jueves, 11 de febrero de 2010

PERFIL DEL FALSO UNGIDO




Identificar a un falso líder, maestro o pastor dentro de la iglesia, no es nada fácil aunque no imposible. El problema de la identificación a menudo, no radica en la falta de evidencia acerca del comportamiento del líder, sino en la absoluta sumisión que los miembros de la iglesia suelen mostrar hacia ese líder falso; sea por miedo, culpa, vergüenza. En mi artículo acerca del Abuso Espiritual, se ha dicho que la relación falso líder-seguidor es una de tipo sicológica, en la que tanto líder como seguidor llegan a creer que tal relación es “normal”. Se crea un lazo pernicioso del cual el seguidor es incapaz de salir: su conducta, forma de vida, anhelos y esperanzas, están depositadas en el líder, a pesar que éste muestre rasgos psicológicos y de conducta inadecuados. Esto es similar a la relación que establece un marido golpeador con su mujer golpeada. Las conductas de ambos pueden sobrevivir por años; muy a pesar de que la vida de la mujer es puesta en peligro constantemente, ésta no dará muestras de querer romper con esa relación.





Otra de las razones por las que el miembro de la iglesia no deja a su líder, y en vez de esto va y se busca una congregación sana, es porque, honestamente, le cuesta trabajo identificar el carácter abusivo del líder. Esto sucede cuando éste último esconde su carácter en una personalidad mucho más astuta y difícil de identificar. En este caso, la personalidad del líder, pastor o maestro, es una combinación de ternura y crueldad, verdad y mentira, y muchas combinaciones más, cuyas fronteras se entrecruzan, confundiendo verdaderamente al creyente.

La personalidad de estos líderes cae dentro de que en psicología se ha dado en llamar conducta sociópata; una conducta abusiva que sobrevive por encima del criterio y el señalamiento de quienes siguen al líder. En 1830, se llamó a este tipo de conducta “enfermedad moral”, en 1900 fue cambiada por la de “personalidad sociopática”, y recientemente ha sido nombrada como “desorden de personalidad antisocial”. Al individuo con características de este desorden, se le llama simplemente sociópata.





Pero ¿cómo sé si estoy siguiendo a uno de estos líderes sociópatas dentro de mi iglesia? Existen varias formas de saberlo. La principal es el discernimiento espiritual, que es un don del Espíritu Santo. Pero el Espíritu no da el don a solas. Todas las personas que conozco y tienen ese don, lo poseen acompañado de una sólido conocimiento de las Escrituras. Si no ¿qué voy a discernir si no sé elegir entre lo que la Biblia dice y lo que no? La única forma de elegir con claridad y tino es si leo y entiendo mi Biblia. No puedo discernir sólo porque lo “sentí”, o porque “vi una luz y se me reveló la mala conducta de mi líder”. La prueba más terrible de que el “discernimiento” a secas no sirve, es que en las iglesias donde más líderes abusivos y falsos existen, es en congregaciones donde presumen de tener dones fáciles de imitar: discernimiento y lenguas. Sin embargo, cuando se tiene un profundo conocimiento de la Biblia, el discernimiento es un arma imbatible: se pueden entonces detectar a los mercaderes del evangelio.

Basados en el estudio de la Biblia, algunos profesionales cristianos de la psicología han elaborado una especie de “Perfil de un sociópata”, que bien nos puede ayudar a descubrir a este tipo de personas. El perfil trazado por los psicólogos, es sorprendentemente parecido al esbozado por Pablo en su Segunda Carta a Timoteo, veamos:



“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos”.


Un gran número de líderes en las iglesias cristianas (principalmente en aquellas del pentecostalismo fundamental y sus derivados) parecen sacados de este cuadro descriptivo del apóstol; exhiben muchas de estas características de conducta dichas por Pablo y estudiadas por los psicólogos modernos. Estos líderes poseen un carisma y atracción fuera de serie para seducir a sus seguidores. Dado que ellos parecen aparentemente normales, su conducta no parece fácilmente reconocible ni preocupante. Si bien es difícil establecer un diagnóstico a primera vista, sí es importante que usted trate de reconocer estas características, esté atento, oré a Dios y haga lo que dice el apóstol Pablo: “A estos evita”.


Veamos cuáles son algunas de estas características halladas de líderes falsos, y puestas a punto por psicólogos cristianos.


Labia


El discurso, la labia, el bla, bla, bla (cómo quiera llamársele a lo que el líder habla), es usada por ellos para confundir y convencer a su audiencia. El recurso de la labia tiene como propósito que los otros callen o apenas si se les deje hablar. En el balance del tiempo hablado, el líder habla el 90% y sus seguidores apenas un 10%. Las historias que cuentan estos líderes bajo ese 90% son cautivantes y exudan auto-confianza y exculpación. Éste es un rasgo curioso. Cuando ellos hablan, y sin que se les culpe de nada, en su charla mezclan argumentos exculpatorios: por si alguien pudiera saberle algo, ya antes se está defendiendo. Además, son capaces de tejer una telaraña de intrigas sutiles que señalen a otros miembros de la iglesia en sus posibles faltas: sobre todo a aquellos que conocen las debilidades del líder. Dado que son persuasivos, tienen la capacidad de destruir a sus críticos verbalmente o emocionalmente. No se olvide, por otro lado, que muchos de los seguidores, miembros o creyentes, creen que su líder habla “por Dios”. La regla “No hables mal de tu pastor porque te va a ir como a Aarón y María”, le otorga una ventaja envidiable al líder corrupto.



Manipulación



El líder no reconoce el derecho de los demás. La jerarquía piramidal en donde él está debajo de Dios (y los creyentes que se lo creen) le va a dar un arma invaluable: auto-servicio de conductas permisibles, es decir, las conductas que él quiera a la hora que quiera. A primera vista el líder parece ser encantador, sin embargo, secretamente es hostil y dominante, viendo a sus seguidores como meras víctimas para ser usadas en el momento correcto. Cuando uno de estos líderes conoce a una persona (ama de casa, obrero, albañil, secretaria, ejecutivo, maestro), inmediatamente lo clasifica en su orden de usos. En el momento adecuado, utilizará a cada uno de acuerdo a sus propias necesidades.



Grandiosidad



El líder se siente con derecho a ciertas cosas como de “su propiedad”. Por lo mismo, demanda adulación, atención y servilismo. Por ejemplo, si alguien da testimonio, se molestará si alguno no dice algo como: “Gracias al pastor...”. Pero no sólo pide adulación, él mismo se la da en el púlpito, sin dejar de nombrar jamás las virtudes de los miembros de su familia. En comidas, reuniones, juegos, organizados por la iglesia, él debe ser el centro de atención. Su fantasía mayor se lleva a cabo cuando a sí mismo se nombra “vocero de Dios”, “ungido”, “iluminado”, “líder de este pueblo...” y otras cosas tan absurdas como aberrantes.



Patológicamente mentiroso



No tiene ninguna dificultad al mentir fría y de la manera más descarada. Como los miembros callan ante sus mentiras, él refuerza la seguridad de que siempre dice la verdad. Le es, por lo tanto, muy difícil ser confiable de acuerdo a bases consistentes. Lo increíble es que, con esas mentiras, es capaz de crear, y obtener, creencias complejas de los otros acerca de sus poderes y habilidades. Imagínense: si algunos creyentes creen que él es “la boca de Dios”, ¡que otras cosas no le creerán!



Falto de remordimiento, vergüenza o culpa



No ve a los otros (sus seguidores o miembros de la iglesia) como gente, sino sólo como objetivos y oportunidades. Si se aprovecha de alguno de ellos, no siente remordimiento alguno. Un ejemplo: si pidió dinero prestado a algún creyente, es capaz de subir al púlpito el domingo y decir que: “Gracias a Dios, he recibido una generosa ofrenda de fulano...”. Cuando el miembro le reclama en privado (si acaso se atreve a reclamarle), el pastor le dice que “Entonces entendí mal...”. Comienza entonces un discurso (labia) para hacer sentir culpable y avergonzado al miembro. Esto es, en vez de amigos, tiene víctimas. El fin, siempre justifica los medios... En tanto, él anda como si nada hubiera pasado: como es el “ungido” está exento de toda culpa.



Emociones frívolas



Cuando parece mostrar ternura, alegría, amor, calidez y compasión, esto es más actitud fingida que experiencia y servicio a un motivo ulterior: es su arma para hacer caer a sus víctimas en servicio a sus propósitos y planes personales. Cuando se ve violentado por cuestiones insignificantes, permanece inamovible y frío, como si fuera una persona normal: eso lo hace ver como si tuviera una virtud cristiana admirable. Sin embargo, al rato usará ese momento para ejercer venganza o utilizarla como arma de agenda escondida; dirá a la persona que lo hizo violentar: “He olvidado lo del domingo ... a cambio me gustaría que ....”.



Incapacidad para amar



En tanto habla del “amor de Dios” desde el púlpito, él es incapaz de dar o recibirlo. Eso provoca en él una contradicción: dado que no cree en el amor de sus seguidores sea tampoco genuino, se muestra sumamente severo cuando trata de comprobar la fidelidad de sus seguidores hacia él. Así que, cuando aquellos cometen una falla, no se tienta el corazón para humillarlos, y hacerlos sentir culpables y avergonzados. Después de esto les exige sumisión incondicional.



Necesidad de Simulación



Dado que viven en el filo de la navaja moralmente, utilizan técnicas para probar las creencias y conductas de sus seguidores con reglas realmente bizarras (no bíblicas, por supuesto). Antes que el miembro se le adelante en denunciarlo por conductas impropias, él simula preocupación por la “vida espiritual” del creyente...pero lo hace con gritos y violencia verbal. Esto, llega a ser “normal” para los creyentes bajo tal liderazgo. Es muy común escuchar en pasillos de iglesias como esas: “Es que el pastor (o la pastora, que es peor) me va a regañar ...”. El líder antepone la humillación del otro para simular conducta intachable.



Insensibilidad



Es incapaz de percibir el dolor de sus víctimas, y sólo le causa contento los sentimientos de angustia y tristeza de ellos. Esto es así, porque de esa forma posee herramientas para tomar ventaja en cualquier momento. Por otro lado, él se muestra insensible: a él “porque Dios sí está de su lado”, no le angustia nada, ni le duele nada. Sus herramientas son usadas para explotar, abusar y ejercer poder. Lo peor: puesto que sus seguidores no pueden pensar que sea tan insensible, creen que su forma de conducta es “necesaria” para guiarlos por “el buen camino”.



Pobre control de conducta / Y más



El hecho de que sus seguidores crear que él es “todo-poderoso”, “que todo-lo-sabe”, que “es el hombre que Dios nos puso como pastor”, produce que el líder no tenga fronteras para ejercer sus conductas. La primera, no aceptar culpas, pero sí las de los demás. Esa culpa de otros refuerza en el líder su dominio de obediencia hacia él; la obediencia produce conformidad, y la conformidad terror a hacer algo que los saque del sitio donde los creyentes están metidos.

Con frecuencia, esta clase de líderes practican la promiscuidad sexual, violación e infidelidad conyugal. Esto es usualmente ocultado al círculo interior de la iglesia. A la vez que es practicante de aberraciones sexuales, el líder sin embargo ejerce control sobre la vida sexual de otros, forzando divorcios, quitando a los niños de los padres, y dando “consejería” matrimonial a quienes se van a casar.



Falta de planeación real



El líder se dedica a ser promesa tras promesa, pero éstas jamás se cumplen. Los planes incluyen cosas tan ridículas como “dominar el mundo” para Cristo; o menos ridículas pero no tan reales como “alquilar un estadio de fútbol para el año 2005”, o simplemente “hacernos de un edificio”. Cualquiera que sea el plan, el líder no lo cumple. Por contraste, la iglesia mira la vida opulenta de su líder contra el estilo de vida de sus seguidores. Esa vida elegante del líder es sólo posible a un mecanismo maquiavélico de apoyo económico que nace de una doctrina de miedo en cuanto al diezmo, en el que se mezclan condenación, ira, culpa, castigo. Los creyentes se ven presionados (no como propusieron en su corazón) a dar para que el líder viva bien. Por su parte, éste los manipula siendo altamente sensitivo en lo que respecta a su propia salud y alimentación.



Otras pocas características



Cambian su imagen y la de la iglesia para evitar cobros fiscales, y evitar que su mala reputación evite que lleguen más ingenuos a su iglesia.

Sólo se muestran felices con aquellos que “los entienden”.

Son autoritarios. Forman círculos secretos con diáconos y líderes.



Buscan situaciones en donde su conducta tiránica sea tolerada, condonada o admirada para reforzar así su “liderazgo”. A la vez, tienen una necesidad de justificar sus crímenes, de esta forma, necesitan de la confirmación de fidelidad en sus víctima (amor, gratitud, respeto). Sonny Arguinzoni de Victory Outreach Intl, es un ejemplo. Fue denunciado por abuso a las casas de rehabilitación en Los Angeles, CA. El periódico Los Angeles Times, publicó un largo reportaje al respecto. La reacción de Arguinzoni fue típica de un líder sociópata: aprovechó la situación para ser condonado y admirado por sus seguidores, además de permitirle este hecho enseñar todos sus diplomas que desde el presidente del país hasta el alcalde de la ciudad le habían otorgado por su “ministerio”. Pero la peor actuación fue la de sus seguidores: ellos sabían que la denuncia era verdadera, sin embargo por miedo, culpa, vergüenza, callaron; es más, se presentaron como testigos de descargo (falsos testigos de descargo); y siguen sometidos al abuso insaciable de Arguinzoni.


Si se compara esta lista de características psicológicas, con las expuestas por el apóstol Pablo, se verá que los psicólogos no han descubierto mucho; nos han dado, eso sí, una gran ayuda al hacernos comprender las modernas normas de actuar de estas lacras del ministerio.

Seguramente que si Usted comenta a uno de estos pastores-líderes lo que ha leído acerca de ellos, le prohibirán que se vuelva a asomar a este sitio de Internet, le dirán que quien esto escribe debe ser un mensajero de satanás, y tratarán de manipular su inteligencia con discursos conmovedores.


No sé cuántos de nosotros, aun viendo la recomendación de Pablo a Timoteo (“A los tales evita”), sigamos creyendo en esta clase de líderes. Dios nos da la oportunidad este día de tomar una decisión. La decisión, por otro lado, no resulta tan fácil si se sigue creyendo que la última palabra en el Reino de Dios la tiene un individuo egoísta, lleno de grandiosidad, insensible y frívolo. Es menos difícil si leemos nuestra Biblia y comenzamos a pedir a Dios la oportunidad de abandonar esos terrenos, sin culpa ni castigo.


FUENTE: ESPADA Y MORTERO

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