viernes, 6 de agosto de 2010

LOS APOSTOLES Y LOS DONES

LOS APÓSTOLES Y LOS DONES


Sermón escrito por Daniel Chamberlin


El siglo XX fue testigo de un crecimiento generalizado de lo que muchos consideran como los dones milagrosos del Espíritu Santo. Después de un silencio de aproximadamente 1800 años en la cristiandad bíblica, los dones apostólicos aparentemente se han vuelto a manifestar. Este fenómeno se ha introducido de tal manera en la corriente principal del pensamiento religioso actual, que hasta sorprende a muchos cuando se cuestiona la validez de esta manifestación. Invitamos a todos los cristianos serios a reflexionar nuevamente sobre estos temas a la luz de la Escritura y preguntar con toda honestidad: “¿De veras se manifiestan nuevamente los dones milagrosos de los apóstoles?” Para nuestra respuesta, debemos mirar a la Escritura que tiene la última palabra.

En primer lugar, encontramos tres relaciones de dones en el Nuevo Testamento de la siguiente manera:

Rom.12:6-8 1 Cor. 12:28-30 Efesios 4:11
Profecía apóstoles apóstoles
servicio profetas profetas
enseñanza maestros evangelistas
exhortación milagros pastores-maestros
donaciones curaciones
presidir ayuda
hacer misericordia administración
don de lenguas
interpretación

Conforme examinamos estas listas, encontramos que algunos de los dones pueden ser clasificados como milagrosos o extraordinarios (los que aparecen en negrillas), y otros son no-milagrosos u ordinarios. Nuestro propósito aquí es ocuparnos de los dones milagrosos. Los dividiremos en cuatro partes.

I Apóstoles:

1. ¿Quiénes eran ellos? La palabra “apóstoles” literalmente quiere decir mensajeros, enviados o delegados. No cualquiera podía ser apóstol simplemente por voluntad propia; tenían que ser personalmente elegidos para esa investidura por el Señor Jesucristo. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles (Lucas 6:13). Todos eran hombres; ningún apóstol era mujer.

Según el libro de Hechos 1:21-22, un apóstol tenía que ser un testigo ocular de Cristo a lo largo de todo su ministerio público incluyendo la etapa posterior a su resurrección.

A la iglesia del Nuevo Testamento se le permitía nombrar diáconos (Hechos 6:5) y constituir ancianos (Hechos 14:23), pero no podían nombrar apóstoles. El nombramiento de apóstoles venía directa y únicamente de Cristo. Aun en el primer capítulo de Hechos la decisión final para sustituir a Judas Iscariote fue dejada en manos del Señor. Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido (Hechos 1:24).

También nos damos cuenta que en el Nuevo Testamento la misma palabra griega “apóstoles” se utiliza para describir hombres elegidos por las iglesias para llevar información o ayuda de una iglesia a otra. (Ver 2Cor. 8:23; Fil. 2:25; Hechos 14:14). Sin embargo, no debemos confundir a estos últimos con los doce personalmente elegidos por Cristo como sus apóstoles.

Pablo gozó de un apostolado único. Aunque no había seguido a Cristo durante su ministerio público, vio efectivamente a Cristo resucitado y fue especialmente nombrado por El, tal como lo afirma en Gálatas 1:1, Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo ...). De nuevo Pablo explica, y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. (1 Cor. 15:8).

Cristo llamó a Pablo aun cuando la época de nombrar apóstoles había concluido. Nótese que Pablo fue el último de todos sobre la tierra en ver al Señor de una manera visible como testigo ocular de su resurrección. Nadie ha visto a Cristo de igual manera desde la experiencia de Pablo. Es así como Pedro pudo suponer que ninguno de sus lectores había visto al Señor: A quien amáis sin haber visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1:8). Ninguno de los así llamados apóstoles hoy en día, cumple con estos requisitos bíblicos.

2. Su propósito: Según Efesios 2:20 correspondió a los apóstoles desempeñar un papel fundamental y especial en el desarrollo inicial de la iglesia neotestamentaria: edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Este papel incluía al menos tres funciones. En primer lugar, estos hombres eran testigos indiscutibles de la resurrección de Cristo, ya que todos ellos habían visto personalmente al Señor en su cuerpo resucitado. En segundo lugar, a ellos fue revelado el misterio de la economía del Nuevo Pacto: la iglesia, compuesta a la vez de judíos y de gentiles (Efesios 3:1-10). En tercer lugar, ellos recibieron la inspiración para escribir la Santa Escritura infalible, que pudiera ser leída por todas las generaciones venideras. Cada libro del Nuevo Testamento fue escrito ya sea por un apóstol o por alguien directamente relacionado con un apóstol. Un poco antes de su muerte, el último apóstol sobreviviente nos dice que este aspecto de su trabajo fue completado de una vez y para siempre (Apocalipsis 22:18-19). A partir de entonces no ha habido revelaciones inspiradas o genuinas.

3. Su duración. El ministerio de apóstol fue de duración limitada debido a que su labor estaba limitada al período del establecimiento de los fundamentos de la iglesia. Los fundamentos se ponen una vez únicamente, y a partir de ellos se construye los demás; no ponemos fundamentos de manera repetida y sin término. No hay lugar para apóstoles hoy día, porque los fundamentos fueron puestos hace mucho tiempo. El cristianismo bíblico ha construido sobre esos fundamentos durante aproximadamente 2000 años. Es una locura completa y arrogancia descarada atreverse a compararse con Pedro y Pablo y adoptar el título de apóstol hoy en día.

II. Profetas:

1. Quiénes eran: El Nuevo Testamento no declara cuáles eran los requisitos para este ministerio; sin embargo, los profetas son mencionados varias veces en relación con apóstoles: Les enviaré profetas y apóstoles (Lucas 11:49). Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas...(Efesios 2:20). ... como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu (Efesios 3:5).

2. Su propósito: Los textos que hemos visto muestran que los profetas participaban de la estructura fundamental de la iglesia conjuntamente con los apóstoles. Ellos enseñaron la verdad recibida por revelación divina. Sin embargo, a ellos no se les confió redactar la Sagrada Escritura, sin la supervisión de los apóstoles.

3. Su duración: Siendo cimientos al igual que los apóstoles, su ministerio cesó a la par del de los apóstoles, toda vez que el cimiento ya había sido puesto. Casi toda secta fundada en la época moderna ha sido iniciada por un profeta o apóstol que se ha asignado a sí mismo ese título. Si creemos que la profecía se sigue desarrollando en nuestros días, entonces no contamos con ninguna norma para refutar sus descaradas herejías. ¡Después de todo es imposible refutar a un profeta!.

III. Las lenguas y su interpretación:

1. Lo que significaron: El don bíblico de lenguas consistía en una habilidad milagrosa de hablar una lengua o dialecto hasta ese momento desconocido para el que habla, pero vigente para un grupo étnico sobre la tierra en ese momento. Las palabras habladas tenían un contenido real y un significado. No fueron expresiones incoherentes. En el día de Pentecostés, cada uno les oía hablar en su propia lengua [literalmente, dialecto] (Hechos 2:6). Aun mas, cuando Pedro explica este milagro a la multitud, equipara el don de lenguas con la profecía, citando a Joel: En aquellos días también derramaré mi Espíritu sobre los siervos y las siervas. (2:18). De igual manera, 1Cor. 14:5 considera iguales los dones de profecía y de lenguas cuando estas últimas son interpretadas: porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación.

1Cor. 12:30 refuta la noción popular de que cada creyente hablaba en lenguas. Aun en Corinto, Pablo preguntaba: ¿todos hablan en lenguas? ¿todos interpretan?

La idea moderna de que hay otro tipo de don de lenguas, un “lenguaje celestial”, no se encuentra en las Escrituras y debe ser rechazada. La plática incoherente de esta época no es el verdadero don de lenguas.

2. Su propósito: Un propósito de las lenguas era como señal para los judíos de que el juicio de Dios vendría a ellos como nación. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos (1Cor. 14:22). Desde Abraham, Dios les había hablado en hebreo; pero ahora, después de Cristo, Dios les estaba hablando en otras lenguas – lenguas gentiles – para mostrar a los judíos que sus privilegios nacionales estaban llegando a su fin; los gentiles iban también a participar del pacto de la gracia. El fin de la nación judía se completó plenamente con la destrucción de Jerusalén en el año 70 A. D. En ese momento la señal de juicio nacional, es decir, las lenguas, dejó de ser relevante y necesaria.

Otro propósito de las lenguas, cuando fueron acompañadas del don de interpretación, era edificar a los creyentes en la asamblea local. Las lenguas debidamente interpretadas, al igual que la profecía, servían como un medio directo para recibir una parte de la verdad. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos (1Cor. 13:9). Dios dio estas medidas temporales como una fórmula de alimento infantil (gerber) para la vida inicial de la iglesia. Posteriormente fueron desechadas al darse la revelación perfecta de toda la verdad una vez que los libros del Nuevo Testamento fueron completados. Mas cuando venga lo perfecto [literalmente, maduro o totalmente desarrollado] entonces lo que es en parte se acabará (v.10). La Palabra escrita de Dios es la dieta perfectamente balanceada para los cristianos de hoy. El hablar en lenguas que se practica en esta época nos reduciría a una infancia perpetua.

3. Su duración: Puesto que las lenguas debidamente interpretadas funcionan de la misma manera que la profecía, y puesto que la profecía cesó conjuntamente con los apóstoles, asimismo el don de lenguas ha cesado. Esto es precisamente lo que Pablo dijo a los Corintos que sucedería: Pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará (1Cor. 13:8). La lenguas eran una piedra de los cimientos totalmente colocada en los tiempos apostólicos. O, para usar la analogía de Pablo, estos dones milagrosos pertenecieron a la infancia de la iglesia, pero Dios nunca pretendió reducirnos a una permanente condición infantil. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. (v. 11).

El hecho de que 1Cor. 14 proporcione instrucciones para el uso de este don en la congregación no sirve de argumento a favor de su permanencia. Mas aun, estas instrucciones son raramente obedecidas por quienes profesan hablar en lenguas hoy en día. Solamente a los varones se les permitía hablar en lenguas, y solamente en los casos en que hubiera un intérprete, y solamente a tres personas durante un servicio, y no todos a la vez, sino siguiendo un orden, uno después de otro. (Vea 1Cor. 14:28-37)

IV. Milagros y Curaciones:

1. Quiénes los hacían: Una lectura cuidadosa del Nuevo Testamento nos revela que usualmente los apóstoles ejercían estos dones especiales. Por ejemplo, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles (Hechos 2:43). Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo (Hechos 5:12). Pablo pudo decir a los corintios, con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre nosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros (2Cor. 12:12). Si todos los creyentes pudieran obrar estas señales, entonces el argumento de Pablo en este texto no tendría significado.

2. Su propósito: El propósito primordial de estos milagros era validar la autoridad de los apóstoles como los enviados verdaderos de Dios. En Hebreos 2:3-4 leemos que la verdad de la salvación enseñada por Cristo nos fue confirmada (la salvación) por los que oyeron, testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad. Igual que en los tiempos de Moisés, así en los días de Cristo y de los apóstoles, los judíos piden señales (1Cor. 1:22) como prueba de autenticidad, y Dios suministró esa prueba.

3. Su duración: Hechos 8 nos enseña que solamente los apóstoles tenían el poder de transmitir un don milagroso a otra persona, y esa otra persona no podía transmitir a su vez ese don a un tercero. Felipe el evangelista podía hacer milagros en Samaria (Hechos 8:6-7), pero no fue sino hasta que vinieron dos apóstoles de Jerusalén, que los dones pudieron ser impartidos a los nuevos creyentes en Samaria (Hechos 8:14-19).Los dones de hacer milagros cesaron con la generación que siguió a los apóstoles.

Observaciones Adicionales:

Hacer milagros en sí mismo no es ninguna garantía de salud espiritual. Los magos de Faraón parece que copiaban los milagros que se hacían a través de Moisés. El hombre de pecado in 2Tes. 2:9-10 es descrito como aquel inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden. Nuestro Señor enseñó que a muchos que afirman que son profetas de Cristo, y que son exorcistas, en el día del juicio no les será permitido entrar al cielo debido a que realmente son hacedores de iniquidad (Mateo 7:22-23).

Es digno de notarse que quienes afirman que poseen dones apostólicos hoy en día, raramente hablan de ciertos milagros que pueden presentar riesgos como tomar en las manos serpientes venenosas y beber alguna cosa mortífera (Marcos 16:18). Su silencio acerca de estos temas es ensordecedor.

Nos podemos preguntar, “¿Pero no deberían ser manifiestos los dones el día de hoy ya que Jesús es siempre el mismo?” La respuesta es que su carácter esencial no puede cambiar, pero eso no significa que El está obligado a hacer siempre lo mismo a través de las generaciones sobre la tierra. Como ejemplo, ya no ofrecemos sacrificios de animales como lo hicieron los santos del Antiguo Testamento.

A aquellos que pudieran argumentar, “yo lo he experimentado, y no me importa lo que la Biblia u otras personas puedan decir,” respondemos con las palabras de Isaías 8:20. ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan de acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido. La Escritura es la norma por la cual debemos medir nuestra experiencia, y no a la inversa.

¿Se manifiestan nuevamente los dones milagrosos de los apóstoles? No. Ahora no hay ni apóstoles ni dones apostólicos. Cuando se pusieron los cimientos de la iglesia, se completó el Nuevo Testamento y se desintegró la nación judía, cesó también la necesidad de ministerios especiales y de dones milagrosos. Ciertamente Dios puede realizar milagros ahora, pero el don de hacer milagros no es dado a nadie en este tiempo.

Desde una perspectiva positiva, la Escritura ciertamente ofrece algo a los creyentes que es aun mas excelente que los dones extraordinarios que ya cesaron. Ofrece gracias ordinarias – tales como fe, esperanza y amor, que ahora permanecen (1Cor. 12:31; 13:8, 13). Aunque “ordinarias”, estas gracias son sin embargo sobrenaturales, y Dios puso un valor especial en ellas. Sin santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Es nuestro deber anhelar y cultivar estas gracias.

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