnal humana, y sobre todo son muy lógicos y van de la mano con la moda de este mundo.

Pero la Biblia enseña sin ánimo de ofender a ninguna hermana en Cristo ni a ninguna dama, que aunque la mujer no es directamente objeto de maldición, si resultó obvio que se halló bajo la condena general a causa del pecado, esta sentencia determinada por Dios mismo se ha mantenido como una restricción en la iglesia respecto al ministerio (Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión). Entonces que nos muestra la Biblia, ¿Dios levantó o cambió la restricción? No. No hay evidencia bíblica de ello. Entonces ¿está en vigor todavía hoy? Sí.

Menciono esto aquí porque hay movimientos y grupos que divagan grandemente en esta enseñanza bíblica, parece ser un elemento común en iglesias con un liderazgo débil o nulo de parte de los hombres, los cuales se han acomodado en su indiferencia a liderar y han convertido a las mujeres de sus iglesias en seudo-hombres, porque para ellos es más fácil evadir su responsabilidad permitiendo que las mujeres tomen parte del liderazgo o asuman la totalidad del liderazgo, es decir la predicación, la enseñanza, la dirección, y el tomar decisiones sobre los hombres. Pero las hermanas también han incurrido una vez más en la seducción de Satanás, asumiendo un rol que no les es otorgado por Dios, no se trata aquí de quien es mayor o más importante, simplemente son roles determinados por Dios y todos tenemos que sujetarnos a lo que dice la Biblia, no importa lo que el mundo nos diga. Las ideas de liberación femenina no son otra cosa que la misma incitación de Satanás una vez más sobre la mujer de asumir y tomar papeles que no les es concedió por Dios para su protección y dirección.

Entonces es muy simple, si ves un maestro, una iglesia, o un grupo que permite, o peor aun que promueven a las mujeres para estar en dominio y autoridad sobre los hombres, donde una mujer está hablando y hombres adultos escuchando, o donde la mujer está en autoridad sobre un hombre adulto, está mal delante de Dios. Huye de tal falso maestro, de esa iglesia corrupta, o de ese grupo en error.Como una piedra de corona, finalmente en este articulo necesitamos enfatizar que la doctrina es demasiado importante y no debe ser ni puede ser despreciada, la Biblia sostiene una y otra vez cual es la característica vital de un verdadero ministro:Tito 1:9 retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

Tito 2:1 Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina.1° Timoteo 4:16 Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.1° Timoteo 1:10 para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina,Hay muchos que rechazan o desprecian la doctrina. Pero Dios nos manda a cuidar y enseñar la sana doctrina. Lo que ha ocurrido en el mundo de hoy (un mundo postmoderno – desencantado) es que las personas se casan del conflicto. Muchos defienden la idea de que el conflicto no es bueno, que la Doctrina divide a las iglesias y también a los grupos religiosos del mundo. Algunos piensan que con el simple hecho de quitarle a la doctrina su poder y la prioridad que debe tener en la vida de los hijos de Dios, todos nos vamos a unir en armonía. Pero lo que no saben es que Dios quitará de la iglesia Su Santo Espíritu, y el Anticristo y la bestia edificaran una sola religión mundial donde la doctrina no sea importante.

Pero los verdaderos hijos de Dios no debemos ni podemos ser parte de eso:
2 Tesalonicenses 2:8 Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, sólo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que él mismo sea quitado de en medio. Y entonces será revelado ese inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuya venida es conforme a la actividad de Satanás, con todo poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, porque no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les enviará un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean juzgados todos los que no creyeron en la verdad sino que se complacieron en la iniquidad.

2° Pedro 3:16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.Pablo y Pedro dicen hace aquí advertencias muy serias. En el caso de Pedro que anduvo al lado de Jesús y fue enseñado por el Señor, el mostro orgullo en diferentes partes de su historia. Después Pedro se relaciono con falsos maestros, dejándose influenciar lo cual lo llevo a tener una conducta incorrecta (hipócrita) y su doctrina se afecto. Posteriormente Pablo tuvo que enfrentarle sobre ese asunto y Pablo dijo que él estaba muy mal, pero Pedro se arrepintió. Pero luego tenemos a un Pedro admitiendo que las enseñanzas de Pablo eran difíciles de entender pero verdaderas. El apóstol Pedro aprendió a identificar a las personas “indoctas e inconstantes,” o sea, sin doctrinas bíblicas solidas, y sobre todo no fieles a Dios, las cuales tuercen las Escrituras hasta causar su propia perdición (es decir nunca fueron salvos). Por eso Pablo nos amonesta lo siguiente:2° Corintios 4:2 Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia 10, ni adulterando11 la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios.

Aquí Pablo dejo claro que todo buen ministro de Dios, nunca usara los métodos de los falsos maestros que son engañar, manipular y traicionar.

sábado, 7 de mayo de 2011

El Juicio del Gran Trono Blanco



“Y curan el quebrantamiento de la
hija de mi pueblo con liviandad,
diciendo, Paz, paz; y no hay paz.”
—Jeremías 6.14


ASÍ COMO DIOS NO PUEDE ENVIAR A UNA NACIÓN O PUEBLO una bendición más grande que la de darle pastores fieles, sinceros y rectos, la maldición más grande que Dios puede enviar a un pueblo de este mundo, es darles guías ciegos, no regenerados, carnales, tibios y no calificados. No obstante, en todas las épocas, encontrarnos que han habido muchos ‘lobos vestidos de ovejas’, muchos que manejaban displicentemente conceptos fundamentales que no hablan asimilado en toda su profundidad, que restaban importancia a las profecías, desobedeciendo así a Dios.
Tal como sucedía en el pasado, sucede ahora. Hay muchos que corrompen la Palabra de Dios y la manejan con engaño. Fue así de una manera especial en la época del profeta Jeremías; y él, fiel a su Señor, fiel a ese Dios que lo habla empleado, no dejó de abrir su boca para profetizar en contra de ellos, y para presentar un noble testimonio para honra de aquel Dios en cuyo nombre hablaba.
Si lee usted sus profecías, vera que nadie ha hablado más en contra de tales ministros que Jeremías, y especialmente aquí, en el capítulo del cual ha sido tornado el texto, habla severamente contra ellos —los acusa de varios crímenes, particularmente, los acusa de avaricia: ‘Porque’ dice en el versículo 13, ‘desde el más chico de ellos hasta el más grande de ellos, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores.’ Y luego, en las palabras del texto da más específicamente un ejemplo de cómo han engañado, cómo han traicionado a pobres almas. Dice: ‘Y duran el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo, Paz, paz; y no hay paz.’ El profeta, en el nombre de Dios, había denunciado que habría guerra contra el pueblo, les había estado diciendo que su casa quedaría desolada, y que el Señor visitarla la tierra trayendo guerra. ‘Por tanto’, dice en el versículo 11, ‘estoy lleno de saña de Jehová, trabajado he por contenerme; derramaréla sobre los niños en la calle, y sobre la reunión de los jóvenes juntamente; porque el marido también será preso con la mujer, el viejo con el lleno de días. Y sus casas serán traspasadas a otros, sus heredades y también sus mujeres: porque extenderé mi mano sobre los moradores de la tierra, dice Jehová.’
El profeta presenta un estruendoso mensaje a fin de que se espanten y sientan algo de convicción y se arrepientan; pero parece que los falsos profetas, los falsos sacerdotes, se dedicaron a acallar las convicciones del pueblo, y cuando sufrían y sentían un poco espantados, preferían tapar la herida, diciéndoles que Jeremías no era más que un predicador entusiasta, que era imposible que hubiera guerra entre ellos, diciendo al pueblo: ‘Paz, paz’ cuando el profeta les decía que no habla paz.
Las palabras, entonces, se refieren primordialmente a las cosas externas, pero yo creo que también se refieren al alma, y se deben aplicar a esos falsos profetas quienes, cuando el pueblo estaba convencido de su pecado, cuando el pueblo comenzaba a mirar al cielo, preferían acallar sus convicciones y decirles que ya eran lo suficientemente buenos. Y, por supuesto, a la gente por lo general le encanta que sea así; nuestros corazones son muy traicioneros y terriblemente impíos; nadie sino el Dios eterno sabe lo traicionero que son. ¡Cuántos somos los que clamamos: Paz, paz a nuestras almas, cuando no hay paz! Cuántos hay que ahora están sumergidos en sus impurezas, que creen que son cristianos, que se jactan de que se interesan en Jesucristo; pero si fuéramos a examinar sus experiencias, descubriríamos que su paz no es más que una paz proveniente del diablo --no es una paz dada por Dios— no es un paz que escapa a la comprensión humana. Por lo tanto, mis queridos oyentes, es de suma importancia saber si podemos hablar de paz a nuestro corazón. Todos anhelamos la paz; la paz es una bendición inefable; ¿cómo podemos vivir sin la paz? y, por ello, las personas de cuando en cuando tienen que comprobar lo lejos que deben ir, y qué cosas les tienen que suceder, antes de poder hablar de paz a su corazón.
Esto es lo que anhelo ahora, poder librar mi alma, poder ser libre de la sangre de aquellos a quienes predico —no dejar de declarar todo el consejo de Dios, Procuraré, con las palabras del texto, mostrarles lo que deben sufrir y lo que debe suceder en ustedes antes de que puedan hablar de paz a su corazón.
Pero antes de entrar directamente en esto, permítanme hacerles una o dos advertencias. La primera es que doy por sentado que ustedes creen que la religión es algo interior; que creen que es una obra en el corazón, una obra realizada en el alma por el poder del Espíritu de Dios. Si no creen esto, no creen lo que dice su Biblia. Si no creen esto, aunque tienen sus Biblias en sus manos, odian al Señor Jesucristo en sus corazones; porque en todas las Escrituras se presenta la religión como la obra de Dios en el corazón. ‘El reino de Dios está dentro de nosotros ‘dice nuestro Señor, y ‘no es cristiano el que lo es de afuera; sino que es cristiano el que lo es en su interior’. Si alguno de ustedes basa su religión en cosas externas, quizá se conforme a sí mismo esta mañana, ya no me entenderá cuando hablo de la obra de Dios en el corazón del pobre pecador, será como si les hablara en una lengua desconocida.
Además, les recomiendo cautela, de ninguna manera voy a circunscribir a Dios a una sola manera de actuar. De ninguna manera diría que todos, antes de haber hecho las paces con Dios, están obligados a pasar por los mismos grados de convicción. No; Dios tiene diversas maneras de atraer a sus hijos; su Espíritu Santo sopla cuándo, y dónde y cómo quiere. No obstante, me atrevo a afirmar esto: que antes de que ustedes puedan hablar de paz en su corazón, ya sea por aplazar o alargar sus convicciones, o hacerlo de un modo más agresivo o más suave, deben pasar por lo que de aquí en adelante explicaré en el siguiente discurso.
Primero, antes de poder hablar de paz en sus corazones, deben sentirse obligados a ver, obligados a percibir, obligados a llorar, obligados a lamentar sus transgresiones contra la ley de Dios. Según el pacto de las obras: ‘el alma que pecare, esa morirá’; maldito es aquel hombre, sea quien fuere, que no sigue todas las cosas escritas en el libro de la ley para realizarlas. No sólo debemos cumplir algunas cosas, sino que debemos cumplirlas todas, y debemos perseverar en cumplirlas; de manera que la menor desviación del pacto de las obras, sea en pensamiento, palabra u obra, merece la muerte eterna en manos de Dios. Y si un pensamiento impío, si una palabra impía, si una acción impía, merece condenación eterna, ¡cuántos infiernos, mis amigos, merecemos cada uno de nosotros, cuyas vidas se han rebelado continuamente contra Dios! Por lo tanto, antes de poder hablar de paz a sus corazones, tienen que ver, tienen que creer, qué desgracia es separarse del Dios viviente.
Y ahora, mis queridos amigos, examinen sus corazones, porque espero que hayan venido aquí con el propósito de mejorar sus almas. Permítanme preguntarles, en la presencia de Dios: ¿saben el momento?, o si no saben exactamente el momento, ¿saben que hubo un momento cuando Dios escribió cosas amargas contra ustedes, cuando las flechas del Todopoderoso estaban dentro de ustedes? ¿Sucedió alguna vez que el recuerdo de sus pecados les causó dolor? ¿Fue la carga de sus pecados demasiado intolerable como para pensar en ellos? Consideraron alguna vez que la Ira de Dios podría caer sobre ustedes con justicia, debido a sus transgresiones contra Dios? ¿Hubo algún momento en su vida cuando se arrepintieron de sus pecados? ¿Han podido decir alguna vez: Los pecados sobre mi cabeza son demasiado pesados para cargar? ¿Han sentido alguna vez algo así? ¿Sucedió alguna vez algo así entre Dios y el alma de ustedes? Si no, en nombre de Jesucristo, no se llamen cristianos; pueden hablar de paz a sus corazones, pero no tienen paz. ¡Quiera el Señor despertarlos, quiera el Señor convertirles, quiera el Señor darles paz, si es su voluntad, antes de que partan de este mundo!
Pero además: ustedes pueden estar convencidos de sus verdaderos pecados, de manera que les hacen temblar, y aun así ser extraños para Jesucristo, no tener en sus corazones La auténtica obra de gracia. Por lo tanto, antes de poder hablar de paz a sus corazones, sus convicciones tienen que ser más profundas. No tienen que estar convencidos únicamente de sus verdaderas transgresiones contra la ley Dios, sino también del fundamento de sus transgresiones.
¿Y cuál es? Me refiero al pecado original, esa corrupción original que cada uno de nosotros trae al mundo, que nos expone a la ira y la condenación de Dios. Existen muchas pobres almas que se creen muy razonadoras, no obstante, pretenden afirmar que no existe tal cosa como el pecado original. Acusarán de injusticia a Dios por imputarnos el pecado de Adán, aunque tenemos la marca de la bestia y del diablo sobre nosotros. Sin embargo, nos dicen que no nacimos en pecado. Dejen que miren lo que sucede en el mundo y vean Los desórdenes en él y piensen, si pueden, que este es el paraíso en que Dios puso al hombre. ¡No! todo en el mundo está desordenado. He pensado muchas veces, cuando salía de viaje, que si no hubiera otro argumento que dé prueba del pecado original, los ataques de los zorros y tigres contra el hombre, y sI, hasta el ladrido de un perro contra nosotros, es una prueba del pecado original. Los tigres y leones no se atreverían a atacarnos si no fuera por el primer pecado de Adán; porque cuando los animales se levantan contra nosotros, es como si dijeran: Han pecado ustedes contra Dios, y defendemos la causa de nuestro Señor.
Si miramos hacia nuestro interior, veremos bastantes lascivias, y el temperamento del hombre contrario al temperamento de Dios. Hay orgullo, malicia y deseos de venganza en todos nueStros corazones; y este temperamento no puede provenir de Dios; proviene de nuestro primer padre, Adán, quien después de caer de las manos Dios, cayó en las del diablo. Algunas personas pueden negar esto, no obstante, cuando llega la convicción, todas las razones carnales son arrasadas inmediatamente y la pobre alma comienza a sentir y ver la fuente de la cual fluyen todas las corrientes contaminadas.
Cuando el pecador despierta por primera vez, empieza a preguntarse: ¿Cómo es que llegue a ser tan malvado? El Espíritu de Dios entonces interviene, y muestra que, por naturaleza, no tiene nada de bueno en él. Entonces ye que se ha apartado totalmente del camino, que es totalmente abominable, y la pobre criatura es impulsada a caer al pie del trono de Dios, y a reconocer que Dios serla justo silo condenara, silo rechazara aunque nunca hubiera cometido un pecado en su vida. ¿Han sentido y experimentado esto algunos de ustedes —para justificar que pesa sobre ustedes la condenación de Dios— que son por naturaleza hijos de ira, y que Dios puede, en su justicia rechazarlos aunque en realidad nunca lo han ofendido en toda su vida? Si alguna vez han sentido una auténtica convicción, si sus corazones fueron verdaderamente quebrantados, si el yo realmente les ha sido extirpado, habrán visto y comprendido esto.
Y si nunca han sentido el peso del pecado original, no se llamen cristianos a sí mismos. Estoy convencido de que el pecado original es la carga más grande del verdadero convertido; esto entristece siempre al alma regenerada, al alma santificada. El pecado que mora en el corazón es la carga de la persona convertida; es la carga del verdadero cristiano. Este clama continuamente; ‘¡Oh! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte’, esta corrupción que mora en mi corazón? Esto es lo que más perturba a la pobre alma. Y, por lo tanto, si nunca sintieron ustedes esta corrupción interior, si nunca pensaron que Dios podría maldecirlos justamente, entonces, mis queridos amigos, pueden hablar de paz al corazón pero, me temo que, no, estoy seguro de que no tienen verdadera paz.
Es más: antes de poder hablar de paz a sus corazones, no solo deben estar compungidos por los peca do
en su vida, los pecados de su naturaleza, sino también por los pecados de sus mejores deberes y obras. Cuando una pobre alma despierta un poco por los terrores del Señor, entonces la pobre criatura, habiendo nacido bajo el pacto de las obras, vuela otra vez a él. Y así como Adán y Eva se escondieron entre los árboles del jardín, y cosieron hojas de higuera para cubrir su desnudez, el pobre pecador, al despertar, vuela a sus deberes y sus obras, para esconderse de Dios, y trata de coserse una justicia propia. Dice: ahora seré muy bueno —me reformaré— haré todo lo que esté a mi alcance; y seguramente así Jesucristo tendrá misericordia de mí. Pero antes de poder hablar de paz a su corazón, tiene que llegar al punto de ver que Dios puede condenarlo aun por la mejor oración que haya elevado; tiene que llegar a comprender que todos sus deberes —toda su justicia— como lo expresa elegantemente el profeta— todo eso junto, dista tanto de recomendarlo a Dios, dista tanto de ser un motivo e incentivo para que Dios tenga misericordia de su pobre alma, que los vera, como trapos sucios, paños menstruales —que Dios los odia y no puede quitárselos si se los presenta como una recomendación a su favor.
Mis queridos amigos, ¿qué puede haber en nuestras obras para recomendarnos a Dios? Nuestra persona se encuentra, por naturaleza, en un estado no justificado, merecemos ser condenados diez mil veces y más; ¿y qué son nuestras obras? Por naturaleza, no podemos hacer nada bueno; ‘Los que andan conforme a la carne no pueden agradar a Dios.’ Uno puede realizar cosas materialmente buenas, pero no puede hacer nada bueno que sea contado para justicia porque la naturaleza no puede actuar contra si misma. Es imposible que el hombre inconverso pueda actuar para la gloria de Dios; no puede hacer nada por fe, y ‘y lo que no se obra por fe es pecado.’ Después de ser renovados, en realidad somos renovados solo en parte, el pecado sigue morando en nosotros. Hay una mezcla de corrupción en cada uno de nuestros deberes de manera que después de habernos convertido, si es que Jesucristo nos aceptara por nuestras obras, nuestras obras nos condenarían, porque no podemos elevar una oración que esté dentro de la perfección que la ley moral exige. No sé que pensarán ustedes, pero yo no puedo orar sin pecar, no puedo predicarles a ustedes ni a nadie más sin pecar, no puedo hacer nada sin pecado y, como alguien lo ha expresado, mi arrepentimiento quiere arrepentirse y mis lagrimas quieren ser lavadas en la preciosa sangre de mi querido Redentor. Nuestras mejores obras no son más que pecados espléndidos.
Antes de poder hablar de paz a sus corazones, necesitan no sólo odiar su pecado original y los que de hecho cometen, sino que deben odiar su propia justicia, todos sus deberes y obras. Tiene que haber una convicción profunda antes de que se les pueda quitar su farisaísmo; es el último ídolo que se les quita a sus corazones. El orgullo de nuestro corazón no nos deja someternos a la justicia de Jesucristo. Pero si nunca sintieron que no contaban con una justicia propia, si nunca sintieron la deficiencia de su propia justicia, no se acercarán a Jesucristo. Hay muchos que dirían: Bueno, creernos todo esto; pero hay una gran diferencia entre decir y sentir. ¿Alguna vez han sentido ustedes que quieren un amante Redentor? ¿Han sentido alguna vez la necesidad de Jesucristo, conscientes de la deficiencia de su propia justicia? ¿Y pueden decir ahora de corazón: Señor, puedes en tu justicia condenarme por las mejores obras que jamás realice? Si no dejan a un lado el yo, pueden hablarse a sí mismos de paz, pero no tienen paz.
Pero entonces, antes de poder hablar de paz a sus almas, hay un pecado en particular por el cual deben estar muy preocupados; pero me temo que a pocos de ustedes se les puede ocurrir de cuál se trata; es el pecado reinante, maldito del mundo cristiano; no obstante, el mundo cristiano casi nunca o nunca piensa en él. ¿Y cuál es? Es aquel del cual muchos de ustedes no se sienten culpables —a saber, el pecado de la incredulidad. Antes de poder hablar de paz a sus corazones, deben estar compungidos por la incredulidad que hay en ellos. Pero, ¿se puede suponer que haya incrédulos aquí en este lugar, nacidos en Escocia, en un país reformado, que van a la iglesia todos los domingos? ¿Puede ser que alguno de ustedes que recibe el sacramento una vez por año — ¡Oh que fuera administrada con más frecuencia!— se puede suponer que ustedes que tenían ofrendas para el sacramento, que ustedes que son constantes en la oración familiar, que alguno de ustedes no crea en el Señor Jesucristo? Apelo a sus corazones, y no me crean cruel, y no piensen que dudo que algunos de ustedes crean en Cristo; aun así, me temo que bajo escrutinio, descubriríamos que la mayoría de ustedes no tiene tanta fe en el Señor Jesucristo como la tiene el diablo mismo. Estoy convencido de que el diablo cree más acerca de la Biblia que la mayoría de nosotros. Cree en la divinidad de Jesucristo; eso es más de lo que creen muchos que pretenden ser cristianos; así es, cree y tiembla, y eso es más de lo que hacemos muchos de nosotros.
Mis amigos, confundimos una fe histórica con una fe auténtica, puesto en el corazón por el Espíritu de Dios. Ustedes piensan que creen, porque creen que existe un libro que llamamos la Biblia, porque van a la iglesia; pueden hacer todo esto y no tener una fe auténtica en Cristo. Meramente creer que existió Cristo, creer meramente que hay un libro llamado la Biblia, no les servirá de nada, como no les sirve para nada creer que existió César o Alejandro Magno. La Biblia es un depósito sagrado. Cuánto debemos agradecer a Dios por estos oráculos vivientes! No obstante, podemos tenerlos y no creer en el Señor Jesucristo. Mis queridos amigos, tiene que existir un principio puesto en el corazón por el Espíritu del Dios viviente. Si les preguntara cuánto hace que creen en Jesucristo, supongo que muchos me dirían que han creído en Jesucristo desde que tienen uso de razón —nunca hubo un momento cuando no creyeron en él. Entonces, no podrían darme mejor prueba de que nunca creyeron en Jesucristo a menos que hayan sido santificados temprano, desde antes de nacer, porque los que realmente creen en Cristo saben que hubo una época cuando no creían en él.
Ustedes dicen que aman a Dios con todo su corazón, su alma y sus fuerzas. Si les preguntara cuánto hace que aman a Dios, dirían: Siempre, nunca odiaron a Dios, nunca hubo una época en que sus corazones estuvieron enemistados con Dios. Entonces, a menos que hubieran sido santificados muy temprano, nunca en su vida amaron a Dios.
Queridos amigos, soy muy específico en cuanto a esto porque es una falsa ilusión en que cae mucha gente que piensa que ya cree. Por ejemplo, se cuenta que el Sr. Marshall, al relatar sus experiencias, que había trabajado toda su vida y había organizado sus pecados bajo los diez mandamientos, y luego, acercándose a un pastor, le preguntó la razón por la cual no podía obtener paz. El pastor miró su lista y dijo: ‘A ver, no encuentro en su lista ni una palabra sobre el pecado de la incredulidad.’ Es la obra singular del Espíritu de Dios convencemos de nuestra incredulidad —de que no tenemos fe. Dice Jesucristo: ‘El Consolador, el cual yo enviaré del Padre... él... redargüirá al mundo de pecado’ del pecado de la incredulidad; ‘de pecado’, dice Cristo, ‘por cuanto no creen en mí’. Ahora bien, mis queridos amigos, les mostró Dios alguna vez que no tenían fe? ¿Les impulsó alguna vez a lamentar un corazón duro de incredulidad? ¿Ha sido alguna vez el lenguaje de sus corazones, decir: Señor, dame fe; Señor, capacítame para creer en ti; Señor, capacítame para llamarte mi Señor y mi Dios? ¿Los convenció alguna vez Cristo de esta manera? ¿Los convenció alguna vez de su incapacidad de acercarse a Cristo, haciéndolos clamar a Dios que diera fe? Si no, no le hablen de paz a sus corazones. ¡Quiera el Señor despertarles y darles una paz auténtica, sólida antes de que sea demasiado tarde!
Entonces, digámoslo una vez más: antes de poder hablar de paz a sus corazones, no solo tienen que estar convencidos de los pecados que de hecho cometen y de su pecado original, los pecados de su propia justicia, el pecado de la incredulidad, tienen que estar capacitados para apropiarse de la justicia perfecta, la justicia suficiente para todo, del Señor Jesucristo; tienen que apropiarse, por fe, de la justicia de Jesucristo y entonces, tendrán paz. ‘Venid a mí’ dice Jesús, ‘todos los que estáis trabajados y cargados, que O os haré descansar’. Esto alienta a todos los cansados y cargados; pero la promesa es para los que vienen a él y creen, haciéndolo su Dios y su todo. Antes de poder tener paz con Dios, tenemos que ser justificados por la fe por medio de nuestro Señor Jesucristo, tenemos que estar capacitados para aceptar a Cristo en nuestros corazones, debemos dar cabida a Cristo en nuestras almas, a fin de que su justicia sea nuestra justicia, para que sus méritos sean imputados a nuestras almas. Mis queridos amigos, ¿se han desposado alguna vez con Jesucristo? ¿Se entrego Jesucristo alguna vez por ustedes? ¿Se han acercado alguna vez a Cristo con una fe viva, a fin de oírle hablar de paz a sus almas? ¿Fluyó alguna vez la paz en sus corazones como un río? ¿Han sentido alguna vez esa paz de la cual Cristo habló a sus discípulos? Ruego a Dios que venga y les hable de paz.
Tienen que experimentar estas cosas. Me refiero ahora a las realidades invisibles de otro mundo, de una religión interior, de la obra de Dios en el corazón del pobre pecador. Hablo ahora de una cuestión muy importante, mis queridos oyentes; algo que les concierne a todos, les concierne a sus almas, les concierne a su salvación. Quizá todos estén en paz, peno puede ser que el diablo los haya hecho caer en un letargo y una seguridad carnal; y procurará mantenerlos en ese estado, hasta llevarlos al infierno, donde despertarán; pero será un despertar terrible y descubrirán que se han equivocado tremendamente, cuando la gran separación ya se haya completado, cuando clamarán eternamente por una gota de agua para saciar su sed, y no la obtendrán.
Permítanme, entonces, dirigirme a varios tipos de personas y, ¡quiera Dios, en su infinita misericordia, bendecir su aplicación! Quizá haya entre ustedes quienes pueden decir: Por la gracia, coincidimos con usted, Bendito sea Dios, nos ha convencido de nuestros propios pecados, nos ha convencido del pecado original, nos ha convencido de nuestro fariseísmo, hemos sentido la amargura de la incredulidad y, por gracia, nos hemos acercado a Jesucristo, podemos hablarle de paz a nuestro corazón porque Dios nos ha dado paz. ¿Pueden ustedes afirmarlo? Entonces, les saludo como el ángel saludó a las mujeres el primer día de la semana: ‘No temáis!, mis queridos hermanos, son ustedes almas felices; pueden acostarse y estar ciertamente en paz, porque Dios les ha dado paz; pueden tener contentamiento viviendo de acuerdo con todas las dispensaciones de la Providencia, porque ya nada puede sucederles nada que no sea el efecto del amor de Dios en sus almas; no tienen por qué temer los conflictos que puedan haber a su alrededor, porque tienen paz en su interior. ¿Se han acercado ustedes a Cristo? ¿Es
Dios su amigo? ¿Es Cristo su amigo? Entonces, encaren su futuro con seguridad; todo les pertenece, y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios. Todo obrará para su bien; cada cabello de su cabeza ha sido contado; el que los toca a ustedes, toca a los favoritos de Dios.
Pero después, mis queridos amigos, tengan cuidado de detenerse en su conversión. Ustedes, que son creyentes nuevos en Cristo, ustedes deben estar buscando nuevos descubrimientos acerca del Señor Jesucristo a cada momento; no deben edificar sobre sus experiencias pasadas, no deben edificar sobre una obra en su interior, sino siempre buscar fuera de ustedes mismos la justicia de Jesucristo; deben seguir acercándose siempre como pobres pecadores para sacar agua de las fuentes de salvación; deben olvidar lo que queda atrás, y extenderse a lo que está por delante.
Mis queridos amigos, debemos mantener un andar dócil, íntimo con el Señor Jesucristo. Muchos de nosotros perdemos nuestra paz por nuestro andar indisciplinado; alguna cosa u otra se interpone entre Cristo y nosotros, y caemos en la oscuridad; una cosa u otra nos aparta de Dios y esto entristece al Espíritu Santo, y el Espíritu Santo nos deja librados a nuestros propios recursos, Permítanme, pues, exhortarles a ustedes que tienen paz con Dios, que se cuiden de no perder esta paz. Es cierto que una vez que están en Cristo, no pueden apartarse permanentemente de Dios: ‘Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús’. Pero aunque no pueden apartarse permanentemente, si pueden apartarse desastrosamente, y pueden vivir el resto de sus días con huesos rotos. Cuídense de retro ceder en nombre de Jesucristo, no entristezcan al Espíritu Santo —porque puede ser que nunca en su vida recobren su bienestar. Oh, cuídense de no andar rodando por este mundo de Dios después de haber acudido a Jesucristo. Mis queridos amigos, yo he pagado caro mi infidelidad. Nuestros corazones son tan malditamente impíos, que si no nos cuidamos, si no nos mantenemos continuamente en guardia, nuestro impío corazón nos engañará y desviará. Será triste ser objeto del azote de un Padre que corrige; recuerde los azotes de Job, David y otros santos en las Escrituras. Por lo tanto, permítanme exhortarles a ustedes que tienen paz, que anden cerca de Cristo.
Me entristece ver el andar libertino de los que siendo cristianos, habiendo conocido a Jesucristo, se diferencian tan poco de los demás que casi ni se reconocen como verdaderos cristianos. Son cristianos que tienen miedo de hablar por Dios —se dejan llevar por la corriente; habían del mundo como si estuvieran en su elemento; esto no lo hacen cuando recién descubren el amor de Cristo; entonces pueden hablar sin parar de la luz del Señor que brilló en su corazón. Hubo una época cuando tenían algo que decir a favor de su querido Señor; pero ahora pueden sumarse a un grupo y escuchar a otros hablar del mundo abiertamente, y tienen miedo de que se rían de ellos si hablan a favor de Jesucristo.
Muchísimas personas se han convertido en conformistas en el peor sentido de la palabra; se quejan de las ceremonias de la iglesia, como pueden hacerlo con razón; pero después se aferran a ceremonias en su conducta; se conforman al mundo, lo cual es mucho peor. Muchos se quedarán hasta que el diablo aparezca con nuevas ideas. Cuídense, entonces de no conformarse al mundo. ¿Que tienen que ver los cristianos con el mundo? Los cristianos deben ser singularmente buenos, valientes para su Señor, de modo que todos a su alrededor noten que han estado con Jesús. Les exhorto a llegar a un acuerdo con Jesucristo, a fin de que Dios more continuamente en sus corazones. Edificamos sobre una fe basada en la unidad y perdemos así nuestra consolación; cuando deberíamos estar desarrollando una fe basada en la seguridad, saber que somos de Dios, y de esta manera andar en la consolación del Espíritu Santo y ser edificados.
Jesucristo recibe muchas heridas en la casa de sus amigos. Discúlpenme, mis amigos, por ser específico, pero me entristece más que Jesucristo sea herido por sus amigos que por sus enemigos. No podemos esperar otra cosa de los deístas, pero el hecho de que los que han sentido su poder se aparten y no anden en la vocación a la que fueron llamados —causan, con ello, que la religión de nuestro Señor sea objeto de desprecio, que sea comidilla para los paganos. Les ruego, por Cristo, Si conocen a Cristo, que permanezcan cerca de el; si Dios les ha dado paz, oh, mantengan esa paz fijando sus ojos en Jesucristo a cada momento. Si tienen paz con Dios y sufren tribulaciones, no teman porque todas las cosas obrarán para su bien; Si sufren tentaciones, no teman, si él ha concedido paz a sus corazones, todas las cosas resultarán para bien.
Pero, ¿qué les diré a ustedes que no tienen paz con Dios? —y estos son, quizá, la mayoría de esta congregación. El solo pensarlo me hace llorar. La mayoría de ustedes, si examinan sus corazones tienen que confesar que Dios nunca les ha dado paz; ustedes son hijos del diablo si Cristo no está en ustedes, si Dios no ha hablado de paz a sus corazones. ¡Pobres almas! ¡en qué condición de condenación se encuentran! No quisiera estar en su lugar por nada del mundo. ¿Por qué? Porque están suspendidos sobre el infierno. ¿Qué paz pueden tener cuando Dios es su enemigo, cuando la ira de Dios mora en sus pobres almas? Despierten, entonces, ustedes que duermen en una paz falsa, despierten, ustedes profesores carnales, ustedes hipócritas que asisten a la iglesia, reciben los sacramentos, leen sus Biblias y nunca han sentido el poder de Dios en sus corazones. Ustedes que son profesores formales, que son paganos bautizados, despierten, y no descansen en un fundamento falso. No me culpen por dirigirme a ustedes; lo hago por amor a sus almas. Los veo entretenidos en su Sodoma, y queriendo permanecer allí. Pero me acerco a ustedes como se cercó el ángel a Lot, para tomarles de la mano. Apártense de ese lugar, queridos hermanos —corran, corran, corran a Jesucristo para salvar sus vidas, vuelen a un Dios sangrante, corran a un trono de gracia; ruéguenle a Dios que quebrante sus corazones, ruéguenle a Dios que los convenza de su fariseísmo
—ruéguenle a Dios que les dé fe, y que les dé poder para acercarse a Jesucristo. Oh ustedes que están seguros, debo series un hijo del trueno, y oh quiera Dios despertarles, aunque sea con truenos; es por amor, sí, que les hablo.
Sé por triste experiencia, lo que es confiar demasiado en una paz falsa; por mucho tiempo estuve adormecido, por mucho tiempo me creí cristiano cuando no sabía nada del Señor Jesucristo. Quizá hice más que lo que hacen muchos de ustedes: solía ayunar dos veces por semana, solla orar a veces nueve veces al día, solía recibir el sacramento constantemente cada día del Señor; y, no obstante, nada sabía en mi corazón de Jesucristo, no sabía que tenía que ser una nueva criatura —no sabía nada de una religión interior en mi alma. Y, quizá, muchos de ustedes estén engañados como lo estaba yo, pobre criatura; y, por lo tanto les hablo por el amor que les tengo. Oh, si no se cuidan, las prácticas religiosas destruirán sus almas; confiarán en ellas, y no se acercarán para nada a Jesucristo; cuando, en realidad, estas cosas son solo el medio, no el fin de la religión. Cristo es el fin de la ley de justicia para todos los que creen. Oh, entonces, despierten, ustedes que están descansando en sus impurezas, despierten ustedes, profesores de la iglesia, ustedes que viven cuidando su reputación, que son ricos y se creen que nada necesitan, que no se consideran pobres, están ciegos y desnudos; les aconsejo que vengan y compren de Jesucristo oro, vestiduras blancas y colirio.
Pero espero que haya algunos cuyos corazones han sido tocados. Espero que Dios no me deje predicar en vano. Espero que Dios alcance algunas de sus almas preciosas y despierte a algunos de ustedes que descansan en su seguridad carnal. Espero que haya algunos dispuestos a venir a Cristo, y que comiencen a pensar que han estado edificando sobre un fundamento falso. Quizá el diablo los ataque y los incite a no confiar en que hay misericordia; pero no teman, lo que les he estado diciendo es por amor a ustedes —es sólo para despertarlos, y hacerles ver el peligro en que se encuentran. Si algunos de ustedes están dispuestos a reconciliarse con Dios, Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, está dispuesto a reconciliarse con usted. Oh, entonces, aunque todavía no tienen paz, acérquense a Jesucristo; es nuestra paz, nuestro pacificador —él ha hecho las paces entre Dios y el hombre que lo ofendió. ¿Anhelan tener paz con Dios? Entonces, acérquense ya a Dios por medio de Jesucristo, quien ha comprado la paz; el Señor Jesús ha derramado su sangre por esto. Murió por esto; resucitó por esto; ascendió al más alto de los cielos e intercede ahora a la diestra de Dios.
Quizá creen que no hay paz para ustedes. ¿Por qué? ¿Porque son pecadores? ¿Porque han crucificado a Cristo —lo han avergonzado publicamente— han pisoteado la sangre del Hijo de Dios? ¿Qué importa? A pesar de todo eso, hay paz para ustedes. ¿Qué les dijo Jesucristo a sus discípulos cuando se les apareció el primer día de la semana? La primera palabra que dijo fue: ‘Paz a vosotros’; les mostró sus manos y su costado, y dijo: ‘Paz a vosotros’. Es como si hubiera dicho: No teman, mis discípulos; vean mis manos y mis pies, cOmo han sido traspasados por ustedes; por lo tanto, no teman. ¿Qué le dijo Cristo a sus discípulos? ‘Id y decid a mis hermanos y a Pedro en particular, quien está desconsolado, que Cristo resucitó y ha ascendido a su Padre y a tu Padre, a su Dios y tu Dios’. Y después de que Cristo se levantó de los muertos, vino predicando paz, con una rama de olivo, como la paloma de Noé: Mi paz os dejo.’ ¿Quiénes eran ellos? Eran enemigos de Cristo al igual que nosotros, habla negado a Cristo en el pasado, tal como lo hicimos nosotros.
Quizá algunos de ustedes hayan retrocedido y perdido su paz, y creen que no merecen paz, y es la verdad. Pero, entonces, Dios curará sus faltas, él los amará libremente. En cuanto a ustedes que están heridos, si están dispuestos a acercarse a Cristo, vengan ya. Quizá algunos de ustedes quieran vestirse de sus obras, pero no son más que trapos podridos. No, es mejor que vengan desnudos como están porque deben descartar sus trapos y venir en su inmundicia. Algunos de ustedes quizá digan: Vendríamos, pero tenemos un corazón duro. Pero no se les ablandará hasta que hayan venido a Cristo; él tomará el corazón de piedra y les dará un corazón de carne; él dará paz a sus almas; él será la paz de ustedes, aunque lo hayan traicionado.
¿Puedo convencer a algunos de ustedes esta mañana de que vengan a Jesucristo? Hay aquí una gran multitud de almas; ¡qué pronto morirán todos ustedes y serán juzgados! Aun antes de esta noche, o mañana a la noche, algunos de ustedes estarán rumbo a este cementerio. ¿Y cómo les ira si no han hecho las paces con Dios —si el Señor Jesucristo no les ha dado paz a sus corazones? Si Dios no les da paz aquí, serán condenados para siempre. No puedo adularlos, mis queridos amigos; les hablaré sinceramente acerca de sus almas. Quizá algunos de ustedes piensen que exagero. Pero, ciertamente, ante el juicio descubrirán que lo que digo es cierto, ya sea para su eterna condenación o salvación. ¡Quiera Dios influenciar sus corazones para que vengan a él!
No quiero retirarme sin convencerlos. Yo no puedo hacerlo, pero quizá Dios me use como el medio para convencer a algunos de ustedes que vengan al Señor Jesucristo. ¡Oh, que sintieran la paz que tienen los que aman al Señor Jesucristo! ‘Mucha paz’ dice el salmista, ‘tienen los que aman tu ley; y no hay para ellos tropiezo.’ Pero no hay paz para los impíos. Se lo que es vivir una vida de pecado; yo tenía que pecar a fin de acallar la convicción que sentía. Y estoy seguro de que éste es el camino que muchos de ustedes toman; al juntarse con sus amigos, ahogan la convicción. Pero deben ir al fondo de las cosas inmediatamente; tienen que hacerlo —la herida tiene que ser escarbada o serán condenados. Si fuera una cuestión sin importancia, no diría ni una palabra acerca de ello. Pero serán condenados Sin Cristo. El es el camino, la verdad y la vida. No quiero aceptar que se vayan al infierno sin Cristo. ¿Cómo habrán de aguantar el fuego eterno? ¿Cómo pueden aguantar el pensamiento de vivir para siempre con el diablo? ¿No es mejor tener algunas luchas con el alma aquí que ser enviado al infierno por Jesucristo en la vida venidera? ¿Qué es el infierno, más que estar ausente de Cristo? Si no hubiera ningún otro infierno, eso sería infierno suficiente. Será un infierno ser atormentado por el diablo por siempre jamás. Entonces, amíguense con Dios y estén en paz. Les ruego, como un pobre e inútil embajador de Jesucristo, que se reconcilien con Dios.
Mi propósito esta mañana, el primer día de la Semana es contarles que Cristo está dispuesto a reconciliarse con ustedes. ¿Se reconciliarán algunos de ustedes con Jesucristo? Entonces, él les perdonará todos sus pecados, borrará todas sus transgresiones. Pero si continúan rebelándose contra Cristo, y lo apuñalan diariamente —si siguen maltratando a Jesucristo, tengan por seguro que la ira de Dios caerá sobre ustedes. Dios no puede ser burlado: todo lo que el hombre sembrare, eso también segará; y si no quieren estar ustedes en paz con Dios, Dios no estará en paz con ustedes. ¿Quien puede permanecer de pie ante un Dios airado? Es espantoso caer en las manos de un Dios lleno de ira. Cuando la gente se acercó para aprehender a Cristo, cayeron al suelo cuando éste dijo: ‘Yo soy’.
Y si no podían resistir la presencia de Cristo cuando estaba vestido de los trapos de mortalidad, ¿cómo podrán resistir su presencia cuando está en el trono de su Padre? Me parece ver a los pobres desgraciados arrastrados de sus tumbas por el diablo; me parece verlos temblando, clamando a los montes y las rocas para que los cubran. Pero el diablo dirá: Vengan, yo los llevaré; y comparecerán temblando ante el tribunal de Cristo. Aparecerán ante él para verlo una vez, para escucharle pronunciar la sentencia irrevocable: ‘Apartaos de mí, obradores de maldad.’ Me parece oír a las pobres criaturas decir: Señor, si he de ser condenado, deja que un ángel pronuncie la sentencia.’ No, el Dios de amor, Jesucristo, la pronunciará.
¿No quieren creer esto? No crean que estoy diciendo cualquier cosa, hablo de acuerdo con las Escrituras de verdad. Si lo creen, muestren su valentía y retírense esta mañana totalmente resueltos, con el poder de Dios, de aferrarse a Cristo. ¡Y que sus almas no descansen hasta descansar en Jesucristo! Podría seguir, porque mis palabras son palabras dulces de Cristo. ¿No anhelan el momento cuando tendrán cuerpos nuevos —cuando serán inmortales, a semejanza del glorioso cuerpo de Cristo? Entonces hablarán de Jesucristo para siempre. Pero es hora, quizá, de que se retiren a fin de prepararse para sus respectivos cultos, y no quiero impedirles esto. Mi propósito es llevar a pobres pecadores a Jesucristo. ¡Oh, quiera el Señor atraer a si a algunos de ustedes! ¡Quiera el Señor Jesús despedirlos ahora con su bendición, y quiera el amado Redentor convencerles a ustedes, los que no han despertado, a los impíos, para que se aparten de la maldad de sus caminos! Y quiera el amor de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, llenar sus corazones. Concede esto, Oh Padre, en nombre de Cristo; para quien, junto contigo y el bendito Espíritu, será toda honra y gloria, ahora y para siempre. Amen.